?Pueden los votantes batir el sistema electoral?
Ante la previsi¨®n de una mayor¨ªa absoluta del PSOE en el Senado se expandi¨® por las redes una iniciativa que sugiri¨® que los votantes de PP, Ciudadanos y Vox podr¨ªan evitarla siguiendo la estrategia ¡®1+1+1¡¯
Ante las previsiones de una mayor¨ªa absoluta del Partido Socialista en el Senado tras las elecciones generales del 28 de abril, se expandi¨® por las redes sociales una iniciativa de origen desconocido, que sugiri¨® que los votantes de Partido Popular, Ciudadanos y Vox podr¨ªan evitarla siguiendo una estrategia electoral bautizada ¡®1+1+1¡¯. La campa?a adquiri¨® la suficiente magnitud para llamar la atenci¨®n de medios de comunicaci¨®n, expertos y partidos pol¨ªticos, con reacciones de todo tipo, desde el PP que se desmarc¨®, calific¨¢ndolo de bulo lanzado por el PSOE para perjudicarle, hasta Vox que la aval¨®. ?Qui¨¦n ten¨ªa raz¨®n? ?Una estrategia v¨¢lida, o in¨²til, o incluso contraproducente? ?Ha tenido alg¨²n efecto real y, de ser as¨ª, a favor y en contra de qui¨¦n? ?C¨®mo se explican posturas tan diferentes al respecto entre actores que compart¨ªan el objetivo de evitar la mayor¨ªa socialista?
Recapitulemos los antecedentes. El castigo del sistema electoral a la divisi¨®n del voto en beneficio del partido m¨¢s fuerte, que en estos comicios jug¨® en contra de una derecha m¨¢s fragmentada que nunca y al favor del PSOE, m¨¢s que en el Congreso de los Diputados es particularmente severo en el Senado, por lo que el PP propuso a Ciudadanos y a Vox listas conjuntas al mismo. Es un recurso habitual para aglutinar el voto en un contexto de polarizaci¨®n, que sin embargo es un arma de doble filo, ya que nunca suma todo el voto de las formaciones que integran la lista. No todos los votantes comulgar¨¢n con la alianza, algo muy a tener en cuenta sobre todo al abarcar un espacio ideol¨®gicamente tan amplio, desde el centro hasta la extrema derecha. Como adem¨¢s los de Rivera dif¨ªcilmente pod¨ªan permitirse compartir listas con la extrema derecha si no quer¨ªan poner en peligro su alianza con sus socios liberales europeos, seguramente el acuerdo solo era posible con uno de los dos, pero al final no acept¨® ninguno, salvo en Navarra donde PP y Ciudadanos acordaron con UPN una lista conjunta tanto para el Congreso como para el Senado.
A falta de acuerdo entre los partidos de derechas en las dem¨¢s provincias, la campa?a 1+1+1 apel¨® al acuerdo entre sus votantes, solo para el Senado y aplicable a las provincias peninsulares, donde los cuatro candidatos m¨¢s votados se convierten en senadores, estando cada lista electoral formado por tres candidatos. Cada votante dispone de hasta tres votos, y si bien los puede repartir entre diferentes listas, la mayor¨ªa los da a los tres candidatos de una misma lista, generalmente la del partido que vota en las elecciones al Congreso. As¨ª lo m¨¢s com¨²n es que resulten electos los tres candidatos del partido ganador en la provincia y el n¨²mero 1 de la lista del segundo partido. Para evitarlo, la consigna era que los votantes de los tres partidos de derechas dejaran al margen los n¨²meros 2 y 3 de sus listas y dieran sus tres votos a los n¨²meros 1 de PP, Ciudadanos y Vox, para convertirlos en los tres candidatos m¨¢s votados, dejando al PSOE solo con el cuarto senador, algo num¨¦ricamente posible en provincias en las que los votantes de las tres derechas superan al electorado del PSOE (m¨¢s otros votantes de izquierdas que para el Senado le apoyan).
?Pero es factible conseguir el seguimiento suficiente, especialmente en provincias donde la superioridad de la suma de las derechas sobre el PSOE es escasa? Los resultados electorales revelan que la estrategia, efectivamente, ha tenido un impacto en la composici¨®n del Senado, pero no precisamente de la forma esperada, y limitado a dos casos concretos, que se dieron en Madrid y M¨¢laga, cuyos resultados se muestran a continuaci¨®n.
La influencia de la estrategia es bien reconocible, sobre todo en Madrid pero tambi¨¦n en M¨¢laga. El n¨²mero 1 al Senado de los tres partidos de derechas supera con creces el resultado de su formaci¨®n en el Congreso, mientras que los n¨²meros 2 y 3 de Ciudadanos y sobre todo de Vox se quedan muy por debajo. Indica que una parte del electorado de estos dos partidos efectivamente dio dos de sus votos a los n¨²meros 1 de los otros dos partidos de derechas y no al 2 y al 3 de su propia lista. En cambio, los n¨²meros 2 y 3 del PP casi igualan el resultado del Congreso, lo que muestra que casi todos los votantes populares dieron sus tres votos a los tres candidatos del PP, siguiendo la consigna de G¨¦nova y no la del 1+1+1.
Ello ilustra lo dif¨ªcil que es en la pr¨¢ctica alcanzar la coordinaci¨®n y disciplina de voto necesaria, y m¨¢s a¨²n sin consigna oficial de los partidos involucrados. Son varios los obst¨¢culos. Aparte de que el votante tiene que recibir la consigna y darle credibilidad, tambi¨¦n tiene que estar dispuesto a obedecerla. Si como hemos expuesto ni con listas consensuadas entre los partidos todos est¨¢n por la labor, una defecci¨®n mayor aun cabr¨¢ esperar sin un acuerdo formal. Aparte de impedimentos ideol¨®gicos que muchos votantes puedan tener ¨Ccuesta imaginarse a los moderados o de convicciones liberales dar su voto a la extrema derecha¨C, se enfrentan a algo parecido al dilema del prisionero de la teor¨ªa de juegos: los que a pesar de todo en principio estar¨ªan dispuestos a cooperar para alcanzar el objetivo com¨²n de restarle senadores al PSOE, no saben cu¨¢ntos votantes m¨¢s, en concreto de los otros dos partidos, actuar¨¢n igual. ?Qu¨¦ ocurre si el electorado de unos, como el del PP, apenas coopera? Pues el n¨²mero 1 de Ciudadanos solo suma los votos de los electores cooperantes de Vox y viceversa, mientras el n¨²mero 1 popular suma los sufragios de los votantes cooperantes tanto de Ciudadanos como de Vox, por lo que resulta ser el m¨¢s beneficiado. Gracias a ello, tal como se aprecia en el gr¨¢fico, tanto en Madrid como en M¨¢laga super¨® al n¨²mero 1 de Ciudadanos, a pesar de que en ambas provincias su partido se hab¨ªa visto superado por la formaci¨®n naranja.
Y dado que en M¨¢laga la estrategia fracas¨®, no pudiendo evitar que los tres candidatos del PSOE fueran los m¨¢s votados, el cuarto esca?o pas¨® de Ciudadanos al PP, gracias a la generosa cooperaci¨®n de buena parte de los votantes de Ciudadanos, no correspondida por el electorado popular. En Madrid, con un seguimiento mayor y una menor superioridad socialista, al final s¨ª se consigui¨® por poco dejar al PSOE con solo dos senadores ¨Cel ¨²nico ¨¦xito de la campa?a¨C gracias a que tanto el n¨²mero 1 del PP como el de Ciudadanos superaron al n¨²mero 3 del PSOE. Pero el de la formaci¨®n naranja lo hizo apenas por unos 2.000 votos, unos 0,05 puntos porcentuales, por lo que falt¨® muy poco para que Ciudadanos perdiera otro esca?o con la estrategia. Estamos por tanto ante un castigo a la cooperaci¨®n (de muchos votantes de Ciudadanos) y un premio a la defecci¨®n (de la pr¨¢ctica totalidad del electorado popular), un poderoso incentivo a no cooperar, que se ve incrementado por los comentarios en las redes sociales de votantes de los tres partidos declarando su intenci¨®n de dar sus tres votos a los suyos sin concesiones.
No todos los electores dan sus tres votos al partido que apoyan en el Congreso; algunos los reparten y otros, votantes de formaciones sin opciones, eligen el mal menor entre los grandes
No debe olvidarse que si bien los tres partidos tienen intereses comunes y cierta disposici¨®n a cooperar a favor de los mismos, tambi¨¦n son adversarios feroces en su competici¨®n por la hegemon¨ªa de la derecha. Ciudadanos dio el ¡®sorpasso¡¯ al PP en Madrid, M¨¢laga, Sevilla, C¨¢diz y Zaragoza, situ¨¢ndose como segunda fuerza tras el PSOE, lo que supone un esca?o en el Senado. Por tanto, en estas provincias ya nada ten¨ªa que ganar con la estrategia 1+1+1, pero s¨ª que perder, como le ocurri¨® en M¨¢laga. Pues bien, en todas las dem¨¢s provincias peninsulares salvo las catalanas y las vascas (quitando Navarra donde como dijimos ambos compart¨ªan lista), era el PP el que se encontraba en esta situaci¨®n, como segunda fuerza tras el PSOE, o incluso al rev¨¦s. Por tanto, eran pocas las provincias donde el PP ten¨ªa algo que ganar, mientras que en muchas le hubiera podido pasar lo que le sucedi¨® a Ciudadanos en M¨¢laga, si sus votantes hubieran secundando en mayor medida que los de la formaci¨®n naranja la estrategia 1+1+1. Eso explica por qu¨¦ en G¨¦nova no quisieron saber nada de ella, mientras Vox, sin apenas expectativas en el Senado y nada que perder, no la ve¨ªa con malos ojos. As¨ª al menos ten¨ªa alguna posibilidad, aunque al final no se materializ¨®, dado que el ¨²nico ¨¦xito, en Madrid, fue solo parcial y no bast¨® para arrebatarle otro senador al PSOE en beneficio de los de Abascal.
Repasando los resultados del resto de la pen¨ªnsula, llama la atenci¨®n que en Murcia, Palencia y Soria los socialistas como primera fuerza solo empataron a dos esca?os con los populares, la segunda fuerza. Esta supuesta anomal¨ªa se ha llegado a interpretar err¨®neamente como otro ¨¦xito de la campa?a 1+1+1, algo imposible habiendo salido elegido no solo el n¨²mero 1 sino tambi¨¦n el 2 del PP, cuando la estrategia solo beneficia al primero de la lista mientras que al segundo y tercero en todo caso les perjudica. Hay otras explicaciones para este desenlace, que no es ins¨®lito si la diferencia entre las primeras dos fuerzas es peque?a, y que de hecho ya se ha dado en elecciones anteriores, y en estos mismos comicios tambi¨¦n en Barcelona entre socialistas y ERC, no involucrados en la estrategia. Simplemente, no todos los votantes siguen el patr¨®n m¨¢s com¨²n de dar sus tres votos al partido que votan en el Congreso. Algunos los repartir¨¢n entre diferentes partidos con los que simpatizan y habr¨¢ votantes pragm¨¢ticos de partidos sin apenas opciones de conseguir un senador (como Vox) que en las elecciones al Senado eligen el mal menor entre los grandes que s¨ª las tienen (como el PP).
En las dem¨¢s provincias peninsulares el reparto era el esperado ¨Ctres senadores para la primera fuerza y uno para la segunda¨C, por lo que puede concluirse que la estrategia solo ha beneficiado (moderadamente) justo al partido m¨¢s opuesto a ella, el PP, que ha conseguido darle la vuelta a la amenaza que la campa?a supuso para sus intereses, gracias a que sus votantes apenas la secundaran. Dos de sus 56 esca?os electos son atribuibles a la estrategia, o para ser m¨¢s exacto, a su seguimiento por parte de votantes de Ciudadanos y Vox, siendo uno de los beneficiarios nada menos que el presidente saliente del Senado, P¨ªo Garc¨ªa-Escudero. Gracias al apoyo extra salva su esca?o por Madrid a expensas de un PSOE que, sin embargo, con 121 senadores electos se ha hecho con la mayor¨ªa absoluta en el Senado, tal como se preve¨ªa. El otro esca?o lo ha conseguido en M¨¢laga a costa de Ciudadanos, que puede considerarse el m¨¢s perjudicado por la estrategia, ya que qued¨¢ndose con cuatro senadores electos, la p¨¦rdida de uno pesa m¨¢s en t¨¦rminos relativos que en el caso del PSOE.
Lo ocurrido en M¨¢laga, que a punto estuvo de repetirse en Madrid, demuestra que un votante, en este caso de Ciudadanos, puede acabar perjudicando a su propio partido al seguir la estrategia, lo que obstaculiza un mayor seguimiento de la misma. Se trata de una estrategia que responde a las preferencias de aquellos votantes que dan escasa prioridad a c¨®mo se reparten los esca?os entre Ciudadanos, PP y Vox, con tal de que haya una posibilidad de que su suma crezca a expensas del PSOE.
(*) Ansgar Seyfferth es director para Espa?a y Portugal de la empresa STAT-UP Statistical Consulting & Data Science Services
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