Funcionarios: villanos o h¨¦roes
Tras esta situaci¨®n tan grave, todo quedar¨¢ en buenas intenciones porque a esta crisis sanitaria le seguir¨¢ una econ¨®mica, y ah¨ª los funcionarios se van a convertir otra vez en villanos
En la crisis econ¨®mica y financiera iniciada en 2008, y en a?os posteriores, muchos se empe?aron en propagar la idea de que los funcionarios eran los principales causantes de la crisis, e incluso convencieron de ello a amplios sectores de la sociedad. Se cre¨® la figura del funcionario villano, culpable de casi todo, por lo que cualquier ensa?amiento hacia ¨¦l estaba justificado, puesto que a ojos de buena parte de la sociedad eran los principales responsables de los males que aquejaban en esos a...
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En la crisis econ¨®mica y financiera iniciada en 2008, y en a?os posteriores, muchos se empe?aron en propagar la idea de que los funcionarios eran los principales causantes de la crisis, e incluso convencieron de ello a amplios sectores de la sociedad. Se cre¨® la figura del funcionario villano, culpable de casi todo, por lo que cualquier ensa?amiento hacia ¨¦l estaba justificado, puesto que a ojos de buena parte de la sociedad eran los principales responsables de los males que aquejaban en esos a?os a nuestra econom¨ªa.
Todo ello sirvi¨® de excusa para que el Gobierno les aplicara duras medidas, como bajarles el sueldo, reducirles los d¨ªas de vacaciones, no pagarles el sueldo en caso de enfermedad, adem¨¢s de una larga serie de regulaciones que menoscabaron de forma muy importante el nivel de vida de los empleados p¨²blicos y sus condiciones laborales.
La elecci¨®n del colectivo de funcionarios como cabeza de turco no era casual, puesto que se trata de personas que, en ocasiones, provocan cierta envidia en muchos sectores, al disponer de un trabajo asegurado casi a perpetuidad, y porque, adem¨¢s, son percibidos tambi¨¦n por una parte de la sociedad, en su condici¨®n de funcionario, como personas propensas al escaqueo.
Lo que casi nunca se cuenta es que los funcionarios que engloban ampl¨ªsimas categor¨ªas funcionariales, como inspectores de Hacienda del Estado, m¨¦dicos, enfermeras, y dem¨¢s personal sanitario, maestros, t¨¦cnicos comerciales del Estado, jueces, fiscales, profesores de educaci¨®n, y un largo etc¨¦tera, est¨¢n ah¨ª por m¨¦ritos propios, despu¨¦s de pasar unos procesos selectivos muy exigentes, en los que durante a?os se han dejado parte de su salud y renunciado a relaciones personales y sociales, circunstancias que no se exigen para acceder a cualquier trabajo del sector privado. Ahora que los ciudadanos saben lo que es un confinamiento, se pueden imaginar lo que supone estar varios a?os encerrado en casa con la ¨²nica obsesi¨®n de sacar el m¨¢ximo n¨²mero de horas de estudio al d¨ªa para aprobar una oposici¨®n.
Esa parte de la ciudadan¨ªa enervada tampoco percibe que la independencia del funcionario ¨Dque exige puesto de trabajo y sueldo asegurados, fuera del alcance de las manos del pol¨ªtico de turno¨D es una garant¨ªa de profesionalidad y de independencia para que el Estado funcione fuera de los avatares y colores pol¨ªticos, tal como suced¨ªa en el siglo XIX cuando el Gobierno cesaba a todos sus funcionarios y nombraba a otros a su imagen y semejanza.
Conviene aclarar, sin embargo, que no son funcionarios los pol¨ªticos, ni tampoco sus asesores, esos que en ocasiones se quedan en el puesto aunque el pol¨ªtico que los ha nombrado se haya ido; tampoco pertenecen al grupo de funcionarios aquellos recomendados que entran a dedo en algunas Administraciones u Organismos P¨²blicos.
Pues bien, esos mismos funcionarios, tan denostados antes por algunos sectores de la sociedad, son los sanitarios que ahora se juegan la vida intentando salvar vidas; son los militares que han montado en tiempos r¨¦cord hospitales de campa?a o que han desinfectado cientos de residencias de mayores; son los funcionarios de los servicios de empleo que se han visto desbordados con los ERTES y est¨¢n haciendo un gran esfuerzo para que todos los trabajadores afectados cobren cuanto antes el paro o las subvenciones.
Tambi¨¦n son funcionarios las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado que est¨¢n vigilando que se cumpla el estado de alarma, por el bien de todos; son los diplom¨¢ticos que est¨¢n haciendo todo lo posible por repatriar a los espa?oles que se han quedado atrapados en todo el mundo; son los bomberos que est¨¢n siempre ah¨ª para cualquier emergencia. En definitiva, son miles de funcionarios, excelentemente preparados y con una gran vocaci¨®n de servicio p¨²blico los que hacen que la gran maquinaria del Estado funcione en momentos tan complicados como los que estamos viviendo en esta pandemia.
Muchos de esos funcionarios reciben a diario aplausos en los balcones, se les ensalza en los medios de comunicaci¨®n, y hasta los pol¨ªticos reconocen la enorme labor que est¨¢n haciendo, siendo calificados de h¨¦roes y en muchos casos demandando que se les recompense de alguna manera por su encomiable labor.
Mucho me temo que, una vez pasada esta situaci¨®n tan grave, todo se quedar¨¢ en buenas intenciones porque a esta tremenda crisis sanitaria le va a seguir una cruel crisis econ¨®mica, y ah¨ª los funcionarios se van a convertir otra vez en villanos.
As¨ª las cosas, en plena crisis sanitaria se ha aprovechado uno de los decretos-ley del estado de alarma para cambiar el r¨¦gimen de clases pasivas, que es previsible afecte a sus pensiones. Tambi¨¦n se empiezan a lanzar globos sonda sobre una posible bajada del sueldo de funcionarios y empleados p¨²blicos, decisiones que, de llevarse a cabo, se contradicen radicalmente con ese reconocimiento del gran trabajo que est¨¢n haciendo todos en esta situaci¨®n de pandemia.
Hay que asumir que en una ¨¦poca de crisis econ¨®mica todos tenemos que arrimar el hombro, pero antes de rebajarle el sueldo a los funcionarios villanos, ahora convertidos temporalmente en h¨¦roes, habr¨ªa que pens¨¢rselo dos veces. Ser¨ªa momento de preguntarse por qu¨¦ no se han aprobado en estos a?os de bonanza econ¨®mica todas aquellas medidas que la mayor¨ªa de los partidos pol¨ªticos propon¨ªan, como eran eliminar gastos superfluos, combatir la corrupci¨®n, reformar organismos como el Senado, o suprimir las Diputaciones.
Al final ser¨¢ verdad aquello de que siempre pagan los mismos.
Jos¨¦ Mar¨ªa Pel¨¢ez Martos es inspector de Hacienda del Estado