Lazos rotos
Es necesario que el eje franco-alem¨¢n en la UE se plantee cerrar un compromiso fiscal de sostenibilidad para unos y de reglas competitivas fiscales para otros
Nunca una cumbre europea hab¨ªa generado tanta expectaci¨®n en lo cuantitativo y, sin embargo, deja un amargo gusto en lo cualitativo. Una UE que menosprecia a sus cl¨¢sicos parece no tener en cuenta la m¨¢xima de Horacio: la palabra dicha no vuelve atr¨¢s. En Bruselas se ha dicho mucho y muy feo. Con un nivel de descalificaci¨®n entre pa¨ªses que deja dos cuestiones claras. La primera, no hay una idea com¨²n sobre el proyecto comunitario, ni siquiera parece que existan percepc...
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Nunca una cumbre europea hab¨ªa generado tanta expectaci¨®n en lo cuantitativo y, sin embargo, deja un amargo gusto en lo cualitativo. Una UE que menosprecia a sus cl¨¢sicos parece no tener en cuenta la m¨¢xima de Horacio: la palabra dicha no vuelve atr¨¢s. En Bruselas se ha dicho mucho y muy feo. Con un nivel de descalificaci¨®n entre pa¨ªses que deja dos cuestiones claras. La primera, no hay una idea com¨²n sobre el proyecto comunitario, ni siquiera parece que existan percepciones compatibles. La segunda, hay una fragmentaci¨®n manifiesta en materia fiscal, tanto en lo que se refiere a qu¨¦ es frugalidad como en cuestiones impositivas.
Con la emergencia de la covid-19 ¡ªque lejos de desaparecer sigue arreciando¡ª parec¨ªa que exist¨ªa un espacio para una nueva percepci¨®n de solidaridad. Se ha roto el buen rollo. No se debi¨® llegar a lo sucedido estos ¨²ltimos d¨ªas. De un posible plan conjunto ¡ªincluso con una suerte de eurobonos¡ª se ha pasado a los cuchillos y a que cada cual saque lo peor de s¨ª. Que exista algo de desconfianza es comprensible. Es un argumento v¨¢lido para negociar. El problema es que hasta ahora se hab¨ªa mantenido en un plano muy corto: austeros frente a gastosos. Y ese corto alcance ha hecho que pa¨ªses como Holanda fagociten la cumbre y tengan excesivo protagonismo y cerraz¨®n. Sobre todo, porque si se abre la perspectiva, su fiscalidad tambi¨¦n es ampliamente criticable. Junto con otros como Irlanda o Luxemburgo, se trata de Estados miembros con un tratamiento impositivo demasiado generoso a las empresas all¨ª residentes y poco compatible con un mercado ¨²nico competitivo. Muchos lo entienden como deslealtad fiscal, aunque estos pa¨ªses lo definen como libre mercado. La reciente sentencia del Tribunal General de la UE liberando a Apple del pago de 13.000 millones en impuestos en Irlanda termin¨® por destapar las verg¨¹enzas. Tal vez haya sido tambi¨¦n motivo de que estos pa¨ªses defiendan su terreno como gato panza arriba.
El irrespirable clima de la cumbre dejaba claro que, con acuerdo o sin ¨¦l, se hab¨ªan causado heridas que van a supurar durante mucho tiempo. En un contexto de pandemia y dificultades para el movimiento transfronterizo en la UE, la desconfianza generada lo empeora todo. Hubo posiciones demasiado enfrentadas desde el inicio de la cumbre. Todos saben que mantener niveles y estructuras fiscales tan distintas es insostenible, pero nadie estaba dispuesto a dar su brazo a torcer.
El orden causa-efecto tambi¨¦n se ha adulterado. No se ten¨ªa que haber dado pie a que se exigiera tan bruscamente que pa¨ªses como Espa?a emprendieran reformas para poder contar con los fondos de recuperaci¨®n. De acuerdo que es obligaci¨®n espa?ola y de otros pa¨ªses haber planteado reformas hace tiempo. Desde la ¨²ltima crisis ¡ªy tambi¨¦n obligados¡ª no se han realizado transformaciones de calado para aumentar la competitividad y suficiencia fiscal. Sin embargo, tambi¨¦n es necesario que el eje franco-alem¨¢n ¡ªcuya firmeza es voluble¡ª se plantee cerrar un compromiso fiscal de sostenibilidad para unos y de reglas competitivas fiscales para otros. Y, sobre todo, mucho m¨¢s respeto entre todos.