Negocios ante el precipicio: ¡°Prefiero cerrar antes de ahogarme¡±
Bares, pero tambi¨¦n tiendas de ropa, feriantes o aut¨®nomos que viven del turismo han sufrido el zarpazo de las restricciones. Estas son ocho de sus historias
Siempre ha habido proyectos fracasados. Negocios que hoy est¨¢n y ma?ana, cuando el cliente se presenta ante su puerta, de repente se han convertido en pasado. Una mala planificaci¨®n, previsiones que nunca llegaron a cumplirse, jubilaciones o el simple deseo de pasar a otra cosa. Esta vez es diferente. La pandemia ha golpeado a comercios rentables. Tiendas boyantes han pasado a depender de ayudas p¨²blicas para sobrevivir. Y aquellas con menos margen en sus cuentas han quedado fuera de juego.
Con m¨¢s de 3,2 millones de afiliados al r¨¦gimen de aut¨®nomos a finales de octubre, las cifras oficiales hablan de solo 3.720 menos que en diciembre. Las organizaciones sindicales lo consideran una ilusi¨®n. Aferr¨¢ndose a las prestaciones p¨²blicas o a los ahorros, muchos se resisten a dar de baja el negocio de su vida, pero esa f¨¦rrea capacidad de aguante tiene l¨ªmites, y en algunos casos acabar¨¢ desmoron¨¢ndose. El bar¨®metro de la Asociaci¨®n de Trabajadores Aut¨®nomos dice que hay un mill¨®n de ellos en el alambre, la expresi¨®n con la que se refieren a que su facturaci¨®n es una quinta parte de lo que era en 2019. Uno de cada tres tiene deudas pendientes, y, si se cumplen los peores pron¨®sticos, miles de ellos acabar¨¢n bajando la persiana.
En muchos casos, su culpa se limita a haber estado en el lugar equivocado en el momento m¨¢s inoportuno. El mundo, a?o 2020 despu¨¦s de Cristo. El economista brit¨¢nico John Maynard Keynes advirti¨® una vez a los inversores dici¨¦ndoles que los mercados pueden permanecer irracionales m¨¢s tiempo del que ellos pueden ser solventes. La versi¨®n pand¨¦mica de esa cita est¨¢ grab¨¢ndose a estas horas en el callejero de Sevilla, Murcia, Barcelona o Madrid. Para algunos due?os de negocios, rentables en tiempos de buena salud y puertas abiertas, el virus puede durar m¨¢s tiempo del que pueden soportar. El 31 de enero de 2021 es la nueva fecha marcada en el calendario. Ese d¨ªa caduca la pr¨®rroga de los ERTE si antes no se anuncia una nueva pr¨®rroga.
El salvavidas p¨²blico ha marcado una diferencia abismal con el golpe de crisis anteriores, pero sigue siendo un parche necesario. El verdadero partido se juega en los laboratorios y la calle. En miles de hogares se contiene la respiraci¨®n con cada avance de la vacuna y cada bajada del n¨²mero de contagiados, hospitalizados o enfermos graves. Supone un d¨ªa menos de incertidumbre para feriantes sin ni?os a los que marear, zapateros sin viandantes de suelas gastadas, gu¨ªas sin turistas de caminar relajado y billetera agradecida o bares y restaurantes sin clientes a los que servir otra raci¨®n. Todos ellos conforman una nueva clase: las v¨ªctimas econ¨®micas de la pandemia. No son los ¨²nicos: desempleados, reci¨¦n llegados al mercado laboral o asalariados de sueldos congelados tampoco lo tienen f¨¢cil. Pero la apertura de un negocio se parece mucho a iniciar una relaci¨®n seria. Nadie que la empieza piensa que alg¨²n d¨ªa terminar¨¢.
¡°Podemos aguantar cerrados un par de meses. Despu¨¦s nos quedar¨ªa abrir y morir¡±
PILUKA ARANGUREN | Bar Lo M¨¢ximo | Madrid
¡°Y de repente una pandemia. Qu¨¦ pod¨ªa pasar peor de lo que ya nos hab¨ªa pasado¡±. Piluka Aranguren qued¨® en shock, estancada, cuando en marzo cerraron Bodegas Lo M¨¢ximo, un garito con 50 a?os de historia y s¨ªmbolo de la resistencia cultural frente a la gentrificaci¨®n acelerada del barrio madrile?o de Lavapi¨¦s.
Al estupor general por el estado de alarma y la crisis sanitaria se un¨ªa que su negocio, una cooperativa regentada por tres socias, acababa de librar, y ganar, una batalla contra el fondo de inversi¨®n brit¨¢nico que hab¨ªa comprado su edificio y que en un principio no contaba con renovar su contrato de alquiler. ¡°Despu¨¦s de 20 a?os con nuestro propio proyecto, funcionando como funcionaba, a la edad que tenemos ya, era complicado plantearse que de la noche a la ma?ana estar¨ªamos en la calle sin un duro¡±, cuenta Aranguren de 52 a?os. Tras un sinf¨ªn de reuniones lograron convencer a los nuevos propietarios de que el bar era interesante para ellos y llegaron a un acuerdo para unos cuantos a?os m¨¢s. ¡°Si hay una persona humana detr¨¢s de un fondo de inversi¨®n nos ha tocado¡±, r¨ªe Piluka.
La alegr¨ªa dur¨® poco. Con la crisis del coronavirus agrav¨¢ndose d¨ªa tras d¨ªa, y los plazos para volver a subir la persiana difumin¨¢ndose, decidieron esperar hasta despu¨¦s de verano. Bodegas Lo M¨¢ximo es un bar de ¡°barra petada¡±, describe Elena Ros, otra de las socias, sin posibilidad de terraza, con un aforo de 52 personas y un horario de siete de la tarde a dos de la ma?ana, una hora m¨¢s en fin de semana. Y nunca fue un negocio para hacer dinero. ¡°Todo lo que entra sale en forma de trabajo digno, horarios repartidos, proveedores y gastos mensuales. No tenemos ahorros¡±, a?ade Ros, que lleva las cuentas. Su proyecto, en realidad, naci¨® en el a?o 2000 para aunar las facetas art¨ªsticas de sus socias con una actividad que les permitiera contar con una fuente de ingresos estable. Piluka Aranguren es una cantante con una larga trayectoria que le ha llevado a colaborar con Tonino Carotone o Amparanoia; Mamen Fuertes es fot¨®grafa y Elena trabaja en producci¨®n de circo. La pandemia golpe¨® el bar, pero tambi¨¦n su actividad art¨ªstica.
Con los siete trabajadores del bar en ERTE, en mayo la cosa empez¨® a ponerse fea. La cuenta corriente fue reduci¨¦ndose hasta casi llegar a cero y entonces decidieron pedir un cr¨¦dito ICO de 15.000 euros para hacer frente a los gastos. Septiembre lleg¨®, pero la pandemia hab¨ªa vuelto a empeorar. ¡°El fondo de inversi¨®n nos condon¨® el alquiler, eso fue nuestra salvaci¨®n¡±, asegura Aranguren, que intenta mantener cierto optimismo, aunque el tiempo se les acaba a la espera de que se suavicen unas restricciones que hacen inviable su apertura. ¡°Espero que no estemos hablando de que en dos o tres meses Lo M¨¢ximo echa la persiana. Podemos aguantar cerrados un par de meses. Despu¨¦s nos quedar¨ªa abrir y morir. Esa es la ¨²ltima intentona¡±.
¡°Las ferias pueden servir de terapia psicol¨®gica, para devolver la alegr¨ªa¡±
MANUEL CA?ADILLAS | Feriante | Murcia
A sus 39 a?os, Manuel Ca?adillas ha pasado toda su vida entre atracciones, luces y olor a algod¨®n de az¨²car. Es la sexta generaci¨®n de una familia de feriantes de Alcantarilla (Murcia) a quien la crisis del coronavirus ha dejado en un limbo en el que no puede trabajar pero sigue obligado a asumir los gastos que supone el negocio, en su caso, dos atracciones y un remolque de venta de gofres. La temporada para los feriantes, explica, se prolonga de marzo a octubre: la de este 2020 se ha perdido por completo.
Solo unos d¨ªas antes del primer decreto de estado de alarma, Ca?adillas se encontraba en Castell¨®n, preparando sus atracciones para la Feria de la Magdalena. Entonces el Ayuntamiento de la ciudad les anunci¨® que se cancelaban las fiestas. ¡°Nos devolvieron el 80% de lo que hab¨ªamos pagado en tasas, pero ah¨ª empezaron las p¨¦rdidas, porque la gasolina que gast¨¦ en los viajes y lo que ya hab¨ªa invertido en reparaciones, eso no me lo da nadie¡±, lamenta. Solo el mantenimiento de sus atracciones supone una inversi¨®n de unos 10.000 euros anuales. Desde entonces, casi los ¨²nicos ingresos que han entrado en casa de Ca?adillas, casado y con dos hijas adolescentes, han sido los de la prestaci¨®n por cese de actividad. Tambi¨¦n algunos extras en los meses de verano, al mando de un remolque de gofres en municipios de la costa murciana.
La situaci¨®n, asegura, se presenta ahora ¡°desesperada e incierta¡±: sin ayudas espec¨ªficas para un sector que en Espa?a aglutina a unas 40.000 personas, sin perspectivas de recuperar la actividad y con la obligaci¨®n de seguir pagando las cuotas de aut¨®nomo, el impuesto de veh¨ªculos de tracci¨®n mec¨¢nica, el mantenimiento de las atracciones y los gastos de cualquier hogar, desde la hipoteca hasta la alimentaci¨®n. En su opini¨®n, la soluci¨®n pasar¨ªa por que los ayuntamientos permitieran instalar ferias con l¨ªmites de aforo y cumpliendo todas las garant¨ªas sanitarias. ¡°Son espacios de ocio al aire libre, se pueden desinfectar, no hay constancia de que hayan supuesto ning¨²n foco de contagio. Y pueden servir hasta de terapia psicol¨®gica para la gente, para devolver la alegr¨ªa a los ni?os¡±, apunta.
¡°La pandemia ha sido letal para el comercio tradicional"
ESTHER ESTRADA | Alpargater¨ªa Estrada | San Sebasti¨¢n
San Sebasti¨¢n pierde una tienda ¡°de toda la vida¡±. Cierra la Alpargater¨ªa Estrada, una v¨ªctima m¨¢s del coronavirus. Habr¨¢ muy pocos donostiarras que no hayan comprado alguna vez unas alpargatas o unas zapatillas en este min¨²sculo comercio de la Parte Vieja. La pandemia ha sido como un tsunami que pone fin a 80 a?os de historia. ¡°Hemos aguantado hasta ver si pasaba esta racha, pero en vista de que todo va a peor, en agosto pasado tomamos la decisi¨®n de cerrar. Ha sido muy doloroso, me da mucha pena echar la persiana a finales de a?o¡±, afirma su propietaria, Esther Estrada.
La alpargater¨ªa reabri¨® a mediados de mayo, tras el confinamiento, pero las ventas desde entonces han ido cayendo en picado. ¡°La tienda funcionaba bien, daba para contratar a una dependienta y sacar un peque?o suplemento a mi pensi¨®n. Pero este verano ha sido muy malo y septiembre, catastr¨®fico. En estos ¨²ltimos cuatro meses y medio hemos vendido lo mismo que en junio del a?o pasado¡±, se lamenta la due?a, de 74 a?os y jubilada hace nueve.
Los padres de Esther abrieron la Alpargater¨ªa Estrada en 1940, en plena posguerra, en una ¨¦poca de muchas estrecheces. Primero su madre modista y despu¨¦s sus hijas han regentado estos 16 metros cuadrados, un local sin almac¨¦n ni ba?o, donde todo el g¨¦nero est¨¢ a la vista. ¡°Yo no he metido ni un solo clavo aqu¨ª. Todo est¨¢ como el primer d¨ªa. Hay que hacer un verdadero puzle para tenerlo todo en su sitio¡±.
El aspecto tradicional de la alpargater¨ªa, su fachada ¡°de siempre¡± y el g¨¦nero que ofrec¨ªa ¨C"todas mis alpargatas est¨¢n cosidas a mano", precisa Esther¨C han sido el principal gancho de Estrada. A esta alpargater¨ªa sol¨ªan venir vascos que viven en Venezuela, M¨¦xico o EE UU para llevarse calzado para sus familias. Tambi¨¦n actores y actrices que acud¨ªan al Festival de Cine y a las funciones de teatro. ¡°Un d¨ªa se present¨® la infanta Elena; casi me da algo cuando la vi entrar¡±, recuerda Esther, que conoc¨ªa el pie que calzaban sus clientes habituales: ¡°Es un producto que no encuentras en muchos sitios y que llama mucho la atenci¨®n a los extranjeros¡±. Adem¨¢s de alpargatas y zapatillas de casa, Estrada vende menorquinas, victorias, babuchas, safaris¡ Ahora lo tiene todo a mitad de precio: las alpargatas cl¨¢sicas a seis euros, por ejemplo.
Alpargater¨ªa Estrada pudo acomodarse hace a?os a los nuevos h¨¢bitos de consumo que trajeron los grandes centros comerciales, tambi¨¦n resisti¨® la competencia de los comercios chinos¡ Pero la pandemia "ha sido letal para el comercio tradicional¡±: ¡°Da mucha pena, pero no puedo aguantar este golpe. Tengo que pagar un sueldo y ahora tendr¨ªa que comprar todo el g¨¦nero para el verano de 2021, pero ?qui¨¦n sabe c¨®mo vamos a estar el a?o que viene?¡±. Entre l¨¢grimas, Esther Estrada reconoce: ¡°Me est¨¢ dando mucha tristeza ver que las estanter¨ªas empiezan a vaciarse¡±.
¡°La gente quiere seguir viajando¡±
PABLO V?ZQUEZ | Empresario tur¨ªstico | M¨¢laga
¡°Es como visitar la ciudad con un amigo¡±, dice Pablo V¨¢zquez, m¨¢ximo responsable de Spain Food Sherpas. Su empresa gu¨ªa a turistas de todo el mundo por restaurantes, bares con solera, mercados o lugares emblem¨¢ticos de M¨¢laga, Granada y Sevilla desde 2014. La firma no ha dejado de crecer desde entonces: suman m¨¢s de 20.000 clientes, 7.000 de ellos solo en 2019. Con las buenas previsiones tur¨ªsticas para 2020, este a?o planificaban aterrizar en Valencia y Madrid, pero todo se trunc¨® el 14 de marzo. Aquel d¨ªa, Spain Food Sherpas ofrec¨ªa su ¨²ltimo tour. Desde entonces, la nada.
¡°Las cancelaciones ya hab¨ªan empezado en febrero, pero se convirtieron en un aluvi¨®n¡±, recuerda V¨¢zquez, 39 a?os, un ingeniero de Montes con pasado en el sector p¨²blico y en el privado. El malague?o ya hab¨ªa creado un negocio de importaci¨®n de productos andaluces en Alemania tras residir un a?o en Suecia. En el confinamiento ces¨® su actividad, llevando a sus dos empleados a un ERTE mientras que la decena de colaboradores ¨Caut¨®nomos todos¨C afrontan un complicado presente y un futuro lleno de incertidumbres. Como el de la propia compa?¨ªa, que debe reinventarse para sobrevivir: la crisis sanitaria ha acabado con algunas de las empresas con las que trabajaban. El patronato de turismo Costa del Sol cifra en 9,3 millones los viajeros que la zona ha perdido este a?o. Y Juan Mar¨ªn, consejero de Turismo de la Junta de Andaluc¨ªa, calcula que la regi¨®n perder¨¢ 14,5 millones de turistas en 2020, m¨¢s de la mitad de los 32 millones de 2019.
El 85% de la clientela de Spain Food Sherpas reservaba las rutas online, y la esperanza de V¨¢zquez es que la pandemia impulsar¨¢ a¨²n m¨¢s la digitalizaci¨®n. Consciente, adem¨¢s, de que las nuevas generaciones disfrutan desde casa organizando su viaje, el empresario malague?o ha aprovechado estos meses para formarse m¨¢s en nuevas tecnolog¨ªas. ¡°Es ah¨ª donde queremos destacar¡±, subraya optimista, porque opina que ¡°m¨¢s pronto que tarde¡± la situaci¨®n volver¨¢ a como estaba antes de marzo. ¡°La gente quiere seguir viajando¡±, insiste.
¡°En junio comenzaron las rebajas de una temporada que no se hab¨ªa vendido. Eso hizo da?o¡±
B?RBARA SICRE | Ropa infantil Neverland for kids | C¨¢diz
Este verano deb¨ªa ser el de B¨¢rbara Sicre y su tienda de moda infantil Neverland for kids. ¡°Despu¨¦s de tres a?os, ya est¨¢bamos afianzadas y era la campa?a del despegue¡±, rememora la empresaria gaditana de 40 a?os. En lugar de eso, en septiembre tom¨® la dolorosa decisi¨®n de cerrar su tienda en la calle Jos¨¦ del Toro, en pleno centro de la capital. ¡°Prefiero cerrar antes de ahogarme m¨¢s¡±, resume la comerciante apenas una semana despu¨¦s de entregar las llaves de su local.
En el que deb¨ªa ser su a?o dorado, Neverland celebr¨® su tercer aniversario de marzo en pleno confinamiento. A Sicre y a la socia que ten¨ªa entonces la primera ola les sorprendi¨® con ¡°cajas de pedidos de ropa a¨²n por abrir¡±. El negocio, como otros muchos, qued¨® congelado: los propietarios del local le perdonaron el alquiler de 1.700 euros mensuales, el banco le permiti¨® pagar solo las comisiones de su cr¨¦dito, y accedi¨® a una ayuda de 600 euros mensuales como aut¨®noma por cese de actividad. Pero la debacle vino con la reapertura: ¡°En junio comenzaron las rebajas de una temporada que no se hab¨ªa vendido. Eso hizo da?o¡±.
A finales de ese mes, la socia de Sicre abandon¨® el barco y, en apenas dos meses, la empresaria tom¨® la decisi¨®n m¨¢s dif¨ªcil: ¡°Me qued¨¦ sola y ve¨ªa el inverno inestable y malo¡±. Pese a todo, se ha mantenido de alta como aut¨®noma para probar suerte con la tienda online que cre¨® en 2018. Ver¨¢ si ¡°compensa¡± probar suerte en la red y, en el futuro, crear un showroom en una zona de su casa para seguir atendiendo las celebraciones para ni?os ¡ªcomo las comuniones¡ª. ¡°Parece que estos a?os se van a la basura, pero quiero pensar que no. Voy a intentar readaptarme¡±, zanja con esperanza.
¡°El panorama cambia cada 15 d¨ªas, an¨ªmicamente estoy en una monta?a rusa¡±
MANUEL EGU?A | Due?o de tiendas de souvenirs | Sevilla
Manuel Egu¨ªa mantiene cerradas 10 de sus 11 tiendas de souvenirs en Sevilla, pero con la esperanza de abrir nueve de ellas cuando regresen los turistas. De sus 40 empleados, solo est¨¢n en activo su mujer, Encarnaci¨®n L¨®pez, de 51 a?os, y ¨¦l (de 54). Once contratados permanecen acogidos a un ERTE. El resto de trabajadores eran eventuales y sus contratos se extinguieron entre primavera y verano. ¡°An¨ªmicamente estoy en una monta?a rusa. Aguantar depende de lo que te diga el banco y mi intenci¨®n es continuar, pero el panorama cambia cada 15 d¨ªas. La incertidumbre es lo peor para hacer proyectos a corto plazo¡±, relata.
El grupo empresarial de Egu¨ªa ¨Cformado por las firmas Padilla Crespo, Egu¨ªa Souvenir y Manolete Souvenir¨C factur¨® 3,5 millones el a?o pasado, pero con la pandemia los ingresos han ca¨ªdo a solo un 15%. ¡°Aunque estos d¨ªas son de cero porque no tenemos p¨²blico¡±, matiza. El cierre perimetral de la ciudad de Sevilla remat¨® hace dos semanas la ausencia de clientela, cada vez m¨¢s acuciante. Sobre el futuro cercano, Egu¨ªa ve nubarrones: ¡°Yo no quiero despedir a nadie, pero si los ERTE no se prorrogan¡ Nuestra actividad tur¨ªstica no se incluy¨® en la exoneraci¨®n [en las cuotas a la Seguridad Social, del 75% al 85%]¡±.
Durante el confinamiento de marzo y abril, negoci¨® con su decena de caseros y algunos le condonaron el alquiler, otros lo redujeron al 50% y otros mantuvieron el precio. ¡°Solo con la tienda situada cerca de la Giralda fue imposible el acuerdo y por eso cerramos definitivamente¡±.
El abuelo de Egu¨ªa empez¨® el negocio a principios del siglo XX en And¨²jar (C¨®rdoba). Hoy el nieto solo mantiene una tienda abierta en Sevilla, que incluye un taller artesanal de sombreros. En 2019 tuvo 8.500 clientes. Este a?o han ca¨ªdo a solo 2.200 (un millar desde el 15 de marzo), el 60% turistas extranjeros y el 40% nacionales. La venta de sombreros de verano cay¨® un 30%, los de invierno un 70%. ¡°A pesar de todo soy optimista porque hemos capeado el temporal y conf¨ªo en que el turismo se recupere en 2022¡±, concluye el empresario.
¡°El coronavirus nos ha dado la puntilla¡±
GONZALO ALONSO | Zapater¨ªas Gonzalo Alonso | Valladolid
La crisis sanitaria ha jubilado a Gonzalo Alonso. Este vallisoletano de 65 a?os mira apenado el escaparate desnudo de una de las dos tiendas de zapatos que ha regentado durante 40 a?os, en la Bajada de la libertad y en la calle de las Angustias. Ambas han sucumbido al coronavirus. No queda calzado en esas paredes adornadas en honor al festival de cine Seminci, celebrado en el cercano teatro Calder¨®n. El cataclismo econ¨®mico ha dado ¡°la puntilla¡± a un negocio corneado por otra pandemia para el peque?o comercio: la venta online, alimentada por comerciantes que ofrecen precios m¨¢s competitivos que los tenderos de calle.
Alonso habla de ¡°terremoto¡±. Las p¨¦rdidas han superado el 40%: imposible mantener a las dos dependientas contratadas ni que ¨¦l y su esposa, que se repart¨ªan en los establecimientos, dejen de perder dinero. Mejor cerrar. ¡°La gente ven¨ªa con miedo¡±, explica, pese a las precauciones para evitar contagios. El refr¨¢n ¡°mal que no mejora, empeora¡± se ha convertido en el mantra del hijo del expresidente del Real Valladolid Gonzalo Alonso. No en vano luce un pin y la mascarilla a juego. Su padre, fallecido en junio a los 95 a?os, logr¨® el ¨²nico t¨ªtulo para las vitrinas del club: una copa de la Liga en 1984. Su hijo lamenta haber vaciado las suyas a precios p¨ªrricos: un saldista le ha pagado tres euros por cada par, valorados en m¨¢s de 25.
Las cifras contrastan con aquellos gloriosos a?os ochenta, traducidos en datos como 50 millones de pesetas en ventas y 18.000 pares dispensados. Al llegar el euro, facturaban 150.000 anuales. Y de ah¨ª, baj¨®n tras baj¨®n. El pasado junio solo despacharon 300 pares. ¡°Una ruina, no podemos subsistir¡±, zanja este habitante de una ciudad donde los ¡°Se vende¡± o ¡°Se alquila¡± se extienden en locales que no han superado el contagio de la crisis econ¨®mica.
¡°Es una pena, ten¨ªa mucha ilusi¨®n¡±
CARLOS MART?NEZ | Moda de hombre The Wrong Shop | Santiago de Compostela
Carlos Mart¨ªnez ha trabajado en tiendas desde los 23 a?os. Antes de empezar su ¨²ltima aventura detr¨¢s de un escaparate estuvo en Madrid, C¨¢diz e Inglaterra. Pero decidi¨® regresar a Galicia para estar m¨¢s cerca de su familia. Hace seis a?os, el cangu¨¦s, ahora de 49, decidi¨® dejar su trabajo en un local de ropa masculina en Santiago de Compostela para abrir una propia: The Wrong Shop. Decidi¨® apostar por el casco hist¨®rico, confiado en que el turismo le ayudar¨ªa a crecer. Acert¨®: su empresa se mantuvo bien los primeros a?os y empez¨® a despegar mucho mejor en los ¨²ltimos dos. Todo cambi¨® en pocos meses. La falta de turistas le hizo perder m¨¢s de la mitad de las ventas respecto al verano del a?o pasado.
Mart¨ªnez no ve otra opci¨®n que cerrar. ¡°Es una pena, porque ten¨ªa mucha ilusi¨®n¡±, agrega al recordar que ¨¦l mismo levant¨® el suelo del local para la remodelaci¨®n. Se necesit¨® mucho trabajo porque, seg¨²n cuenta, nadie lo hab¨ªa usado en 15 a?os. Ten¨ªa 26 cubos de agua para contener las goteras. Todav¨ªa se distingue la est¨¦tica di¨¢fana y moderna que dio al local entre los escaparates medio vac¨ªos de la calle. En el fondo, detr¨¢s de un gran mostrador, est¨¢ Mart¨ªnez solo. Ten¨ªa una empleada a la que puso en un ERTE en marzo. Nunca regres¨® a la tienda porque dejaron de abrir todo el d¨ªa.
Dado que no quiso pedir ayudas, la situaci¨®n era insostenible para hacer frente al alquiler de 2.500 euros y los impuestos de m¨¢s de 5.000. Para este empresario, el cierre es el final de su etapa en el comercio. Tiene claro que quiere alejarse de la ciudad y regresar a su aldea en el municipio pontevedr¨¦s de Cangas de Morrazo. Asegura que no puede convivir m¨¢s con unos vecinos que tienen miedo a una crisis sanitaria en la que ¨¦l no cree. No oculta su hartazgo y se niega a usar mascarilla. Cuando cierre esto se apuntar¨¢ al paro y despu¨¦s¡ ¡°sobre la marcha¡±.
Con informaci¨®n de Antonio Nieto (Madrid), Virginia Vadillo (Murcia), Mikel Ormazabal (San Sebasti¨¢n), Nacho S¨¢nchez (M¨¢laga), Jes¨²s A. Ca?as (C¨¢diz), Javier Mart¨ªn-Arroyo (Sevilla), Juan Navarro (Valladolid) y Caridad Bermeo (Santiago de Compostela).