Elogio a Janet Yellen, la economista
Su pensamiento riguroso se vuelve m¨¢s importante en momentos de locura como los que vivimos
Es dif¨ªcil exagerar lo entusiasmados que est¨¢n los economistas con el hecho de que Joe Biden haya escogido a Janet Yellen como pr¨®xima secretaria del Tesoro (cargo equivalente a ministra de Econom¨ªa). Parte de este entusiasmo refleja la naturaleza revolucionaria de su nombramiento. No solo ser¨¢ la primera mujer que ocupe el cargo, sino que tambi¨¦n ser¨¢ la primera persona que haya ejercido los tradicionales tres cargos m¨¢ximos en la pol¨ªtic...
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Es dif¨ªcil exagerar lo entusiasmados que est¨¢n los economistas con el hecho de que Joe Biden haya escogido a Janet Yellen como pr¨®xima secretaria del Tesoro (cargo equivalente a ministra de Econom¨ªa). Parte de este entusiasmo refleja la naturaleza revolucionaria de su nombramiento. No solo ser¨¢ la primera mujer que ocupe el cargo, sino que tambi¨¦n ser¨¢ la primera persona que haya ejercido los tradicionales tres cargos m¨¢ximos en la pol¨ªtica econ¨®mica estadounidense: presidenta del Consejo de Asesores Econ¨®micos, presidenta de la Reserva Federal y ahora secretaria del Tesoro. Y s¨ª, hay algo de desquite con Donald Trump, quien supuestamente le neg¨® el merecido segundo mandato como presidenta de la Reserva Federal, en parte porque le parec¨ªa demasiado baja.
Pero la buena noticia sobre Yellen es que va m¨¢s all¨¢ de su incre¨ªblemente distinguida trayectoria como funcionaria p¨²blica. Antes de ocupar cargos pol¨ªticos era una investigadora en toda regla. Y fue, en concreto, una de las principales figuras en un movimiento intelectual que ayud¨® a salvar la macroeconom¨ªa como disciplina ¨²til, en un momento en el que esa utilidad estaba sometida a ataques externos e internos.
Antes de llegar a eso, perm¨ªtanme hablar de la ¨¦poca de Yellen en la Reserva Federal, en especial el tiempo que pas¨® en la junta de ese organismo, a principios de la d¨¦cada de 2010, antes de convertirse en su presidenta. En aquel momento, la econom¨ªa estadounidense estaba recuper¨¢ndose muy lentamente de la Gran Recesi¨®n, una recuperaci¨®n impedida, a prop¨®sito, por los congresistas republicanos que, fingiendo preocuparse por el endeudamiento nacional, impusieron recortes de gasto que perjudicaron significativamente el crecimiento. Pero el gasto no era el ¨²nico tema de debate; hab¨ªa tambi¨¦n feroces disensiones en torno a la pol¨ªtica monetaria.
Espec¨ªficamente, mucha gente en la derecha condenaba los esfuerzos de la Reserva Federal por rescatar la econom¨ªa de los efectos de la crisis financiera de 2008. Entre ellos, por cierto, se encontraba Judy Shelton, la inepta sin paliativos que Trump sigue intentando instalar en la junta de la Fed, y que en 2009 advirti¨® de que las medidas de la Reserva Federal producir¨ªan una ¡°inflaci¨®n ruinosa¡± (Pista: no lo hicieron).
Incluso dentro de la Reserva Federal hab¨ªa una divisi¨®n entre los ¡°halcones¡±, preocupados por la inflaci¨®n, y las ¡°palomas¡±, que insist¨ªan en que la inflaci¨®n no era una amenaza en una econom¨ªa deprimida y que la prioridad deb¨ªa ser luchar contra la depresi¨®n. Yellen era una de las palomas m¨¢s destacadas, y un an¨¢lisis llevado a cabo por The Wall Street Journal en 2013 concluy¨® que, de los pol¨ªticos de la Reserva Federal, ella era quien hab¨ªa presentado los pron¨®sticos m¨¢s acertados.
?Por qu¨¦ eran acertadas sus conclusiones? Parte de la respuesta, dir¨ªa yo, se remonta al trabajo acad¨¦mico que realiz¨® en la d¨¦cada de 1980. En aquel entonces, como ya he insinuado, la macroeconom¨ªa ¨²til estaba en entredicho. Cuando digo ¡°macroeconom¨ªa ¨²til¡± me refiero a la opini¨®n, compartida por economistas tan diversos como John Maynard Keynes o Milton Friedman, de que la pol¨ªtica monetaria y fiscal pod¨ªa utilizarse para luchar contra las recesiones y paliar sus estragos econ¨®micos y humanos. Este punto de vista no suspendi¨® el examen de la realidad; por el contrario, la experiencia de comienzos de la d¨¦cada de 1980 confirm¨® firmemente las predicciones de la macroeconom¨ªa b¨¢sica.
Pero las ciencias econ¨®micas ¨²tiles estaban amenazadas. Por un lado, los pol¨ªticos de derechas se apartaron de la teor¨ªa econ¨®mica basada en la realidad y se pasaron a las doctrinas extra?as, como que los Gobiernos pueden sacarse de la manga un crecimiento milagroso bajando los impuestos a los ricos. Un n¨²mero considerable de economistas rechazaban que la pol¨ªtica desempe?ara una funci¨®n en la lucha contra las recesiones, y afirmaban que no habr¨ªa necesidad de esa funci¨®n si los ciudadanos actuaran racionalmente en su propio inter¨¦s, y que los an¨¢lisis econ¨®micos siempre deber¨ªan partir de la base de que las personas son racionales.
Y ah¨ª es donde entr¨® Yellen; era una figura destacada en el ascenso de la ciencia econ¨®mica ¡°neokeynesiana¡±, que se basaba en una premisa clave: los seres humanos no son est¨²pidos, pero tampoco son perfectamente racionales e interesados. Y, por poco que sea, el realismo acerca de la conducta humana devuelve su validez a la defensa de las pol¨ªticas agresivas para combatir las recesiones. En investigaciones posteriores, Yellen demostr¨® que los resultados en el mercado laboral dependen en gran medida no solo de c¨¢lculos puros y duros de d¨®lares y centavos, sino tambi¨¦n de las percepciones de ecuanimidad.
Puede que todo esto parezca abstruso, pero doy fe por experiencia propia de que este trabajo tuvo un enorme impacto en muchos economistas j¨®venes, a los que b¨¢sicamente daba licencia para ser sensatos. Y me parece que hay una relaci¨®n directa entre el realismo disciplinado de la investigaci¨®n acad¨¦mica de Yellen y su ¨¦xito como pol¨ªtica. Siempre ha sido alguien que entend¨ªa el valor de los datos y los modelos. De hecho, el pensamiento riguroso se vuelve m¨¢s, no menos, importante en tiempos de locura como estos, en los que la experiencia pasada ofrece poca gu¨ªa acerca de qu¨¦ debemos hacer. Pero ella tampoco ha olvidado que la ciencia econ¨®mica trata de personas, que no son las m¨¢quinas calculadoras hiperracionales que a veces los economistas desear¨ªan que fueran.
Claro que, nada de esto significa que las cosas vayan necesariamente a salir bien. No siempre el m¨¢s veloz gana la carrera, ni el m¨¢s fuerte la batalla, pero a ambos les llega el momento y la oportunidad. El Gobierno de Trump era una funci¨®n de payasos ¨Cposiblemente el peor en la historia de Estados Unidos¨C pero las consecuencias de su incompetencia no se han puesto completamente de manifiesto hasta 2020. Aun as¨ª, es tremendamente tranquilizador saber que de la pol¨ªtica econ¨®mica se encargar¨¢ alguien que sabe lo que hace.
Paul Kruman es Premio Nobel de Econom¨ªa ? The New York Times, 2020. Traducci¨®n de News Clips