Peligro hasta el ¨²ltimo minuto
Trump todav¨ªa puede intentar amnistiarse a s¨ª mismo para evitar caer en manos de la justicia. Y hasta el 20 de enero, ?cuidado!, seguir¨¢ siendo el comandante en jefe del ej¨¦rcito m¨¢s poderoso del mundo
Al fin ha empezado la transici¨®n. Sin el imprescindible simbolismo de la llamada del perdedor al ganador y la invitaci¨®n del presidente saliente al electo para reunirse en la Casa Blanca. Donald Trump no podr¨ªa soportarlo. Tiene dos razones para su interminable rabieta. Una, subjetiva, como es su visceral negativa a admitir la verdad amarga de su derrota. La otra, estrat¨¦gica: para negarle la legitimidad a Joe Biden desde el primer d¨ªa.
Estados Unidos se queda sin el gesto de deportividad que certifica la buena salud de su democracia, pero la raz¨®n se ha impuesto al fin y, aunque siga la pataleta presidencial, el nuevo equipo cuenta ya con edificios, presupuesto y acceso a la informaci¨®n reservada, para empezar a gobernar sin tener todav¨ªa el Gobierno. Biden no se ha hecho esperar para hacer los primeros y m¨¢s significativos nombramientos.
Con Antony Blinken como secretario de Estado, apuesta por el multilateralismo y la amistad con los aliados europeos. Situar a John Kerry como enviado especial para el clima es adelantar el regreso al Acuerdo de Par¨ªs. Alejandro Mayorkas en seguridad interior es la impugnaci¨®n de la pol¨ªtica de fronteras trumpista y la recuperaci¨®n de la apertura hacia Cuba. Con Yellen emite una poderosa se?al sobre la consistencia econ¨®mica del cambio. No es el tercer mandato de Obama, dice Biden, pero todo su equipo sale de los equipos de Obama.
La transici¨®n se ha demorado 20 d¨ªas, menos que en 2000, cuando el pleito entre George W. Bush y Al Gore sobre el escrutinio en Florida la retras¨® 36. La dilaci¨®n contribuy¨® en aquella ocasi¨®n a acrecentar los riesgos de seguridad, seg¨²n la comisi¨®n de investigaci¨®n de los atentados del 11-S de 2001. Este ha sido uno de los argumentos que ha terminado haciendo mella en la resistencia numantina de Trump.
Sus m¨¢rgenes para obstaculizar a su sucesor se est¨¢n reduciendo a ojos vista. Pero no han desaparecido, especialmente en la regi¨®n del mundo donde su acci¨®n ha sido m¨¢s decisiva. Lo demuestra su propuesta infructuosa de un ataque con misiles a las instalaciones nucleares de Ir¨¢n. Ahora est¨¢ intentando obtener el reconocimiento diplom¨¢tico de Israel por parte de Arabia Saud¨ª antes de despedirse como presidente.
La ¨²ltima gira de su secretario de Estado, Mike Pompeo, diez d¨ªas pisando todos los callos desde Francia hasta Arabia Saud¨ª, exhibe la voluntad de dar guerra hasta el ¨²ltimo d¨ªa. Pompeo ha visitado los territorios ocupados de Cisjordania y el Gol¨¢n, donde ha anunciado que Washington reconocer¨¢ los productos salidos de las colonias ilegales como made in Israel, en contradicci¨®n con la legalidad internacional. Tambi¨¦n se ha reunido con Netanyahu y el pr¨ªncipe Mohamed Bin Salm¨¢n en una cumbre tan secreta como ins¨®lita.
Se enga?ar¨ªan quienes pensaran que a Trump solo le queda el poder de perdonar a los dos pavos del D¨ªa de Acci¨®n de Gracias. Todav¨ªa puede intentar amnistiarse a s¨ª mismo para evitar caer en manos de la justicia. Y hasta el 20 de enero, ?cuidado!, seguir¨¢ siendo el comandante en jefe del ej¨¦rcito m¨¢s poderoso del mundo.
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