IA: la revoluci¨®n a la que teme el ser humano
La Inteligencia Artificial promete tanto un incremento de la productividad como cambios sociales in¨¦ditos
Toshio Fukuda est¨¢ convencido de que nos encontramos en los albores de una nueva revoluci¨®n industrial, cuyo impacto en todos los ¨¢mbitos superar¨¢ con creces al de las anteriores. Y sabe bien de qu¨¦ habla, porque es presidente mundial del Instituto de Ingenieros El¨¦ctricos y Electr¨®nicos (IEEE) y uno de los principales expertos en Inteligencia Artificial del mundo. No obstante, subraya que no ser¨¢n las tecnolog¨ªas y los algoritmos que vemos en la actualidad los que cambien el planeta, sino una generaci¨®n que a¨²n est¨¢ por llegar y que superar¨¢ con creces a la actual.
¡°La Inteligencia Arti?cial (IA) est¨¢ hoy basada en el aprendizaje profundo (deep learning, en ingl¨¦s), y ese no es el que va a provocar la revoluci¨®n que se avecina porque es incapaz de razonar y est¨¢ muy limitado. Puede ser muy ¨²til en sectores en los que asiste a humanos, como el m¨¦dico, pero ser¨¢ el siguiente paso el que puede incluso llegar a superar las capacidades de nuestra especie¡±, avanza. Fukuda hace hincapi¨¦ en que tecnolog¨ªas en auge como la visi¨®n computarizada, por ejemplo, a¨²n tienen dificultades para diferenciar un vaso de una taza.
Discriminaci¨®n algor¨ªtmica
La mejor Inteligencia Artificial a la que podemos aspirar en este momento es la que m¨¢s se acerca a la forma que el ser humano tiene de actuar. Eso quiere decir que cometer¨¢ errores". Chen Haibo, fundador de la china DeepBlue, reconoce que los algoritmos que mueven los sistemas de Inteligencia Artificial no son infalibles. Ni imparciales. "Se dise?an por personas con valores ¨¦ticos diferentes para que cumplan una funci¨®n, y eso puede resultar discriminatorio". En opini¨®n de Jos¨¦ Dorronsoro, catedr¨¢tico de la Universidad Aut¨®noma de Madrid, el problema est¨¢ m¨¢s en el big data. "Puede haber sesgos en las bases de datos. Por ejemplo, si construyo mi sistema de reconocimiento facial con una base de datos solo de personas blancas, no puedo confiar en que el sistema funcione bien con personas negras. Por eso, hay que ser tan cuidadoso en la selecci¨®n de los datos como en la formulaci¨®n de los algoritmos", afirma. Como otros, ¨¦l espera que se regulen y homologuen los algoritmos para evitar estos problemas.
¡°Los robots del futuro no requerir¨¢n que nadie les d¨¦ ¨®rdenes. La gran diferencia estar¨¢ en su consciencia. Entender¨¢n lo que son ellos y lo que somos nosotros, y podr¨¢n actuar con total autonom¨ªa. Nos mirar¨¢n como un padre a su hijo¡±, a?rma Fukuda con una carcajada dif¨ªcil de interpretar. No obstante, las consecuencias que la combinaci¨®n de automatizaci¨®n e Inteligencia Artificial van a tener en el terreno socioecon¨®mico se sentir¨¢n mucho antes de que llegue ese momento, que el cient¨ª?co japon¨¦s espera para la segunda mitad de este siglo.
¡°Es evidente que peligra entre el 30% y el 40% de todos los puestos de trabajo. Poco a poco, nos acostumbramos a ver cajeros de supermercado sin personas, puestos de facturaci¨®n autom¨¢ticos en los aeropuertos o robots limpiadores. Pronto llegar¨¢n los coches aut¨®nomos y los m¨¦dicos virtuales¡±, analiza Fukuda. Sin embargo, ¨¦l es optimista. ¡°Si se invierte lo su?ciente en educaci¨®n, esos trabajos que se destruyen ser¨¢n sustituidos por otros nuevos, como sucedi¨® durante la transformaci¨®n de la sociedad agraria en una industrial¡±, declara.
De la misma opini¨®n es Wu Shuang, cient¨ª?co jefe de Yitu, una de las empresas chinas que lideran los avances del gigante asi¨¢tico en materia de Inteligencia Arti?cial. ¡°El incremento de la productividad que propician estas nuevas tecnolog¨ªas terminar¨¢ por acabar con los trabajos manuales. Y con muchos otros que requieren de capacidad intelectual. Pero surgir¨¢n empleos que ahora ni siquiera podemos imaginar, lo mismo que hace tres d¨¦cadas nadie pod¨ªa prever que se abrir¨ªa un campo como el del community manager", se?ala.
No obstante, los expertos coinciden en vaticinar que, como sucede con cualquier transici¨®n, no estar¨¢ exenta de dolor. ¡°Quienes no se adapten, desaparecer¨¢n¡±, sentencia Chen Haibo, consejero delegado de DeepBlue, otra compa?¨ªa china dedicada al desarrollo de productos basados en sistemas de Inteligencia Artificial, desde autobuses aut¨®nomos hasta modelos para operar con la mente.
Invertir en educaci¨®n, factor capital para amortiguar el inevitable desempleo.
¡°Resistirse al cambio es una actitud muy humana que nunca lleva al ¨¦xito. Quien crea que esta revoluci¨®n solo va a tener impacto en la industria, se equivoca. Todas las empresas e individuos, independientemente de su sector, deber¨ªan comenzar a prepararse y analizar tanto los riesgos como las oportunidades que las nuevas tecnolog¨ªas representan para ellos¡±, apostilla Chen.
Aunque los especialistas consideran que las segundas son m¨¢s que los primeros, enfatizan que, a diferencia de lo que sucedi¨® con la llegada de la m¨¢quina de vapor o del motor de combusti¨®n, esta nueva era industrial debe poner especial atenci¨®n en los valores ¨¦ticos de las tecnolog¨ªas que la propician, de forma similar a lo que ha sucedido con la regulaci¨®n de Internet. ¡°La tecnolog¨ªa es neutra, pero no quienes la utilizan. Lo mismo que a nosotros nos ense?an qu¨¦ est¨¢ bien y qu¨¦ est¨¢ mal cuando somos peque?os, a los robots debemos inculcarles un conocimiento ¨¦tico que impida la destrucci¨®n de nuestra sociedad, y las empresas que los emplean deben ser supervisadas por los gobiernos para que sirvan al inter¨¦s general de la humanidad¡±, concluye Fukuda.
EL DESARROLLO DE LA ECONOM?A DIGITAL, ALIADO CONTRA EL CORONAVIRUS
La gran proyecci¨®n de la econom¨ªa y de las herramientas digitales en China ha sido clave para mantener la actividad indispensable durante los dos meses de con?namiento que han sufrido los 60 millones de habitantes de la provincia de Hubei, epicentro de la pandemia del coronavirus. Las compras online y la tupida red de log¨ªstica que han construido los gigantes del comercio electr¨®nico en la ¨²ltima d¨¦cada han permitido que la poblaci¨®n ni siquiera haya tenido que salir de sus casas para hacer la compra, algo que fue estrictamente prohibido. No es de extra?ar que uno de los mensajeros que han mantenido el pa¨ªs en funcionamiento sobre su bicicleta el¨¦ctrica haya sido portada de la revista Time.
"Al principio, una persona por familia pod¨ªa salir al supermercado una vez cada dos d¨ªas. Pero luego solo se pod¨ªan hacer pedidos a trav¨¦s de WeChat, el WhatsApp chino. Todo ha funcionado a la perfecci¨®n y no nos ha faltado de nada, aunque no hemos podido pisar la calle m¨¢s que para tirar la basura", a?rma Javier Telletxea, profesor de espa?ol y youtuber al que la cuarentena dej¨® varado en la localidad de Dangyang.
Como muchos otros, al ?nal de las vacaciones del A?o Nuevo Lunar reanud¨® las clases por Internet. "Utilizamos la aplicaci¨®n Ding Talk, que est¨¢ muy bien", recuerda. As¨ª, m¨¢s de 200 millones de estudiantes han evitado perder el curso. Algo similar ha sucedido con el teletrabajo. "Aunque hay mucho presencialismo, creo que en China estamos m¨¢s acostumbrados a trabajar en remoto que en Europa, por lo que nos ha costado menos adaptarnos a la rutina del trabajo en casa", comenta Han Yue, una arquitecta empleada en un estudio de Shanghai. Pero m¨¢s vitales a¨²n han sido las herramientas de la telemedicina, que han servido para reducir la congesti¨®n de los servicios sanitarios. Buen ejemplo de ello es la aplicaci¨®n m¨®vil desarrollada por el hospital de Xuhui, tambi¨¦n en Shanghai. "Hemos pasado consulta a casi 200.000 personas que sufr¨ªan algunos de los s¨ªntomas del COVID-19. Es un primer ?ltro efectivo y nos permite destinar los recursos disponibles a quienes realmente los necesitan. Adem¨¢s, utilizando terminales de control remoto, se facilita el seguimiento de enfermos cr¨®nicos, a quienes se proporciona tratamiento en sus casas siempre que sea posible", se?ala Jian Zhou, presidente del hospital virtual. "Esta epidemia debe servir para impulsar la telemedicina, un elemento de prevenci¨®n cada vez m¨¢s importante", apostilla.
Finalmente, el Gobierno tambi¨¦n ha echado mano del big data y de la Inteligencia Arti?cial para hacer un seguimiento detallado de aquellos individuos que deb¨ªan mantenerse enclaustrados. Utilizando los datos de geolocalizaci¨®n de los operadores de telefon¨ªa y de las bases de redes de ferrocarriles y aerol¨ªneas, cada ciudadano ha recibido en su m¨®vil un c¨®digo QR con alguno de los colores de un sem¨¢foro que determina el grado de acceso a los servicios p¨²blicos y privados: verde, sin restricciones; amarillo, restricci¨®n de movimientos; rojo, cuarentena estricta. Este c¨®digo se ha convertido en pasaporte universal durante la epidemia y ha servido para incrementar la con?anza en el sistema.