Novelas y billetes sobre ruedas en Salamanca
La Diputaci¨®n inserta cajeros en los bibliobuses para facilitar el acceso a efectivo a pueblos sin sucursal y reducir la exclusi¨®n financiera
Feliciana Mor¨ª?igo, de 86 a?os, camina despacito por la plaza de Aldearrubia (Salamanca, 530 habitantes). La anciana ha aprovechado la bolsa roja del bibliob¨²s, donde mensualmente carga y devuelve libros, para meter junto a varias novelas unas manzanas reci¨¦n compradas. Una m¨²sica como la del carrito de los helados de las pel¨ªculas precede al anhelado veh¨ªculo verde y blanco, que abre su puerta y presencia c¨®mo esta menuda mujer apoyada en un bast¨®n de monta?ismo hace cumbre tras subir las escaleras. Ante ella, baldas con cientos de vol¨²menes. Abajo, junto a la rueda trasera, una novedad: un c...
Feliciana Mor¨ª?igo, de 86 a?os, camina despacito por la plaza de Aldearrubia (Salamanca, 530 habitantes). La anciana ha aprovechado la bolsa roja del bibliob¨²s, donde mensualmente carga y devuelve libros, para meter junto a varias novelas unas manzanas reci¨¦n compradas. Una m¨²sica como la del carrito de los helados de las pel¨ªculas precede al anhelado veh¨ªculo verde y blanco, que abre su puerta y presencia c¨®mo esta menuda mujer apoyada en un bast¨®n de monta?ismo hace cumbre tras subir las escaleras. Ante ella, baldas con cientos de vol¨²menes. Abajo, junto a la rueda trasera, una novedad: un cajero autom¨¢tico. Mor¨ª?igo, para quien la banca electr¨®nica y las tarjetas bancarias son pr¨¢cticamente obra del demonio, recela de un aparato que la Diputaci¨®n de Salamanca ha instalado con una consigna: proporcionar al medio rural aquello que no tiene. En este caso, juntos, libros y dinero en efectivo.
Un informe del Banco de Espa?a confirm¨® en verano lo que en Salamanca y en otras tantas provincias perif¨¦ricas ya sab¨ªan: multitud de habitantes no pueden acceder a sus ahorros. La ausencia de sucursales implica que 1,3 millones de personas necesitan buscarse la vida para no tener que depender de guardar billetes bajo el colch¨®n. Los mayores, con escasa digitalizaci¨®n y dificultades para conducir, necesitan que los trasladen a municipios con cajero o que alguien les saque las cantidades. El Banco de Espa?a, que confirma a Castilla y Le¨®n como la comunidad m¨¢s perjudicada, admite que soluciones alternativas como oficinas m¨®viles tampoco hacen milagros. Todo aporte es bienvenido. As¨ª, la Diputaci¨®n salmantina ha incorporado dos cajeros a los bibliobuses para que sus usuarios tengan una v¨ªa m¨¢s de acceso a sus fondos.
Adaptar los cajeros incorporados a dos bibliobuses implic¨® 18.000 euros, a los que a?aden otros 18.000 de mantenimiento anual en este programa piloto. El presidente de la Diputaci¨®n, Javier Iglesias (PP), califica de ¡°genial e ilusionante¡± una idea para ¡°con muy poco llegar a muchos sitios¡± y combatir ¡°la exclusi¨®n financiera de la Espa?a vaciada¡±. Aldearrubia es uno de los 129 municipios a los que se extender¨¢ este servicio, que seg¨²n los trabajadores del bibliocajero, Cristina Mart¨ªn y Javier R¨ªos, ¡°a¨²n no se usa mucho por desconocimiento¡±. Mayor popularidad tienen los 3.500 recursos audiovisuales que ofrecen a personas que ¡°son como de la familia¡±. Los curiosos, como en Aldearrubia, forman corrillos en torno a la pantalla que les sugiere revisar movimientos o sacar dinero.
Pepi y Juan Gamallo comentan que esta iniciativa, que aparece por primera vez en su pueblo, suena interesante. Sin embargo, el estreno lo frustra otro mal end¨¦mico de esos lugares sin bancos: los problemas de cobertura. Apenas 16 kil¨®metros distan de Salamanca, pero la l¨ªnea impide que, una vez metida la tarjeta y marcada la clave, extraigan ninguna cantidad. Los Gamallo refunfu?an, pero conf¨ªan en que en adelante no necesiten ir hasta Gomecello a por dinero.
La ruta transita entre campos de ma¨ªz reci¨¦n cosechados rumbo a Pedroso de la Armu?a (210 vecinos), donde el p¨²blico aguarda al bibliob¨²s y celebra la incorporaci¨®n del cajero, aunque ellos a¨²n conservan la sucursal pero con horarios reducidos. Pedro Gonz¨¢lez de los Dolores, de 60 a?os, pide que su localidad no sufra m¨¢s penas que las de su apellido. ¡°Cada d¨ªa vamos a peor en los pueblos, tienen que facilitar las cosas¡±, afirma el hombre cargado de pel¨ªculas, que propone que el cajero permita leer las cartillas, una funcionalidad esencial para sus paisanos m¨¢s ancianos. Mensaje similar en Espino de la Orbada (250) y en Parada de Rubiales (240), donde los lectores cl¨¢sicos valoran este moderno recurso, aunque desear¨ªan reducir la frecuencia mensual para no necesitar sacar grandes sumas.
Disponer de efectivo es otro factor que contribuye a detener la despoblaci¨®n que afecta a m¨²ltiples provincias. Para ello, cree Sonia Villoria en Aldearrubia, se necesita equiparar las condiciones rurales a las urbanas. Ella disfruta como profesora en ese colegio de 21 pupilos, y subiendo, beneficiado por la llegada de nuevas familias al pueblo. Algo tan sencillo como un bibliocajero, explica, otorga unas prestaciones in¨¦ditas en la zona sin ese veh¨ªculo, al que sus peque?os alumnos observan con devoci¨®n tras las ventanas del colegio antes de lanzarse a ¨¦l en estampida. Una de esas ni?as acude al aula porque sus padres se mudaron, gracias al teletrabajo, desde Madrid a suelo charro. Tener escuela, Internet o dinero a mano hace todo m¨¢s sencillo. Su alumnado a¨²n no es consciente de ello mientras se abalanza voraz sobre los estantes. Los portadores de voces chillonas, berretes de chocolate y mandiles manchados se suben a un caj¨®n para alcanzar el mostrador donde se registra qu¨¦ obras han elegido. Dos cuentos, Qui¨¦n soy y Se busca casa, parecen evocar los desaf¨ªos personales y econ¨®micos que afrontar¨¢n en unos a?os. Para entonces tambi¨¦n podr¨¢n entender la literatura y el significado de Almudena Grandes y de Luis Garc¨ªa Montero, expuestos en una zona preferente del bibliob¨²s, siempre que los aires dif¨ªciles que soplan en el medio rural donde se cr¨ªan les permitan seguir all¨ª cuando crezcan.