Nuevos impuestos
Por muy buena voluntad que se tenga, ning¨²n Gobierno es capaz de garantizar que el coste de los impuestos no se vaya a trasladar a otros agentes
Comencemos por dos aclaraciones. La primera es que los impuestos anunciados la semana pasada no forman parte de la reforma fiscal pendiente que deber¨ªa resolver m¨²ltiples problemas y afrontar nuevos retos. Su l¨®gica y justificaci¨®n es diferente. La segunda es que, por muy buena voluntad que se tenga, ...
Comencemos por dos aclaraciones. La primera es que los impuestos anunciados la semana pasada no forman parte de la reforma fiscal pendiente que deber¨ªa resolver m¨²ltiples problemas y afrontar nuevos retos. Su l¨®gica y justificaci¨®n es diferente. La segunda es que, por muy buena voluntad que se tenga, ning¨²n Gobierno es capaz de garantizar que el coste de los impuestos no se vaya a trasladar v¨ªa precios a otros agentes econ¨®micos; en particular a los clientes de empresas energ¨¦ticas y bancos. Porque una cosa es la incidencia legal de un tributo, que s¨ª controla el gobierno a trav¨¦s de la normativa fiscal, y otra la incidencia efectiva.
Dependiendo de las condiciones de los mercados, las empresas pueden acabar trasladando una parte no menor del coste a sus clientes, proveedores o incluso trabajadores. Es una realidad que las empresas energ¨¦ticas est¨¢n siendo favorecidas por la coyuntura actual. En el caso de las el¨¦ctricas, por un sistema marginalista no pensado para situaciones extraordinarias como la que estamos viviendo. Los beneficios ca¨ªdos del cielo est¨¢n siendo enormes. La llamada ¡°excepci¨®n ib¨¦rica¡± ha sido una soluci¨®n buena, pero parcial. Aun con ella, los precios a los que se est¨¢ cobrando la luz excede con mucho lo razonable, dado el peso menor del gas en las fuentes generadoras de electricidad en Espa?a. En el caso de los carburantes, el mecanismo es diferente. Pero existe evidencia emp¨ªrica de esos beneficios extraordinarios. Por tanto, un impuesto transitorio sobre las energ¨¦ticas es un complemento justificable a los cambios en el sistema marginalista, y va a permitir que una parte de esos sobreprecios a los consumidores pasen a financiar actuaciones compensatorias. Es muy probable que este tipo de tributos extraordinarios vayan a ser la norma en Europa.
En contraste, tengo serias dudas sobre la oportunidad del impuesto a la banca. El argumento de que las entidades financieras se van a beneficiar de la subida de tipos que se avecina no tiene nada que ver con la idea de los beneficios ca¨ªdos del cielo. Como es bien sabido, el sistema financiero espa?ol ha pasado a?os dif¨ªciles en un contexto de tipos de inter¨¦s negativos, nunca visto antes. Los ajustes en plantilla y las cotizaciones burs¨¢tiles dan fe de ello. Y no hay que olvidar que una subida de tipos no es sin¨®nimo de mayores beneficios en un contexto de crisis econ¨®mica con previsibles aumentos en la morosidad. Tampoco es totalmente s¨®lido el argumento de que el impuesto es una compensaci¨®n por el rescate a la banca que financiaron todos los espa?oles. Porque una parte sustancial de los bancos que soportar¨¢n el gravamen no recibieron esas ayudas. Me cuesta creer que este vaya a ser un camino que se transite de manera generalizada en los pa¨ªses de la UE.
Quiz¨¢ tendr¨ªa sentido volver al libro blanco de la reforma tributaria y encontrar otras posibilidades para obtener m¨¢s ingresos, al tiempo que se mejora el sistema.