Cuidado con anular la competencia
Habr¨¢ que combatir las aristas proteccionistas del plan de Biden, pero sin socavar la cartera de Vestager
Cuidado con anular la competencia. Es el correctivo de un mercado-selva. Solo ¨¦l lo reconduce a mercado-jard¨ªn. Una se?al de identidad de la econom¨ªa europea.
Y de toda la Uni¨®n. Los 27 redescubrieron, toreando el Brexit, que su mercado interior es su gran argamasa. Y lo certificaron en la gigantesca operaci¨®n de los fondos Next Generation, al financiar en com¨²n la recuperaci¨®n pospandemia.
Unos fondos asim¨¦tricos. Ayudan m¨¢s a los menos fuertes, garantizando un mercado interior arm¨®n...
Cuidado con anular la competencia. Es el correctivo de un mercado-selva. Solo ¨¦l lo reconduce a mercado-jard¨ªn. Una se?al de identidad de la econom¨ªa europea.
Y de toda la Uni¨®n. Los 27 redescubrieron, toreando el Brexit, que su mercado interior es su gran argamasa. Y lo certificaron en la gigantesca operaci¨®n de los fondos Next Generation, al financiar en com¨²n la recuperaci¨®n pospandemia.
Unos fondos asim¨¦tricos. Ayudan m¨¢s a los menos fuertes, garantizando un mercado interior arm¨®nico sin prima artificial a los hegemones naturales, de partida.
Pues bien, esa veneraci¨®n por el mercado interior olvida a veces sus consustanciales reglas de la competencia: antimonopolios, anticarteles de precios, antiabusos de posici¨®n dominante.
Y exhibe, como ahora, resquicios inquietantes. Como ahora. Par¨ªs y Berl¨ªn dispensan abierta inquina a la valiente comisaria de la Competencia, Margrethe Vestager. Como se la tuvieron a varios de sus antecesores, sobre todo al en¨¦rgico Karel van Miert, por su rigurosa defensa de las normas.
Esos grandes poderes industriales les recriminan que primen la pureza jur¨ªdica de la igualdad de acceso al mercado sobre el inter¨¦s de aumentar el tama?o como base de una pol¨ªtica industrial agresiva.
Quiz¨¢ alberguen alg¨²n argumento valioso, como el de reconsiderar cu¨¢l sea el mercado a calificar de relevante y si el de la UE no ha quedado peque?o a este efecto.
Pero desde ah¨ª dan un salto mortal a la falacia: el de que el rigor normativo impide a sus industrias adquirir tama?o y econom¨ªas de escala en el ¨¢gora mundial. No fue ese el problema de la finesa Nokia, ni el de la sueca Ericsson, cuando m¨¢s triunfaban. Y adem¨¢s, Bruselas suele aprobar fusiones. Claro que bajo fuertes condiciones (desinversiones) para que los fusionados no hundan a sus mini-competidores.
Desde que en 2019 vet¨® la de la francesa Alstom con la alemana Siemens porque habr¨ªa alumbrado un monopolio de facto en el mercado de se?ales ferroviarias y material de alta velocidad, el ataque oblicuo de Par¨ªs/Berl¨ªn pas¨® al de bayoneta ce?ida.
Desde la pandemia, se ha debilitado temporalmente (con raz¨®n) la r¨ªgida prohibici¨®n de ayudas p¨²blicas (¡°de Estado¡±) para favorecer la flotaci¨®n de las empresas (y familias) m¨¢s da?adas: ya cuentan 674.000 millones de euros. Lo que Berl¨ªn aprovech¨® para lanzar un fara¨®nico proyecto de ayudas de 300.000 millones, una clara distorsi¨®n a la igualdad de acceso al mercado.
Ahora la apuesta sube, dado el necesario rearme contra las aristas proteccionistas del Plan contra la inflaci¨®n de EEUU (subvenciones de 369.000 millones a la transformaci¨®n verde de la econom¨ªa, para factor¨ªas, productos y componentes producidos en su suelo), contrarias a la OMC. Habr¨¢ que combatirlos. Pero no con su mismo error, replicar ese nefasto ensimismamiento. Como algunos pretenden.