Medio siglo de movilizaciones agrarias: rentabilidad a la baja y divisi¨®n entre organizaciones
Las protestas en el campo han sido una constante desde los a?os setenta, cuando se desmantelaron las asociaciones que ven¨ªan del franquismo, y han protagonizado grandes tractoradas
Las manifestaciones en el campo han sido una constante en el ¨²ltimo medio siglo en Espa?a. Desde protestas de car¨¢cter regional a grandes movilizaciones por todo el pa¨ªs, los tractores han tomado peri¨®dicamente tanto los arcenes de las carreteras como las ciudades. El mayor ejemplo han sido varias concentraciones masivas celebradas en Madrid. Estas han llegado a congregar a m¨¢s de 200.000 personas, incluso a 500.000, seg¨²n los organizadores de la ...
Las manifestaciones en el campo han sido una constante en el ¨²ltimo medio siglo en Espa?a. Desde protestas de car¨¢cter regional a grandes movilizaciones por todo el pa¨ªs, los tractores han tomado peri¨®dicamente tanto los arcenes de las carreteras como las ciudades. El mayor ejemplo han sido varias concentraciones masivas celebradas en Madrid. Estas han llegado a congregar a m¨¢s de 200.000 personas, incluso a 500.000, seg¨²n los organizadores de la Marcha Verde que concluy¨® en la plaza de Espa?a en 1993. Otras acabaron en la glorieta de Atocha (oficialmente conocida como plaza del Emperador Carlos V), donde se ubica la sede hist¨®rica del Ministerio de Agricultura.
Aunque con diferentes detonantes ¡ªprecios, fiscalidad, gas¨®leo, costes, procesos de comercializaci¨®n, distribuci¨®n, mercados¡¡ª la base de todas las reivindicaciones de los agricultores y ganaderos constitu¨ªa una sola: la rentabilidad de la actividad agraria. A estas demandas se han sumado en los ¨²ltimos a?os las protestas frente a las exigencias medioambientales de Europa, por motivos como el abandono de tierras, la rotaci¨®n de cultivos, el laboreo en pendiente o la reducci¨®n del uso de fitosanitarios y abonos. Tampoco han faltado algunas reivindicaciones de car¨¢cter nacional, como la protecci¨®n del lobo o la quema de rastrojos.
Todo ello se ha desarrollado en un escenario de relaciones con la Administraci¨®n que ha pasado por diferentes etapas, desde la dificultad de las negociaciones con el socialista Carlos Romero en los a?os ochenta, hasta la ¨¦poca en que la popular Loyola de Palacio se colocaba por su cuenta al frente de una manifestaci¨®n de olivareros. El actual ministro, Luis Planas, es visto en el sector como alguien receptivo, que aboga por el di¨¢logo y critica las posiciones de la Comisi¨®n Europea. Pero tambi¨¦n alegan que deber¨ªa tener una postura m¨¢s dura en defensa del sector, tanto en Madrid como en Bruselas.
Junto a las demandas profesionales para el desarrollo rentable de la actividad agraria, las movilizaciones de las ¨²ltimas d¨¦cadas, aunque en muchos casos se han hecho de forma unitaria entre las organizaciones agrarias, tambi¨¦n han sido (y son) un veh¨ªculo para demostrar la fuerza y representatividad de cada sigla. O la ocasi¨®n para aflorar movimientos alternativos para estar en las mesas de negociaci¨®n. Por ejemplo, las primeras reivindicaciones a principios de los a?os setenta fueron las denominadas guerras del pimiento, el ma¨ªz o el tomate en el Valle del Ebro, donde ten¨ªan ya un germen las uniones de agricultores y ganaderos.
Sin embargo, en la historia de las movilizaciones agrarias, un punto de referencia lo constituyen las tractoradas de 1977. No por los logros inmediatos, sino por lo que supusieron para el despegue de una nueva representatividad en el campo que certific¨® la defunci¨®n de las C¨¢maras Agrarias existentes durante el franquismo. Como consecuencia de los bajos precios de la patata, un millar de agricultores convocados por la Uni¨®n de Agricultores se reun¨® una noche en las canteras de Rodezno (La Rioja). Pese a la vigilancia de la Guardia Civil, decidieron movilizarse y de madrugada, por sorpresa, cientos de tractores encabezados por la Uni¨®n fueron aparcando en los arcenes de las carreteras regionales. A la vez, las siglas de la organizaci¨®n COAG hac¨ªan lo mismo en otras provincias cercanas como Navarra, Burgos y Le¨®n. Aquello concluy¨® con una movilizaci¨®n nacional de m¨¢s de 100.000 tractores parados en los m¨¢rgenes de numerosas v¨ªas.
En aquella primera gran movilizaci¨®n agraria, hab¨ªa dos objetivos claros: la rentabilidad de la actividad y clarificar la representatividad del sector. Con COAG, tambi¨¦n se consolidaba en aquellas protestas la Confederaci¨®n de Agricultores, hoy Asaja, que daba cobijo a muchos dirigentes de las antiguas C¨¢maras Agrarias. Eran tiempos en los que la pol¨ªtica nacional se basaba en el Fondo de Ordenaci¨®n y Regulaci¨®n de la Producci¨®n y de los Precio Agrarios (FORPPA), a trav¨¦s del cual se pactaban unos precios que asegurasen la rentabilidad. La negociaci¨®n de cada a?o se prolongaba durante d¨ªas hasta altas horas de la madrugada, en muchos casos con los agricultores manifest¨¢ndose en las puertas.
Llegada de Bruselas
Las negociaciones nacionales de los precios, con los mismos objetivos, fueron sustituidas por las celebradas en Bruselas desde 1986. En la d¨¦cada de los noventa se evolucionar¨ªa hacia unos precios m¨ªnimos y mecanismos complementarios de los mercados. Y hoy, sin precios fijos, el sector cuenta con los apoyos directos comunitarios, aunque no llegan con la misma intensidad a todas las producciones, y con algunos mecanismos para defender los mercados. Las quejas se centran en los ajustes en los fondos y en la pol¨ªtica de comercio exterior, cuando por intereses de abastecimiento de algunos pa¨ªses del norte aumentan las importaciones masivas de productos que no han sido obtenidos con los mismos requisitos medioambientales en su laboreo o crianza que se exigen a las explotaciones comunitarias.
Desde la perspectiva del asociacionismo, hoy son cuatro las grandes organizaciones del campo: Asaja, UPA, COAG y Uni¨®n de Uniones, aunque esta ¨²ltima no tiene un sitio en las mesas de negociaci¨®n estatal acorde con su evidente peso en el sector. Las nuevas movilizaciones suponen abrir otro debate sobre la representatividad, tras a?os de no acudir a las urnas y la aparici¨®n de convocatorias a trav¨¦s de redes sociales sin unas siglas claras detr¨¢s. Otra raz¨®n de peso para estar todos en las carreteras.