El a?o cero de la responsabilidad empresarial
La segunda ola de la pandemia, las mayores exigencias ¨¦ticas y medioambientales de la sociedad y el compromiso social de 181 de las firmas m¨¢s poderosas de Estados Unidos conducen a la empresa a una nueva ¨¦poca
La Responsabilidad Social Corporativa (RSC) ha asumido todos los brillantes infinitivos de esas antiguas palabras. ¡°Intentar¡±, ¡°guardar¡±, ¡°coser¡±, ¡°hablar¡±, ¡°amar¡±. Las empresas sab¨ªan, antes del virus, que la sociedad ya demandaba cambios profundos: la necesidad de intentar un mejor entorno laboral, guardar el trabajo de los empleados, coser con sinceridad su relaci¨®n con los jefes, hablar de los problemas personales que afectan a su desempe?o y lo dif¨ªcil que resulta amar (conciliar) siendo padres o madres. El cambio ya estaba en marcha y el mundo miraba atento.
Se acab¨® fingir. ¡°Las empresas deber¨¢n pensar con mucho cuidado los compromisos que escogen en su RSC. Porque se traducir¨¢n en los valores de la marca. Y deben cumplir esos deberes con ¨¦tica, autenticidad e integridad¡±, avisa Enza Iannopollo, analista de la consultora estadounidense Forrester Research. La tecnolog¨ªa est¨¢ actuando como rayos X del comportamiento. Las redes sociales, las plataformas de los empleados o el software que controla la cadena de suministro est¨¢n llevando a la luz del d¨ªa procesos, hasta ahora, oscuros. ¡°Si las empresas tienen malas pr¨¢cticas con los trabajadores, hacen negocios con socios poco ¨¦ticos o se comportan injustamente, de alguna manera lo sabremos¡±, alerta Enza Iannopollo. Y esas firmas ¡°rendir¨¢n cuentas¡± ante la sociedad.
La transformaci¨®n est¨¢ en marcha y resulta imparable. ¡°Las compa?¨ªas poderosas no sab¨ªan que la l¨ªnea entre la ira y el hambre es muy delgada. Y el dinero que pod¨ªa haberse empleado en jornales se destin¨® a gases venenosos, armas y esp¨ªas. En las carreteras la gente se mov¨ªa en busca de trabajo, de comida. Y la ira comenz¨® a fermentar¡±. Estas frases, en plena Gran Depresi¨®n, de Las uvas de la ira, de John Steinbeck, demuestran que incluso los juncos se parten. El presidente electo estadounidense, Joe Biden, ha le¨ªdo el libro. ¡°Propone una econom¨ªa energ¨¦tica totalmente limpia y alcanzar emisiones netas cero como muy tarde en 2050¡±, detalla un trabajo de BBVA Research. ?C¨®mo? A trav¨¦s de una inversi¨®n de cinco billones de d¨®lares (1,7 billones procedentes del espacio p¨²blico y 3,2 del privado) durante una d¨¦cada, un impuesto al carbono y la limitaci¨®n de pr¨¢cticas como el fracking.
Europa tiene desde el 11 de diciembre de 2019 un Pacto Verde que se compromete con la econom¨ªa circular, persigue evitar que la temperatura de la Tierra supere un incremento de 2?C respecto a los niveles preindustriales y, adem¨¢s, asume diversos planes de inversi¨®n ¡°ecol¨®gica¡±. C¨¢nticos que atraviesan el oc¨¦ano de Steinbeck. Por eso, Joe Biden defiende un sistema para que los trabajadores indocumentados obtengan la ciudadan¨ªa, un salario m¨ªnimo de 15 d¨®lares la hora y que empresas y oligarcas (sobre todo tecnol¨®gicos) paguen m¨¢s impuestos. M¨¢s plaza al hombre; m¨¢s responsabilidad. En esto, Estados Unidos y Europa son espejos que reflejan una nueva sociedad. Aunque nadie ha escrito que vaya a ser f¨¢cil. ¡°He encontrado muy pocas compa?¨ªas que sean coherentes entre la acci¨®n y el discurso¡±, lamenta Herm¨®genes del Real, profesor del Departamento de Organizaci¨®n de Empresas de la Universidad Aut¨®noma de Madrid (UAM). Pues la exigencia ha aumentado. ¡°Ahora tienes que ser responsable de todo el ecosistema, no solo de tus trabajadores¡±, apunta el docente.
Hay un antiguo texto griego que narra: ¡°Los zorros conocen muchas cosas pero los puercoespines solo una¡±. Los economistas tienen tendencia a ser puercoespines. Buscan una ¨²nica soluci¨®n a la inmensa complejidad humana. Pero el ser humano no necesita m¨¦tricas para entender ciertas situaciones. ¡°La pandemia ha dado la oportunidad a las grandes empresas de demostrar que son agentes sociales que ayudan, contribuyen y se comprometen con la mejora social, en cualquier circunstancia. Si no hac¨ªan ese sobresfuerzo ahora, con la crisis sanitaria, ?cu¨¢ndo iban a hacerlo?¡±, se pregunta Lorenzo Cooklin, director general de la Fundaci¨®n Mutua Madrile?a.
El cambio empez¨® antes de que una pandemia fuera imaginable. En agosto de 2019, la poderosa Business Roundtable (BRT), que agrupa a 181 de las principales empresas estadounidenses, pulveriz¨® el paradigma (establecido por el premio Nobel de Econom¨ªa y representante del neoliberalismo de la Escuela de Chicago, Milton Friedman, hace 50 a?os en un famoso ensayo en The New York Times Magazine) de que el sentido de una empresa era maximizar el beneficio del accionista.
Se lee en el Libro del Eclesiast¨¦s: ¡°Hay un tiempo para intentar, y un tiempo para desistir/; un tiempo para guardar, y un tiempo para desechar/; un tiempo para rasgar, y un tiempo para coser/; un tiempo para callar, y un tiempo para hablar/; un tiempo para amar, y un tiempo para odiar¡±.
Ahora la raz¨®n, el ¡°prop¨®sito¡±, es el bienestar de sus trabajadores, clientes, proveedores y el medio ambiente, propuso la BRT. Se hab¨ªa decretado el final del capitalismo trimestral enclaustrado en la obsesi¨®n del crecimiento perpetuo de los ingresos cada 90 d¨ªas. La RSC empezaba de cero. Era tiempo de cosechar. Pero Tyler Wry, profesor en la escuela de negocios Wharton, de la Universidad de Pensilvania, descubri¨® que algunas de esas empresas hab¨ªan sido las que m¨¢s personal despidieron durante los primeros momentos de la pandemia. ¡°Hace falta matizar¡±, relata. ¡°Hay ciertas compa?¨ªas que son absolutamente hip¨®critas con respecto a la RSC y se desv¨ªan de sus compromisos externos. Pero sospecho que son solo unas pocas de las firmantes de la BRT¡±, puntualiza. Y exclama un optimismo que demuestra la transformaci¨®n intensa. ¡°Sin embargo, ?y esto es importante!, vemos evidencias claras de que las empresas que han firmado est¨¢n empezando a cambiar su comportamiento¡±.
Necesitamos ese optimismo. Lo dice el prestigioso jurista Antonio Garrigues Walker: ¡°Esta pandemia no durar¨¢ m¨¢s all¨¢ del pr¨®ximo a?o y el d¨ªa que se descubra la vacuna habr¨¢ una euforia econ¨®mica¡±. Mientras tanto, los n¨²meros saben que es ¨¦poca de ¡°recoger¡±. Un trabajo (Impacto social de las empresas frente a la covid-19) de Deloitte y la Fundaci¨®n SERES (Sociedad y Empresa Responsable) de julio pasado avanz¨® que el 68% de las iniciativas contra la covid-19 de las firmas espa?olas se centraron, sobre todo, en la salud o la educaci¨®n. ¡°Lo primero que hace la RSC es abrir tu mente para entender que tu empresa tiene que satisfacer los valores de sus grupos de inter¨¦s¡±, observa Francisco Rom¨¢n, presidente de Fundaci¨®n SERES. ¡°Es la respuesta a un convencimiento profundo: o nos salvamos todos o no nos salvamos ninguno¡±.
La amanecida del ¡®capitalismo de los intereses¡¯
El mundo rota alrededor de sus propios contrasentidos. ¡°China es el principal importador de combustibles f¨®siles pero tambi¨¦n el primer inversor (758.000 millones de euros) en energ¨ªas verdes del planeta¡±, analiza Lara L¨¢zaro, investigadora principal del Real Instituto Elcano. Mientras, Europa y los Estados Unidos deber¨ªan estar descarbonizados en 2050. ¡°En ¡®palabras¡¯ ha sido un gran a?o para la responsabilidad empresarial. Soy optimista y pienso que durante 2021 esos fonemas se transformar¨¢n en realidad¡±, augura Kevin Moss, director global del Centro de Negocios Sostenibles del Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en ingl¨¦s) de Washington.
En los momentos m¨¢s complicados, el hombre busca siempre soluciones: est¨¢ en su naturaleza. ¡°Alguien a quien una vez am¨¦ me regal¨® una caja llena de oscuridad. Me llev¨® a?os comprender que eso era tambi¨¦n un regalo¡±, escribi¨® la poeta Mary Oliver. La tecnolog¨ªa (bien usada) es el don del siglo XXI frente a los retos sociales y econ¨®micos. ¡°Las empresas que se est¨¢n adaptando a la nueva normalidad e invirtiendo en desarrollos tecnol¨®gicos se ven recompensadas con una mano de obra m¨¢s feliz, motivada y productiva¡±, resume Katherine Davidson, gestora de renta variable global de Schroders. La raya del horizonte ilumina un sol distinto. Es la amanecida del ¡°capitalismo de los grupos de inter¨¦s (¡®stakeholders¡¯)¡±; es el capitalismo de todos.
El contador regresa al inicio. La mayor parte del esfuerzo en RSC ¡ªrevela el informe¡ª se destin¨® a adquirir material para los centros sanitarios. ¡°La gran lecci¨®n de la crisis es que no existen negocios si no hay salud¡±, refrenda Emilio Ontiveros, presidente de Analistas Financieros Internacionales (AFI). Da igual el tama?o de la firma. ¡°Las microempresas suponen el 92% del total. Quiz¨¢ no puedan crear unos programas de RSC tan ambiciosos como las grandes, pero s¨ª se nota este a?o una mayor preocupaci¨®n por los trabajadores¡±, describe Ontiveros. Y el dinero, que siempre ha tenido problemas para devolver un cambio solidario, viaja con la transformaci¨®n. Por ejemplo, los activos gestionados por el banco suizo Julius Baer con criterios Medioambientales, Sociales y de Gobernanza (ESG, por sus siglas en ingl¨¦s) crecieron un 20,6% entre 2018 y 2019. Pasaron de 40.600 millones de euros a 48.950 millones. En Espa?a, la inversi¨®n sostenible y responsable ¡ªseg¨²n Spainsif¡ª sum¨® 285.454 millones de euros en 2019, el 36% m¨¢s que en 2018. Un r¨¦cord hist¨®rico.
La pandemia ha iluminado sectores que hasta ahora hab¨ªan escapado de la atenci¨®n de la ESG. Firmas petroleras, mineras y gas¨ªsticas han estado bajo fuerte ¡°vigilancia¡± por su responsabilidad en la crisis clim¨¢tica, pero la covid-19 ha trasladado el escrutinio a la industria de la salud, el mundo de los servicios o las finanzas. Sin duda, ¡°es f¨¢cil hacer bonitas declaraciones sobre cu¨¢nto valoras a tus grupos de inter¨¦s durante los buenos tiempos¡±, explica en Financial Times S¨¦bastien Thevoux-Chabuel, gestor de la firma francesa Comgest. ¡°Pero como dice Warren Buffett, uno de los inversores m¨¢s influyentes del planeta: ¡®Es cuando baja la marea cuando ves qui¨¦n estaba nadando desnudo¡¯. Y es durante ese tiempo cuando ves las compa?¨ªas que no cumplen con sus palabras¡±. Sin embargo, los n¨²meros concuerdan con el Eclesiast¨¦s: ¡°Todos los r¨ªos se encaminan al mar, y el mar nunca se llena; pero siempre se encaminan los r¨ªos al mismo sitio¡±. Porque si la econom¨ªa mov¨ªa en 2017 unos 80 billones de d¨®lares anuales en todo el mundo, los gestores que han firmado los Principios para la Inversi¨®n Responsable (PRI, por sus siglas en ingl¨¦s) promovidos por las Naciones Unidas, ya manejan activos por valor de 70 billones.
De momento, solo dos billones de ese dinero llegan al universo ESG (microfinanzas, empresas renovables, tecnolog¨ªas limpias y casas asequibles), aunque nadie duda de que ¡°es un espacio rentable y, por tanto, si a cualquier inversor le ofreces beneficios y la posibilidad de mejorar el buen gobierno, el ¨¢mbito social y el medio ambiente de las compa?¨ªas sin sacrificar lo m¨¢s importante para ¨¦l [las ganancias], creo que no existe marcha atr¨¢s¡±, prev¨¦ Elena Nieto, directora de ventas de la gestora Vontobel AM. La inversi¨®n con sentimiento ESG es una forma distinta de contemplar el planeta. Porque como escribe la poeta Louise Gl¨¹ck: ¡°Miramos al mundo una sola vez, en la infancia. El resto es memoria¡±. Y cambio. ¡°Su valor a?adido es complementar la perspectiva de la inversi¨®n tradicional, como una lente de aumento. Forma parte del 'capitalismo responsable¡±, valora Luciano Diana, gestor del fondo Pictet Global Environmental Opportunities.
Pues ¡®capitalismo responsable¡¯ no es un ox¨ªmoron. Es ese donde cuadran las cuentas y la responsabilidad social. Desde el inicio del estado de alarma, CaixaBank ha concedido 32.500 millones de euros al sector empresarial y ha gestionado m¨¢s de 164.000 solicitudes de pr¨¦stamos vinculados a las l¨ªneas ICO covid-19 por un valor de 13.726 millones. ¡°A partir de ahora, ser una compa?¨ªa no responsable es ser una empresa en riesgo¡±, alerta Ignasi Carreras, profesor del Departamento de Direcci¨®n General y Estrategia de Esade. Porque quien quiera llevar su firma al borde de la oscuridad ya sabe lo que ¡°debe¡± hacer. ¡°En momentos de crisis como el actual, la empresa puede verse tentada a centrarse en satisfacer sus necesidades m¨¢s urgentes, y prestar menos atenci¨®n, de manera involuntaria, a temas relacionados con la Responsabilidad Social Corporativa. Ser¨ªa un error. Cualquier estrategia que no tenga en cuenta el ambiente en el que opera la organizaci¨®n y sea incapaz de hacer part¨ªcipe a su grupo de inter¨¦s est¨¢ condenada al fracaso¡±, reflexiona Gregorio Izquierdo, director general del Instituto de Estudios Econ¨®micos (IEE).
En el fondo, es un eterno retorno a los valores humanos. ¡°A lo largo de la historia ha habido gente no religiosa que ha cre¨ªdo que esta vida es la ¨²nica que tenemos, que el universo es un fen¨®meno natural sin una visi¨®n sobrenatural, y que podemos vivir una vida ¨¦tica y plena usando la raz¨®n y la humanidad para guiarnos¡±, narran los escritores Andrew Copson y Alice Roberts en The Little Book of Humanism. Esta es la RSC de nuestra era. ¡°As¨ª observ¨¦ que la sabidur¨ªa es m¨¢s provechosa que la necedad, como la luz aprovecha m¨¢s que las tinieblas¡±. (Eclesiast¨¦s).
El riesgo del ¡®ecopostureo¡¯
El sentido cr¨ªtico es igual que la materia oscura en el universo. Sin ella resulta imposible entenderlo. Un juego de ecos que rebota en la Responsabilidad Social Empresarial (RSE). ¡°Las grandes corporaciones contin¨²an teniendo como ¨²nico objetivo maximizar el beneficio, no tanto del accionista como de los ejecutivos que las dirigen¡±, lamenta Carlos Mart¨ªn, director del Gabinete Econ¨®mico de CC OO.
Sin embargo, en la pandemia hemos visto que bastantes ejecutivos se rebajaban el sueldo. ¡°Puede no suponer mucho para reforzar las finanzas de una compa?¨ªa (el salario base de un ejecutivo representa, normalmente, solo entre el 10% y un 15% de su compensaci¨®n total) pero env¨ªa un mensaje de solidaridad a los empleados e inversores¡±, describe Katherine Davidson, experta en renta variable global de Schroders. Aunque hay que caminar m¨¢s pasos. La gestora Vontobel AM public¨® el a?o pasado un trabajo en el que solo el 29% del patrimonio de los encuestados espa?oles estaba invertido bas¨¢ndose en principios Medioambientales, Sociales y de Gobernanza (ESG, por sus siglas en ingl¨¦s). Contra la l¨®gica que rige el universo del dinero. ¡°Los criterios ESG enriquecen el an¨¢lisis financiero al reducir el perfil de riesgo de las inversiones, lo que conduce a una visi¨®n m¨¢s completa de la eficacia con la que se gestionan esos peligros¡±, defiende Euan Stirling, responsable de inversi¨®n ESG de la firma financiera Aberdeen Standard Investments.
O existe compromiso o espejismo. Si no, Carlos Mart¨ªn tendr¨¢ raz¨®n: ¡°Que se lleva lo verde, pues se sube al consejero delegado a un barco y se le planta en Groenlandia para que contribuya a parar el deshielo. En un claro ejemplo de ¡®greenwhasing¡¯ [ecopostureo]¡±, avisa. O existe sinceridad o cierre.