¡°La sostenibilidad emerge como el tercer gran catalizador para el futuro del trabajo, tras la automatizaci¨®n y la digitalizaci¨®n¡±

Si preguntamos a un ciudadano informado qu¨¦ son la sostenibilidad empresarial o los criterios ESG (Enviromental, Social and Governance, por sus siglas en ingl¨¦s) seguramente responda que un imperativo moral porque no hay planeta B. Si preguntamos a un empresario o a un economista, nos dir¨ªan que, tambi¨¦n, ¡°son una imprescindible fuente de negocio, rentabilidad y empleo¡±, como apunta Alberto Granados.

Esto es crucial. Frente a una transformaci¨®n ¡°que altera la realidad a una velocidad sin precedentes¡±, la urgencia de que sobreviva la propia empresa aqu¨ª y ahora puede distraer el esfuerzo para la supervivencia futura no solo de esa empresa, sino de la sociedad. La rentabilidad de los criterios ESG engrana ambos intereses, el individual y el colectivo, el inmediato y el de largo plazo.

Como recuerda el presidente de For¨¦tica, el ¨ªndice MSCI ACWI ESG Leaders, donde cotizan las firmas con mejor comportamiento sostenible, bate al resto del mercado en rentabilidad y riesgo. ¡°Sistem¨¢ticamente, desde hace 16 a?os¡±. ?Qu¨¦ mecanismos lo explican? Las compa?¨ªas que asumen los criterios ESG incorporan nueva tecnolog¨ªa y se digitalizan con el fin de cumplirlos. Por ejemplo, inteligencia artificial para descarbonizar. Esta transici¨®n mitad cultural, mitad tecnol¨®gica, eleva el potencial de crecimiento. Al mermar la necesidad de materias primas, la dependencia de energ¨ªas importadas y la gesti¨®n de residuos, recortan costes y aumentan m¨¢rgenes. ¡°Aportan eficiencia de gesti¨®n, reducen la exposici¨®n a los riesgos sist¨¦micos y el coste de capital, lo que implica un mayor atractivo para los inversores¡±, a?ade.

Adem¨¢s moviliza el factor humano representado no solo por las siglas S y G, sino por la C de consumo y la T de talento. La sostenibilidad fortalece la marca, un consumidor cada vez m¨¢s activista ¡°espera que las empresas aborden los desaf¨ªos sociales¡±. Premia a quien lo hace de forma genuina. Ese compromiso social junto con un mayor prestigio atrae al recurso m¨¢s valioso desde siempre, pero especialmente en una era digital donde es escaso y particularmente rentable: ¡°El talento humano capaz de entender e integrar los cambios¡±, tanto por cualificaci¨®n t¨¦cnica como por habilidades sociales, de empat¨ªa, motivaci¨®n y actitud. Esa combinaci¨®n marca la diferencia entre un empleado adecuado y uno ¨®ptimo.

¡°Es evidente que valores como la responsabilidad social y el prop¨®sito corporativos, la inclusi¨®n, la igualdad, la conciliaci¨®n, el bienestar del empleado o el sentido de pertenencia desplazan a otros m¨¢s racionales como la retribuci¨®n o el plan de carrera. Consiguen retener a los mejores, reducen la rotaci¨®n y aumentan la productividad¡±. Adem¨¢s no aplican solo a plantillas, sino a ¨®rganos de gobierno y consejos de administraci¨®n. Las empresas as¨ª ¡°comprenden mejor los entornos de cambios acelerados, alta volatilidad e incertidumbre, son ¨¢giles para innovar y tomar buenas decisiones¡±.

Este potencial puede traducirse en la creaci¨®n de entre 700.000 y un mill¨®n de empleos verdes en Europa la pr¨®xima d¨¦cada, si se desarrolla como es debido el Pacto Verde. ¡°La sostenibilidad emerge como el tercer gran catalizador del futuro del trabajo, tras la automatizaci¨®n y la digitalizaci¨®n¡±. En un pa¨ªs como Espa?a, frenado por el paro, la productividad o la brecha entre academia y empresa en la formaci¨®n de talento, la oportunidad tambi¨¦n deber¨ªa suponer un imperativo ¨¦tico.

Granados celebra que algunos vientos empiecen a soplar a favor, como una legislaci¨®n que estimule la inversi¨®n en empresas innovadoras, creadoras de empleo y valor. Con reglas claras, estables y capaces de reducir ¡°las cargas administrativas y su impacto desproporcionado en las pymes¡±. ¡°Afortunadamente, creemos que Europa est¨¢ entendiendo cada vez mejor ese equilibrio entre rigor y flexibilidad¡±.