La empresa ante la crisis sist¨¦mica
Las grandes compa?¨ªas tienen que abordar el tema de la sostenibilidad desde posiciones mucho m¨¢s proactivas
En septiembre de 2023, en la cumbre de Naciones Unidas de Nueva York, se revis¨® el estado global de consecuci¨®n de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). El resultado fue muy desalentador: tras ocho a?os de implementaci¨®n de la Agenda 2030, tan solo el 15% de los ODS est¨¢n en v¨ªas de cumplimiento. En diciembre del mismo a?o, en...
En septiembre de 2023, en la cumbre de Naciones Unidas de Nueva York, se revis¨® el estado global de consecuci¨®n de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). El resultado fue muy desalentador: tras ocho a?os de implementaci¨®n de la Agenda 2030, tan solo el 15% de los ODS est¨¢n en v¨ªas de cumplimiento. En diciembre del mismo a?o, en la COP28 de Dub¨¢i, se hizo el primer balance hist¨®rico de los objetivos de descarbonizaci¨®n establecidos en el Acuerdo de Par¨ªs en 2015. Los resultados fueron tambi¨¦n preocupantes: exceptuando el breve instante pand¨¦mico que fren¨® las emisiones de GEI, el resto del tiempo las emisiones globales no han hecho m¨¢s que aumentar. Por si fuera poco, el a?o 2023 fue un a?o de ebullici¨®n, en palabras del secretario general de Naciones Unidas, Ant¨®nio Guterres. No solo se bati¨® el r¨¦cord hist¨®rico de temperatura global desde que se tienen registros; tambi¨¦n se dieron indicios de superaci¨®n de varios puntos de inflexi¨®n (tipping points). Por ejemplo, algunos cient¨ªficos apuntan a un potencial colapso de la corriente del golfo (AMOC) antes de lo previsto, o la perpetuaci¨®n de grandes periodos de sequ¨ªa que, en el caso de ciertas regiones de Espa?a, podr¨ªan ser un primer indicio de desertificaci¨®n. Aunque quisi¨¦ramos y debi¨¦ramos ser optimistas, la evidencia cient¨ªfica nos obliga a compensar el optimismo con grandes dosis de realismo.
Ante el creciente empeoramiento de los indicadores globales de sostenibilidad, nuestra obligaci¨®n es hacer una interpretaci¨®n que vaya a la ra¨ªz estructural de los problemas, en lugar de analizar sus s¨ªntomas. Por este motivo, debemos referimos a un contexto emergente de policrisis, de crisis sist¨¦mica y riesgos sist¨¦micos. Con este enfoque, queremos poner el ¨¦nfasis, ya no en el car¨¢cter interdependiente de las crisis a las que nos encontramos expuestos, sino en su denominador com¨²n: el cuestionamiento o peligro de un progresivo colapso del propio modelo de desarrollo que ha sustentado nuestras sociedades en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Esto indicar¨ªa que el problema no radicar¨ªa en la dif¨ªcil resoluci¨®n de alguna de las crisis mencionadas, sino en la necesidad de abordarlas de manera conjunta y de intentar modificar el propio sistema que las ha producido o en la necesidad de prever su potencial r¨¢pido declive y las consecuencias que ello comportar¨ªa. El cient¨ªfico Ugo Bardi ha denominado a esta posibilidad el efecto S¨¦neca, utilizando una cita del fil¨®sofo cordob¨¦s incluida en sus Cartas a Lucilio: ¡°Ser¨ªa alg¨²n consuelo para la debilidad de nosotros mismos y de nuestras obras, si todas las cosas perecieran tan lentamente como nacen;?pero tal como est¨¢n las cosas, los aumentos son de crecimiento lento, pero el?camino?a la ruina?es?r¨¢pido¡±.
Desde esta perspectiva, y ¡°tal y como est¨¢n las cosas¡±, las crisis simult¨¢neas a que nos exponemos ya no se presentan como choques ex¨®genos, sino como contradicciones end¨®genas del sistema con el que hemos articulado nuestras relaciones sociales, nuestra econom¨ªa y nuestra relaci¨®n con la naturaleza y el conjunto de seres vivos que la habitan hasta el punto de amenazar con una ¡°ruina r¨¢pida¡± en el caso de persistir en la misma actuaci¨®n.
Por ahora, la regulaci¨®n derivada del Pacto Verde Europeo es la que est¨¢ marcando el ritmo de los cambios en nuestra regi¨®n. Ejemplos de ello son la Directiva sobre Informaci¨®n Corporativa en Materia de Sostenibilidad (CSRD), la Taxonom¨ªa de la UE para la Sostenibilidad, el Reglamento de Divulgaci¨®n de Finanzas Sostenibles (SFDR), o la reci¨¦n aprobada Directiva de Diligencia Debida. Como consecuencia de estas regulaciones, las grandes empresas espa?olas est¨¢n mejorando significativamente sus mecanismos de gesti¨®n de la sostenibilidad. Destacamos dos avances importantes en este sentido. Por un lado, la ampliaci¨®n del alcance de sus an¨¢lisis de riesgos para anticiparse ¡ªmediante adaptaci¨®n y/o mitigaci¨®n¡ª a los escenarios negativos que plantean organismos como el Panel Intergubernamental para el Cambio Clim¨¢tico (IPCC). Por otro lado, el potencial transformador de los nuevos an¨¢lisis de doble materialidad que impone la CSRD. Por lo que hemos observado, esta medida ya est¨¢ provocando un mayor acercamiento entre los departamentos financieros y los de sostenibilidad en algunas grandes empresas. Deseablemente, esto derivar¨¢ en una aceleraci¨®n en la creaci¨®n de los sistemas de contabilidad de impactos y de la valoraci¨®n econ¨®mica de los factores sociales y medioambientales dentro de las cuentas de explotaci¨®n empresariales.
La mayor¨ªa de las grandes empresas espa?olas se est¨¢n adaptando r¨¢pidamente al tsunami regulatorio, pero lo observan con suspicacias, aduciendo una potencial p¨¦rdida de competitividad en el mercado global como consecuencia de las nuevas exigencias. Su postura es razonable, atendiendo al contexto de creciente polarizaci¨®n geopol¨ªtica y a unas regulaciones de sostenibilidad m¨¢s descafeinadas en otras regiones del mundo. Sin embargo, y ¡°tal y como est¨¢n las cosas¡±, consideramos que la gran empresa deber¨ªa empezar a abordar este tema desde posiciones mucho m¨¢s proactivas y asumiendo mayores dosis de responsabilidad. La crisis sist¨¦mica en la que estamos inmersos y los riesgos que se derivan de ella obligan a todos los agentes sociales ¡ªtambi¨¦n a la gran empresa¡ª a plantearse c¨®mo debemos transformar los patrones estructurales de funcionamiento del modelo socioecon¨®mico actual. En los pr¨®ximos a?os tendremos que abordar cuestiones complejas, y las empresas deben formar parte de la reflexi¨®n y ser parte de la soluci¨®n. Por ejemplo, deberemos plantearnos c¨®mo ¡ªy a qu¨¦ ritmo¡ª el conjunto de la econom¨ªa consigue internalizar los costes de las externalidades negativas, que tradicionalmente han ido a cargo de las arcas p¨²blicas. Del mismo modo, deberemos observar con atenci¨®n c¨®mo podemos mejorar algunos elementos de dise?o del sistema (como la orientaci¨®n a la maximizaci¨®n del beneficio econ¨®mico, la mirada al corto plazo o la l¨®gica de la competencia) que, en algunos casos, ralentizan las transformaciones hacia la sostenibilidad.
En Espa?a, un grupo reducido de l¨ªderes empresariales est¨¢n empezando a abordar estos debates, aunque a menudo lo hagan a puerta cerrada. Son l¨ªderes sensibilizados con la necesidad de impulsar cambios sist¨¦micos y a la vez muy conscientes de la magnitud del reto. ?C¨®mo pueden contribuir a cambiar un sistema cuando son parte (interesada) de este? Abrazar este dilema es importante para poder dibujar escenarios futuros m¨¢s optimistas y proponer soluciones factibles para la crisis sociales, medioambientales y clim¨¢ticas que se avecinan. Hacerlo depende de que los m¨¢ximos l¨ªderes empresariales est¨¦n dispuestos a dedicar parte de su tiempo y atenci¨®n a estas cuestiones. Tambi¨¦n requiere que las escuelas de negocios alojemos estos debates y empecemos a situarlos en la agenda investigadora y docente.
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