El desarrollo de la Lomloe y el profesorado, ?c¨®mo actuar?
La modificaci¨®n de la conducta docente exige mucho m¨¢s que orientaciones generales; requiere informaci¨®n y formaci¨®n sobre el desarrollo de las competencias espec¨ªficas de cada una de las materias
Recientemente, asist¨ª a un encuentro de profesores que abordaban diferentes cuestiones para mejorar la ense?anza de las matem¨¢ticas. Una de las ponentes iniciaba su intervenci¨®n preguntando y reflexionando con los asistentes acerca de sus sentimientos al abordar su trabajo docente teniendo en cuenta el contenido de la nueva ley de educaci¨®n, la Lomloe. Aparecieron algunas palabras como desaz¨®n, inseguridad, ansiedad, etc¨¦tera, y tambi¨¦n otras, menos frecuentes,...
Recientemente, asist¨ª a un encuentro de profesores que abordaban diferentes cuestiones para mejorar la ense?anza de las matem¨¢ticas. Una de las ponentes iniciaba su intervenci¨®n preguntando y reflexionando con los asistentes acerca de sus sentimientos al abordar su trabajo docente teniendo en cuenta el contenido de la nueva ley de educaci¨®n, la Lomloe. Aparecieron algunas palabras como desaz¨®n, inseguridad, ansiedad, etc¨¦tera, y tambi¨¦n otras, menos frecuentes, como ilusi¨®n o posibilidad de cambio para mejorar la ense?anza.
Evidentemente, toda nueva situaci¨®n nos produce cierta inquietud por la necesidad de adaptaci¨®n a un marco diferente. Algunos que creemos que la Lomloe es una buena ley, vemos una oportunidad y esperanza para seguir avanzando en la modernizaci¨®n de los programas y las actividades de aula. Es conveniente mejorar la educaci¨®n en una materia ¨²til y necesaria para la formaci¨®n e integraci¨®n de las personas en la sociedad del siglo XXI, y cuya ense?anza/aprendizaje puede y debe ser agradable y motivadora, aunque exija reflexi¨®n y esfuerzo.
Coincid¨ªan los profesores al se?alar que en este inicio de curso hab¨ªan sentido intranquilidad, preocupaci¨®n o cierta angustia al tener que elaborar las programaciones de acuerdo a una legislaci¨®n que casi se estaba publicando en esos momentos. Obviamente, esas emociones aumentaban cuando nos refer¨ªamos a la manera en que los nuevos descriptores curriculares (competencias, saberes¡) deb¨ªan trasladarse al aula. Es evidente, por ejemplo, que la referencia a los sentidos matem¨¢ticos (sentido num¨¦rico, espacial, de la medida, estoc¨¢stico y algebraico) establece una nueva reconsideraci¨®n de los contenidos matem¨¢ticos escolares, lo que implica el dise?o de otras actividades que sustituyan a las t¨ªpicas en las aulas y textos escolares. Una tarea profesional compleja y que requiere un trabajo espec¨ªfico que a?adir a su jornada laboral. Me consta que en otras materias el problema es similar.
Sus emociones llegaban al punto ¨¢lgido cuando habl¨¢bamos de evaluaci¨®n. ?C¨®mo tenemos que evaluar las competencias? ?Qu¨¦ orientaciones o ideas pr¨¢cticas nos van a dar para elaborar las tablas o r¨²bricas para calificar? Era inevitable la referencia a c¨®mo se justificar¨ªa la calificaci¨®n a algunos padres. Hoy, como ayer, la evaluaci¨®n sigue provocando inseguridad y ciertos niveles de ansiedad en los docentes, que es una de las causas por la que muchos de ellos terminan evaluando de manera tradicional, casi como los propios profesores fueron evaluados en su actividad discente. En esto, la investigaci¨®n y la observaci¨®n de la pr¨¢ctica docente coinciden plenamente.
Contar con el profesorado para llevar a cabo cualquier reforma es un deber y una necesidad de las administraciones. No contar suficientemente con ellos no ha sido la ¨²nica causa de muchos fracasos, pero es com¨²n a todas las reformas educativas. Las manifestaciones de los profesores en este encuentro, en los medios de comunicaci¨®n y en las redes sociales muestran que, tambi¨¦n, en esta ocasi¨®n la implantaci¨®n de esta nueva ley presenta esta dificultad. Asumo las palabras de Javier Valle al se?alar que los profesores se sienten abandonados ante el cambio educativo.
Los que queremos una educaci¨®n en la que los estudiantes participen activamente en su aprendizaje (aprender a aprender), que les ayude a adquirir las habilidades de descubrimiento, de cr¨ªtica, de comunicaci¨®n oral y escrita, de colaboraci¨®n, de resoluci¨®n de problemas, que les permita construir y dar significado a los conceptos y procesos matem¨¢ticos, integrando aspectos cognitivos y afectivos, etc¨¦tera, sabemos que el cambio es lento y complejo pero que, inexorablemente, necesita de una buena formaci¨®n permanente del profesorado.
Si asumimos que la Lomloe establece o profundiza en un nuevo paradigma educativo, es necesario asumir que el cambio en las aulas no va a venir por la publicaci¨®n en el BOE o en los boletines correspondientes de las comunidades aut¨®nomas. Tampoco, como se?alaba Javier Valle, por asistir a una conferencia o a un curso donde le hablen de las competencias o de los saberes o detallen la diferencia entre los sentidos matem¨¢ticos y la secuenciaci¨®n de contenidos que se establec¨ªa con anterioridad. Aunque toda informaci¨®n es siempre necesaria, la realidad es tozuda y la modificaci¨®n de la conducta docente exige mucho m¨¢s que orientaciones generales, aunque se justifiquen por ley.
Contar con el profesorado significa que las actividades de formaci¨®n tienen que responder a sus necesidades reales profesionales que son muchas, diferenciando las orientaciones generales y las que se centran en su papel de profesional para ense?ar una materia, con el objetivo de que sus estudiantes aprendan su contenido dentro de unos descriptores que vienen detallados en la nueva ley.
Este nuevo enfoque requiere conectar directamente con el profesorado para proporcionar informaci¨®n y formaci¨®n sobre el desarrollo de las competencias espec¨ªficas de cada una de las materias. Que los profesores se sientan apoyados y ayudados en su quehacer profesional. Entender que va a demandar, con mayor intensidad, ayuda para el trabajo con las competencias espec¨ªficas y que esta ayuda exige la formaci¨®n de equipos docentes (por materia e interdisciplinares) que favorezcan un proceso de acci¨®n/reflexi¨®n/acci¨®n sobre aspectos concretos de su tarea docente. En definitiva, si se quiere que la Lomloe recorra un buen camino, hay que trabajar con los profesores que son los agentes fundamentales e imprescindibles para su desarrollo.
Mucho me temo que, por la informaci¨®n percibida, directamente o a trav¨¦s de medios, en algunas comunidades aut¨®nomas esto no est¨¢ sucediendo y vuelvo a o¨ªr y leer nuevos lamentos y quejas del profesorado que, efectivamente, se siente abandonado y desconsiderado.
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