Una enmienda urgente a la ley de universidades
La nueva norma no resuelve lo dificultoso que resulta realizar la actividad profesional como arquitectos a los profesores permanentes y reduce las horas de dedicaci¨®n de los profesores asociados a la universidad
La buena noticia de la tramitaci¨®n en el Senado de la nueva Ley Org¨¢nica del Sistema Universitario (LOSU) sin contratiempos lleva dentro la semilla de una mala noticia: han seguido desatendidas algunas importantes reclamaciones ampliamente compartidas por las escuelas de Arquitectura de Espa?a. El centro del problema es doble: la nueva ley no resuelve lo dificultoso que resulta realizar la actividad pr...
La buena noticia de la tramitaci¨®n en el Senado de la nueva Ley Org¨¢nica del Sistema Universitario (LOSU) sin contratiempos lleva dentro la semilla de una mala noticia: han seguido desatendidas algunas importantes reclamaciones ampliamente compartidas por las escuelas de Arquitectura de Espa?a. El centro del problema es doble: la nueva ley no resuelve lo dificultoso que resulta realizar la actividad profesional como arquitectos a los profesores permanentes y, en segundo lugar, reduce las horas de dedicaci¨®n de los profesores asociados a la universidad. No es una minucia: tal como est¨¢ ahora la ley, el ¨²nico contacto que los estudiantes de Arquitectura tienen con la pr¨¢ctica real en la calle, el oficio propiamente dicho, es por medio de esos profesores. Tal como dice el texto, se recluta a ese profesorado entre ¡°prestigiosos profesionales¡± en activo, de manera que las aulas encuentren una conexi¨®n directa entre los conocimientos te¨®ricos que se imparten ¡ªde geometr¨ªa, de representaci¨®n, de c¨¢lculo, de legislaci¨®n, de urbanismo, de construcci¨®n, de dise?o, de teor¨ªa y est¨¦tica o de dise?o¡ª con la dimensi¨®n pr¨¢ctica del oficio al que tendr¨¢n que dedicarse.
Algunas asignaturas son de cocci¨®n demorada y lenta y necesitan su tiempo, porque cada estudiante tiene que saber resolver el mismo problema planteado a todos ellos: la ubicaci¨®n de un edificio o la reparaci¨®n de una patolog¨ªa. Y ah¨ª nunca hay un resultado ¨²nico y perfecto, sino una amplia gama de soluciones que forman parte de la docencia. La aportaci¨®n del profesorado asociado, mayoritario en muchas escuelas, es fundamental y no se puede limitar a 120 horas anuales, porque nuestros planes de estudio contemplan una duraci¨®n mayor, pues para esa cocci¨®n lenta es imprescindible la relaci¨®n continuada alumno-profesor. Esta metodolog¨ªa docente se ha convertido en un referente que muchas escuelas de Arquitectura nos piden constantemente repetirlo en sus respectivos pa¨ªses.
Dificultar y mantener fuera de las aulas la experiencia profesional de los profesores titulares y catedr¨¢ticos, y reducir las horas de las asignaturas de car¨¢cter eminentemente pr¨¢ctico impartidas por los asociados, puede llegar a ser equivalente a que los estudiantes de Medicina estudien cirug¨ªa card¨ªaca con un profesor que jam¨¢s ha hecho una operaci¨®n card¨ªaca. Este disparate s¨ª ha sido resuelto por la ley para el ¨¢mbito de la sanidad, pero no lo ha hecho en relaci¨®n con la arquitectura, como si su aprendizaje no hubiese de ser a la vez te¨®rico y pr¨¢ctico. No hace falta remontarse a la contrastada sabidur¨ªa de Vitrubio para entender que la arquitectura se nutre de un aprendizaje transversal de m¨²ltiples materias. En realidad, basta con remontarse al a?o 2005 y la directiva de la UE que establec¨ªa la necesidad de velar por dos profesiones que convergen en el cuidado: el de la salud de las personas y el cuidado de c¨®mo y d¨®nde viven esas mismas personas.
Estamos a tiempo todav¨ªa de que los partidos reconsideren el coste de reducir las horas de los profesores asociados
La LOSU ha asumido la necesidad de vincular teor¨ªa y pr¨¢ctica para la sanidad, pero no ha entendido que esa misma exigencia es ineludible en el ¨¢mbito de la arquitectura. Puede ense?arse arquitectura sin haber construido un solo edificio, sin duda, pero es preferible que quien ense?e a hacer edificios haya aprendido a hacer edificios y pueda as¨ª transmitir el oficio no solo en su dimensi¨®n te¨®rica y abstracta sino en su dimensi¨®n pr¨¢ctica y emp¨ªrica. Mantener la prohibici¨®n para los profesores de Arquitectura de ejercer el oficio de arquitecto deval¨²a la carrera y desperdicia o dilapida para el aula el saber adquirido en la obra, que es donde se aprende la arquitectura. La participaci¨®n de profesionales en las escuelas corre el riesgo de caer en la irrelevancia y quebrar una tradici¨®n que se ha demostrado provechosa durante d¨¦cadas: el aprendizaje compartido, codo con codo, entre el estudiante y el profesional. Estamos a tiempo todav¨ªa de que los partidos reconsideren el coste de reducir las horas de los profesores asociados y el estrangulamiento de la actividad profesional para quienes se dedican a ense?arla.
Por todas estas razones, creemos que no ha perdido sentido la propuesta que ya entregamos al ministro Joan Subirats con unas enmiendas b¨¢sicas en los art¨ªculos 64.3 y 79e, remiti¨¦ndonos a la Directiva europea 2005/36/CE referida a Salud y arquitectura, as¨ª como en la transitoria octava y lo relativo a las actuales modalidades de contrataci¨®n. Ninguna de estas cuestiones se ha a?adido a la ley ni por parte del ministerio ni por parte de los grupos parlamentarios. Pero hay tiempo todav¨ªa. Parad¨®jicamente, la responsabilidad de reconsiderarlo ata?e al mismo gobierno que ha sido capaz de hacer una Ley de la Calidad de la Arquitectura que es considerada mod¨¦lica por la presidenta de la Comisi¨®n Europea y citada continuamente como ejemplar.
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