Educar en y para el decrecimiento
La escuela no puede seguir ajena a los grandes desaf¨ªos y problemas fundamentales que marcan la vida del siglo XXI
Es necesario, urgente y clave educar en y para decrecer ante un modo de vida insostenible para el planeta, para la especie y para las futuras generaciones. Debemos escuchar el grito de los j¨®venes y del planeta tambi¨¦n en la escuela. ¡°?Sin planeta, no hay futuro!¡±, ¡°?Ni un grado m¨¢s, ni una especie menos!¡±, gritan los j¨®venes en las manifestaciones contra el cambio clim¨¢tico, el agotamiento de los recursos y el deterioro de las condiciones de vida en la Tierra.
Esta lucha tambi¨¦n ha llegado al ¨¢mbito del profesorado y de las comunidades educativas. Entre otros, el movimiento ¡°...
Es necesario, urgente y clave educar en y para decrecer ante un modo de vida insostenible para el planeta, para la especie y para las futuras generaciones. Debemos escuchar el grito de los j¨®venes y del planeta tambi¨¦n en la escuela. ¡°?Sin planeta, no hay futuro!¡±, ¡°?Ni un grado m¨¢s, ni una especie menos!¡±, gritan los j¨®venes en las manifestaciones contra el cambio clim¨¢tico, el agotamiento de los recursos y el deterioro de las condiciones de vida en la Tierra.
Esta lucha tambi¨¦n ha llegado al ¨¢mbito del profesorado y de las comunidades educativas. Entre otros, el movimiento ¡°Profes por el futuro¡± plantea acciones concretas para poner en pr¨¢ctica los valores de respeto y cuidado del medio ambiente en el d¨ªa a d¨ªa escolar, fomentando el contacto con la naturaleza y el entorno pr¨®ximo, incorporar los principios de sostenibilidad y decrecimiento en la gesti¨®n de los centros escolares (eficiencia energ¨¦tica, autoconsumo el¨¦ctrico con placas solares, econom¨ªa circular, reutilizaci¨®n de materiales, reciclaje en el aula, disminuci¨®n de los pl¨¢sticos, etc.), extendiendo el uso de la bicicleta o las rutas peatonales como elemento de transporte escolar en entornos urbanos cercanos, accesibles y seguros para el alumnado desde infantil.
La escuela no puede seguir ajena a los grandes desaf¨ªos y problemas fundamentales que marcan la vida del siglo XXI. Como si el aprendizaje en la escuela estuviera destinado para pasar ex¨¢menes y no para la vida. Vemos como poco o nada se abordan contenidos en la escuela y en las universidades relacionados con el consumismo y la obsolescencia programada, con la globalizaci¨®n econ¨®mica neoliberal, con las consecuencias de la huella ecol¨®gica de quienes habitamos el mundo rico que se salda con la usurpaci¨®n de los recursos de otros territorios y de las pr¨®ximas generaciones; o con la deuda ecol¨®gica y de cuidados, con la reducci¨®n del valor de las cosas a lo monetario, con el capitalismo depredador, con la desigualdad que produce esta econom¨ªa de forma estructural, con el ecofascismo que crece socialmente, con la cultura patriarcal en que se sostiene, con el poder y el control impuesto por las transnacionales y las grandes tecnol¨®gicas, etc.
?Qu¨¦ es el decrecimiento?
El decrecimiento es un movimiento pol¨ªtico, econ¨®mico, social y educativo que defiende reducir la producci¨®n material y del consumo para asegurar la supervivencia del planeta y de las futuras generaciones. Estamos agotando un planeta que no tiene recursos suficientes para dar satisfacci¨®n a los deseos que generan los medios y la publicidad y vivir como en los pa¨ªses del norte.
Es una enmienda a la totalidad del sistema econ¨®mico, social y mental del capitalismo. Exige una reducci¨®n redistributiva democr¨¢tica de la producci¨®n y el consumo, empezando por los pa¨ªses industrializados, como un medio para lograr la sostenibilidad ambiental, la justicia social y el bienestar comunitario. La ecolog¨ªa sin conciencia de clase es jardiner¨ªa.
El decrecimiento representa una manera de relacionarnos con el mundo, con la naturaleza, con las cosas y los seres que pueda ser universalizada. No pretende sustituir a las contestaciones hist¨®ricas al capitalismo. Sino que plantea que cualquier alternativa y superaci¨®n del capitalismo debe ser decrecentista, como tambi¨¦n deber¨ªa ser antipatriarcal o antirracista.
No se trata de vivir todos en la miseria, ni renunciar a las conquistas de la ciencia y la t¨¦cnica y volver a vivir en las cavernas. Son caricaturas que nada tienen que ver.
La finalidad no es decrecer absolutamente, sino hacerlo de forma equitativa y justa hasta unos ritmos que se acoplen a los ciclos naturales y permitan que todas las personas y pueblos del mundo cubramos nuestras necesidades b¨¢sicas de forma respetuosa con el ecosistema planetario.
Tampoco se plantea que quienes no llegan a fin de mes tengan que decrecer, ni que los pa¨ªses del sur tengan que ser los primeros en decrecer. Se trata de priorizar el decrecimiento en los escenarios de despilfarro insostenible, asegurando un reparto justo y garantizando condiciones de vida dignas para todas las personas.
Adem¨¢s, no todo tiene que decrecer. Debe conllevar un crecimiento exponencial de la vida digna, los servicios p¨²blicos, el tiempo de relaci¨®n, la cultura, el bien com¨²n, los cuidados y la solidaridad colectiva, etc. Es decir, aquello que hace que la vida sea buena y cada vez m¨¢s humana y justa.
Educar en y para el decrecimiento
El decrecimiento requiere una seria descolonizaci¨®n del imaginario mental y colectivo en el que hemos sido formados. Implica des-aprender el pensamiento ¨²nico capitalista neoliberal y re-aprender una nueva forma de socializaci¨®n educativa que anteponga el mantenimiento y cuidado de la vida y el bien com¨²n a la obtenci¨®n de beneficios de unos pocos. Des-normalizar el deseo y el consumo como forma de realizaci¨®n y de felicidad. Educar en una ciudadan¨ªa consciente y capaz de comprometerse con la justicia ecosocial, la igualdad, el cuidado de los dem¨¢s y del planeta.
Sabemos que ¨²nicamente la ruptura con el sistema capitalista, con su consumismo y su productivismo, puede evitar la cat¨¢strofe. Pero nos negamos a asumirlo porque este capitalismo y la ideolog¨ªa neoliberal que lo alimenta han colonizado incluso nuestro imaginario mental y ut¨®pico. La emergencia clim¨¢tica y ecol¨®gica es el s¨ªntoma, pero la enfermedad es el capitalismo. En definitiva, capitalismo o vida.
No podemos educar como si nada de esto estuviese pasando. Esta descolonizaci¨®n debe ser el coraz¨®n de todos los centros educativos, de todas las materias escolares y todas las actividades educativas, de todo el curr¨ªculo escolar y de la socializaci¨®n en casa y en la calle.
Pero tambi¨¦n de todo el curr¨ªculo universitario en la formaci¨®n inicial del profesorado en las Facultades de Educaci¨®n, con un curr¨ªculo transversalizado por el decrecimiento, donde se eduque al futuro profesorado en cooperar desde la praxis y la materializaci¨®n de la cooperaci¨®n en la propia docencia universitaria, donde se desarrolle una formaci¨®n lenta frente a la aceleraci¨®n y se forme para la desobediencia civil cr¨ªtica frente al capitalismo y el modelo neoliberal y ecofascista, donde se eduque para una cultura de paz y solidaridad internacional que impida las guerras, genocidios y barbarie ante las que nuestros estudiantes y profesorado universitario se est¨¢n rebelando, con las acampadas por Palestina, recuperando la voz cr¨ªtica de los j¨®venes y denunciando la complicidad del silencio y las declaraciones sin actuaciones de las instituciones y los gobiernos. En definitiva, hemos de educar para el compromiso con el bien com¨²n.
¡°Se trata de ense?ar a vivir m¨¢s simplemente, para que los dem¨¢s puedan vivir simplemente¡±, como explico en mi ¨²ltimo libro Pedagog¨ªa del Decrecimiento.
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