Las Barranquillas de Madrid, el mayor hipermercado de la droga de Europa.
Una de las se?ales que utilizan los vendedores para comunicarse con sus clientes es el humo. Mantienen una chimenea, sea invierno o verano, con la que indican que la droga est¨¢ disponible. En este hipermercadotrabajan multitud de personas con tareas especializadas: vigilar, avisar de la llegada de la polic¨ªa, o mantener limpia una chabola. El sueldo suele medirse en dosis.RICARDO GUTI?RREZUnos 5.000 toxic¨®manos compran cada d¨ªa su dosis de coca¨ªna o hero¨ªna en el poblado de Las Barranquillas de Madrid, el mayor hipermercado de la droga de Europa. Un lugar siniestro con unas 90 chabolas en cuyas esquinas se pinchan cada d¨²a decebas de adictos. En la imagen, un toxic¨®mano se anuda una cuerda antes de inyectarse una dosis de droga en el poblado de Las Barranquillas.RICARDO GUTI?RREZLos adictos sin posibilidades se meten el pico en medio del campo o apoyados en alguna valla. Una cuerda atada a un brazo, una cucharilla, un mechero y una jeringuilla son suficientes para iniciar el viaje. A s¨®lo 300 metros de ese lugar est¨¢ la narcosala.RICARDO GUTI?RREZLa adicci¨®n no distingue clases, con lo que Las Barranquillas ve desfilar tambi¨¦n veh¨ªculos de clase media y tambi¨¦n de lujo. ?stos a¨²n no han llegado al l¨ªmite en el que se encuentran los que deambulan tras las chablolas. No tienen trabajo, ya no ven a sus familias y est¨¢n completamente solos.RICARDO GUTI?RREZNadie dir¨ªa que este lugar se encuentra a s¨®lo seis kil¨®metros del centro de la capital madrile?a. El negocio no para ni de d¨ªa ni de noche. Da lo mismo que haga fr¨ªo o calor. La clientela asiste fiel a estos puestos ilegales. En la imagen, un hombre y una mujer dentro de un coche en el poblado de venta de droga de Las Barranquillas.RICARDO GUIT?ERREZEn este lugar de miseria se generan grandes beneficios. Seg¨²n los datos de las ¨²ltimas operaciones policiales en Las Barranquillas, los beneficios diarios de este mercado de la droga ascend¨ªan a unos 18.000 euros diarios. Una cifra sobrecogedora.RICARDO GUITI?RREZ