As¨ª lo piensan muchos de lo que llegan desde el otro lado del Estrecho. En la imagen, un cortijo de inmigrantes de Mal¨ª, cada uno paga 50 euros. No tienen papeles.ALFREDO C?LIZLos marroqu¨ªes y subsaharianos que pueblan los invernaderos relatan su historia sin dramatismo, sin l¨¢grimas. Ninguno quiere volver a su pa¨ªs. Sobreviven como pueden, algunos en peque?as chabolas.ALFREDO C?LIZAlmer¨ªa estaba en los a?os setenta en la cola de las provincias espa?olas por renta. En dos d¨¦cadas los agricultores han pasado del asno al Mercedes. 'Pl¨¢stico hasta la cocina, no hay sitio para m¨¢s', dice el viejo agricultor Andr¨¦s Fornieles (en la imagen).ALFREDO C?LIZHassan y Mohamed, de Kenitra (Marruecos), en la 'ducha' que comparten con otros compa?eros en un cortijo en ruinas. Deben andar ocho kil¨®metros parar recoger el agua.ALFREDO C?LIZLos vecinos siguen desconfiando de los magreb¨ªes. Hablan de "inseguridad ciudadana" y est¨¢n dispuestos a formar patrullas para vigilar los invernaderos y evitar los "crecientes hurtos". En la imagen el impecable invernadero de Jos¨¦ Antonio Castillo.ALFREDO C?LIZSubsaharianos aguardan a ser contratados en un 'paradero' a la salida de El Ejido. Estos puntos de reuni¨®n est¨¢n desperdigados por toda la comarca. Comienzan a funcionar de madrugada y no paran durante todo el d¨ªa. Por ocho horas se pagan no m¨¢s de 35 euros.ALFREDO C?LIZLa producci¨®n de los invernaderos de El Ejido no llega s¨®lo a los mercados espa?oles, tambi¨¦n sale al extranjero. En la imagen, la cooperativa Coprohnijar, que inunda Europa de hortalizas.ALFREDO C?LIZ
