No hay amor que derribe a Bryan Ferry
La boda del excantante de Roxy Music, de 66 a?os, con una antigua novia de su hijo a la que dobla la edad pone de relieve un car¨¢cter seductor a prueba de bombas. Es el ¨²ltimo episodio sentimental de un mito vivo al que poco le importa la correcci¨®n pol¨ªtica
Lo ¨²ltimo que Bryan Ferry (1946) necesita son m¨¢s controversias, pol¨¦micas, esc¨¢ndalos. As¨ª que ha sido h¨¢bil a la hora de casarse con alguien a quien dobla en edad. Primero, retir¨® a la novia, Amanda Sheppard, de su puesto en una empresa de relaciones publicas. El 4 de enero se celebr¨® la ceremonia en una remota isla brit¨¢nica, junto al Caribe. Finalmente, se anunci¨® el hecho consumado.
Es la segunda boda para el fundador de Roxy Music, pero ahora el morbo radicaba en que la nueva Mrs. Ferry fue acompa?ante fugaz de su hijo, Isaac, all¨¢ por 2005. El asunto se trat¨® en una reuni¨®n familiar y no hubo objeciones. Los hijos de Bryan lamentaban que su progenitor fuera rodando de novia en novia tras romper con su madre, Lucy Helmore. Ya fue bastante duro el divorcio, motivado por un desliz de Lucy; salieron a relucir temporadas de enganche del cantante al alcohol y la coca. El acuerdo final dej¨® un apreciable vac¨ªo en la cuenta corriente del vocalista: Lucy consigui¨® 10 millones de libras.
Los cuatro chicos Ferry hacen pi?a con el padre. Los peque?os, Merl¨ªn y Tara, son m¨²sicos y tocaron en Olympia, ¨²ltimo ¨¢lbum paterno. Los mayores, Otis e Isaac, se implicaron a fondo en las campa?as de la Countryside Alliance, asociaci¨®n de campesinos y latifundistas que combat¨ªa la prohibici¨®n de la caza del zorro, que cre¨ªan motivada por obscuros resentimientos sociales. Isaac fue expulsado temporalmente de Eton por mandar correos amenazadores y Otis, amante de las protestas ruidosas, fue detenido en varias ocasiones, pasando finalmente cuatro meses y medio en la c¨¢rcel.
Hijo de un granjero, est¨¢ plenamente? integrado en? la alta sociedad
Aun sabiendo que era pol¨ªticamente incorrecto, Bryan apoy¨® a sus dos hijos revoltosos. Cualquier simpat¨ªa residual que le quedaba por el laborismo se desvaneci¨® con la condena a Otis; al poco, declar¨® su respaldo a los tories y, especialmente, a David Cameron. El pasado a?o remach¨® su deriva conservadora al actuar en un mitin de Letizia Moratti, la candidata (fracasada) de Berlusconi para la alcald¨ªa de Mil¨¢n.
En Inglaterra, Bryan Ferry es el prototipo del desclasado. Hijo de un granjero que criaba ponis para las minas de carb¨®n, est¨¢ integrado plenamente en la alta sociedad londinense. As¨ª que muchos se la guardan. Las broncas de Otis le costaron muchas simpat¨ªas y hubo un encarnizamiento al reproducirse un fragmento de una entrevista con un peri¨®dico alem¨¢n, donde Ferry declaraba su admiraci¨®n por la iconograf¨ªa nazi, tal como se presentaba en las pel¨ªculas de Leni Riefenstahl. Un arte en absoluto inocente, seg¨²n Susan Sontag, pero est¨¦ticamente defendible. El vocalista debi¨® emitir un comunicado negando cualquier sinton¨ªa ideol¨®gica con el nacioalsocialismo. El asunto le cost¨® un contrato con la cadena Marks and Spencer.
Pero Bryan Ferry tambi¨¦n despierta afectos. Y no solo entre los que asisten a fiestas en su exquisita mansi¨®n de Londres, residencia que incluye un estudio ultraprofesional en el s¨®tano. Despu¨¦s de todo, fue propiciador involuntario de una de las m¨¢s famosas uniones del rock. Entre 1975 y 1977, Ferry desarroll¨® una relaci¨®n intensa con Jerry Hall, la belleza tejana que aparec¨ªa en la portada de Siren, el quinto elep¨¦ de Roxy Music, y en varios de sus v¨ªdeos.
Los hijos de Bryan lamentaban que su padre fuera rodando de novia en novia?
Bryan ten¨ªa un historial de seducir a las cover girls de sus discos pero esta vez aseguraba ir en serio. Se empe?¨® en culturizarla, haci¨¦ndole listas de libros de lectura obligada. Jerry tambi¨¦n pas¨® por un cursillo acelerado de etiqueta brit¨¢nica para transformarse en una lady. ?Terminantemente prohibido que bebiera tequila!
Hasta que surgi¨® el depredador: Mick Jagger. Fue una jugada maestra: invit¨® a la pareja a un concierto de los Stones en Londres. En la fiesta posterior, Jagger flirte¨® abiertamente con Jerry, ante el desconcierto de Ferry y las risitas de los que conoc¨ªan esas t¨¢cticas. Unos meses despu¨¦s, aprovechando una ausencia de Bryan, Mick y Jerry intimaban tras una cena convocada por el fot¨®grafo Francesco Scavullo. El t¨¢ndem gener¨® cuatro hijos y dur¨® veintid¨®s a?os.
A los ojos del mundo, Bryan Ferry fue visto como el damnificado. En verdad, no se port¨® muy elegantemente: se qued¨® con las posesiones que Jerry dej¨® en su casa, incluyendo la ropa. Y se present¨® como la v¨ªctima en varias canciones de su posterior disco en solitario, The bride stripped bare. Muchos a?os despu¨¦s, todav¨ªa respond¨ªa con canciones alos comentarios de Hall en su libro autobiogr¨¢fico, Tall tales. El argumento de ella: tampoco Bryan era fiel durante sus giras.
Los detractores de Jagger insisten en que considera las mujeres poco m¨¢s que como trofeos para colgar en las paredes. Por el contrario, Ferry pertenece al modelo rom¨¢ntico. Sufre. Sufre mucho y p¨²blicamente. Ahora se permite sonre¨ªr.
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