Bella Asma, ?qu¨¦ haces mientras masacran a tu pueblo?
El silencio de Asma el Asad, primera dama de Siria, ante los horrores de su pa¨ªs confunde a la opini¨®n internacional. ?Es c¨®mplice de su dictador marido o est¨¢ obligada a callar?
Asma carece de importancia dentro del clan El Asad. Ni siquiera es alau¨ª. Pero eso es lo que tiene de interesante. ?Qu¨¦ piensa la esposa del presidente sobre lo que ocurre en Siria? En 2005, cuando a¨²n viv¨ªa en un cuento de hadas, rodeada de sonrisas complacientes en un pa¨ªs supuestamente feliz, la antigua banquera fund¨® una organizaci¨®n llamada Massar para promover la ¡°ciudadan¨ªa activa¡± y la participaci¨®n de los j¨®venes en la pol¨ªtica. Siete a?os despu¨¦s, la ¡°ciudadan¨ªa activa¡± lucha a muerte contra su marido. Y ella calla.
En verano, The Daily Telegraph public¨® que Asma el Asad hab¨ªa huido a Inglaterra, su pa¨ªs natal. Hace pocos d¨ªas, la oposici¨®n siria la ubicaba en Rusia, exiliada junto a su marido. Asma, sin embargo, no se ha movido de Damasco. El pasado 11 de enero, para acallar los rumores, apareci¨® en un acto p¨²blico junto a dos de sus hijos, Hafez y Zein. Bachar el Asad arengaba a los suyos desde el estrado y denunciaba por en¨¦sima vez la ¡°conspiraci¨®n extranjera¡± que asolaba Siria. Asma, de pie en primera fila, sonre¨ªa y acariciaba la cabeza de sus ni?os.
Asma, nacida en Londres el 11 de agosto de 1975, deb¨ªa conocer a qu¨¦ se expon¨ªa cuando se cas¨® con el presidente de Siria. No era una m¨¢s entre las novias de Bachar, criadas en Damasco y educadas en el fervor hacia el r¨¦gimen de los El Asad. Sus padres, el cardi¨®logo Fawas Akhras y la diplom¨¢tica Sahar Otri, emigraron a Reino Unido en los a?os cincuenta, mucho antes de que Hafez el Asad, padre del actual presidente, alcanzara el poder. Se habituaron a vivir en una sociedad liberal e hicieron lo posible para que su hija creciera como una inglesa.
En casa se hablaba ¨¢rabe, pero Asma fue a un colegio anglicano y luego obtuvo en el King¡¯s College londinense una licenciatura en Inform¨¢tica y un diploma en Literatura Francesa. Trabaj¨® para el Deutsche Bank en Europa y Extremo Oriente como gestora de fondos, en 1998 fue fichada por el banco JP Morgan para ocuparse de fusiones y durante esos a?os demostr¨® ser una profesional competente y bien informada sobre asuntos geopol¨ªticos. No pod¨ªa ignorar la brutalidad de la dictadura siria.
Bromeaba con que
Conoc¨ªa a Bachar, 10 a?os mayor, casi desde la infancia. Su familia pertenece a la ¨¦lite mercantil sun¨ª, aliada con el r¨¦gimen alau¨ª de los El Asad, y ten¨ªa abiertas las puertas de palacio en Damasco. En 1992, cuando Bachar se licenci¨® en Medicina y se traslad¨® a Londres para especializarse en oftalmolog¨ªa (seg¨²n su propia confesi¨®n, eligi¨® esa rama porque siente horror a la sangre y los ojos son poco dados a hemorragias), establecieron una relaci¨®n amistosa. Su relaci¨®n sentimental solo empez¨® despu¨¦s de 1994, cuando Basil, el hermano mayor de Bachar, ya hab¨ªa muerto y el oftalm¨®logo estaba claramente destinado a heredar del padre la presidencia de Siria.
Asma, por tanto, no se cas¨® con un m¨¦dico que lleg¨® accidentalmente a presidente. El d¨ªa de la boda, en diciembre de 2000, Bachar llevaba tres a?os en la jefatura del Estado, elegido por el 97% de los ciudadanos. A Asma le pareci¨® normal ese porcentaje. Como le pareci¨® normal la omnipresencia de la polic¨ªa secreta por todos los rincones del pa¨ªs. Incluso bromeaba con que sus amigos Angelina Jolie y Brad Pitt hab¨ªan decidido contratar ¡°guardaespaldas sirios¡± despu¨¦s de comprobar durante una visita la absoluta seguridad de que disfrutaba ella en Damasco.
En la sombra
La revista Elle la proclam¨® m¨¢s estilosa que Michelle Obama y Carla Bruni. Vogue public¨® en los d¨ªas previos al estallido de la 'primavera ¨¢rabe' una entrevista ensalzando su imagen aperturista (y despu¨¦s baj¨® el reportaje de su web y trat¨® de borrar su rastro en Internet). Asma el Asad export¨® una imagen de perfecta defensora de los derechos de mujeres y ni?os. Hoy, la ONU contabiliza en 5.400 las v¨ªctimas mortales de la represi¨®n del Gobierno de su marido, Bachar el Asad (entre ellos, unos 400 ni?os). Y los miembros de su Consejo de Seguridad buscan un consenso para obligarle a abandonar el poder. Entre tanto, la primera dama permanece invisible.
En marzo del a?o pasado, en una entrevista concedida a Vogue justo antes de empezar las sangrientas revueltas (la revista retir¨® al poco tiempo de su web el texto y las glamurosas fotos y procur¨® que se olvidara el desafortunado titular, Una rosa en el desierto), declar¨® que en casa hab¨ªa establecido una democracia y que el voto de cada uno de sus hijos val¨ªa tanto como el suyo o el de su marido. A la entrevistadora no se le ocurri¨® preguntarle por qu¨¦ lo que val¨ªa para su casa no val¨ªa para su pa¨ªs.
En cualquier caso, muchos atribuyeron a su influencia las t¨ªmidas promesas reformistas lanzadas por Bachar el Asad al principio de su mandato. Bachar no tard¨® en olvidar sus promesas. Asma cre¨® varias organizaciones no gubernamentales para la atenci¨®n a los ni?os, siguiendo el modelo de Rania de Jordania, y en 2005 dio un paso un poco m¨¢s audaz: fund¨® Massar, una ONG destinada a promover la actividad pol¨ªtica entre los j¨®venes y, de forma apenas disimulada, a crear una generaci¨®n de sirios habituada a los mecanismos democr¨¢ticos.
La violencia que consume el pa¨ªs desde hace casi un a?o ha dejado Massar en el olvido. Pero Asma sigue teniendo contactos entre los j¨®venes y en octubre convoc¨® a varios de ellos, asistentes sociales, para que le explicaran las dificultades de su trabajo. Lo que le explicaron los j¨®venes fue lo que hac¨ªa el ej¨¦rcito de su marido. Le hablaron de manifestaciones ametralladas, de ambulancias detenidas para que los heridos no pudieran llegar al hospital, de torturas y asesinatos. ¡°No reaccion¨®, fue como si le cont¨¢ramos una historia cotidiana sin demasiado inter¨¦s¡±, dijo uno de ellos al diario londinense The Independent.
?Le parece bien lo que ocurre? ?Le parece mal, pero se ve obligada a callar? Es imposible saber lo que piensa Asma. No pertenece al c¨ªrculo familiar en el que se discute y se toman decisiones (su suegra y su cu?ada la detestan e hicieron lo posible por evitar que Bachar se casara con ella, una sun¨ª como los Hermanos Musulmanes), solo ha sido vista dos veces en p¨²blico desde que comenz¨® la crisis y ya no circula por Damasco al volante de su todoterreno. No viaja en su jet privado ni impulsa proyectos para la recuperaci¨®n de las glorias arqueol¨®gicas sirias. Si hace algo, no se sabe qu¨¦ es.
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