Hacer menos pero mejor
Luis Fern¨¢ndez-Galiano, arquitecto que ha edificado incomparablemente m¨¢s con la palabra o con una clase de literatura esencial que con ladrillos, ve reconocida su obra con su ingreso en la Academia de Bellas Artes
Hace apenas dos semanas, Luis Fern¨¢ndez-Galiano ingres¨® en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Pero muy bien podr¨ªa haber ingresado, a la vez, en la Real Academia Espa?ola y acaso se ha dejado este reconocimiento para una pr¨®xima vez.
?Si se trata de sus m¨¦ritos en Bellas Artes, Fern¨¢ndez-Galiano lo ha escrito y hablado pr¨¢cticamente todo sobre arquitectura. Es catedr¨¢tico de Proyectos en la Escuela de Arquitectura de Madrid y director de la revista AV/Arquitectura Viva desde 1985. Ha impartido lecciones en Yale, en el centro Getty de Los ?ngeles, en Harvard, en Princeton, etc¨¦tera.
Ha dirigido cursos en las universidades Men¨¦ndez Pelayo y Complutense, ha sido comisario en diferentes exposiciones tanto en Tokio como en Madrid y, en fin, nos aburrir¨ªamos todos si continuara enunciando sus m¨¦ritos y su incesante dedicaci¨®n al trabajo de alta calidad.
Un aspecto, sin embargo, resulta clave en su biograf¨ªa profesional y es que siendo arquitecto no ha construido edificios palpables o, exactamente, ha edificado incomparablemente m¨¢s con la palabra que con los ladrillos, m¨¢s con una clase de literatura esencial que con trazos sobre un tablero o un iMac de funciones dirigidas a dise?ar y proyectar.
Basta leer cualquier pieza suya para extraer? la convicci¨®n de que son obras de un poeta
Aclarada esta dedicaci¨®n orientada a tratar la arquitectura como un artefacto por escrito, Fern¨¢ndez-Galiano lo sabe pr¨¢cticamente todo. Lo sabe porque no se rinde a ignorancia alguna y lo sabe, como sabe de casi todo. Lo sabe por un extenso linaje, puesto que uno de sus abuelos, Emilio Fern¨¢ndez-Galiano, hist¨®logo, fue acad¨¦mico de la Lengua y de Medicina. Pero tambi¨¦n fue acad¨¦mico su padre en Medicina y, sus t¨ªos Manuel, helenista; Emilio, bot¨¢nico, y Antonio, iusnaturalista, en las Academias de la Lengua, de Farmacia y de Jurisprudencia y Legislaci¨®n, respectivamente.
No cabe duda de que la Academia le viene de la misma estirpe familiar y, sin embargo, lejos de perorar solo en esos foros de mucha alcurnia intelectual empe?¨® nada menos que 14 a?os, de 1993 a 2006, en escribir cientos de p¨¢ginas sobre arquitectura en este diario.
Y lo hizo, de tal modo siendo yo su asiduo escudero, que Rafael Moneo subray¨® esta servicial y extraordinaria labor en su discurso de contestaci¨®n en el solemne acto de ingreso.
?A qu¨¦ tanta afici¨®n por las publicaciones fatalmente peri¨®dicas cuando tanto la Universidad como la Academia son de supuesta naturaleza tan maciza como eterna? La respuesta es que su formaci¨®n enciclop¨¦dica se dibuja como una pir¨¢mide en el v¨¦rtice de una luciente poes¨ªa que con extrema facilidad se inspira en el filo de la actualidad.
Basta leer cualquier pieza de Fern¨¢ndez-Galiano, un art¨ªculo, una cr¨ªtica, una p¨¢gina de informaci¨®n para extraer la convicci¨®n de que son obras de un insobornable poeta. Un Gaston Bachelard podr¨ªa haber sido su santo patrono en algunas de sus privadas oraciones circunstanciales y una m¨ªstica general del verso le habr¨ªa acompa?ado ineludiblemente en la redacci¨®n de sus colaboraciones de prensa.
Al final sucumbimos al magisterio que regala este tipo excepcional, tan valioso antes y ahora
A las obras de Bachelard sobre la tierra, el aire, el tiempo, la duraci¨®n o el fuego, Fern¨¢ndez-Galiano invoca y desaf¨ªa con su tesis El fuego y la memoria. Sobre arquitectura y energ¨ªa, traducida al ingl¨¦s y reinterpretada muchas como un tratado seminal, tanto cient¨ªfico como literario. O esto me parece a m¨ª y a un buen pu?ado de gente m¨¢s.
Literatura y ciencia parecen dos formas tan bien avenidas en la obra de Fern¨¢ndez-Galiano que aluden sin propon¨¦rselo a las ambivalencias constantes en la misma vida del alma. Y ahora, aunque sea manipularle un poco, este nuevo acad¨¦mico dijo en su discurso de ingreso: ¡°La renuncia a lo superfluo en la arquitectura y en la vida puede ser¡ una fuente de belleza y de placer: m¨¢s all¨¢ de una l¨®gica econ¨®mica y termodin¨¢mica (¡) la depuraci¨®n de las demandas y los deseos es una gimnasia est¨¦tica y ¨¦tica que produce tantos frutos saludables en el ¨¢mbito f¨ªsico como en el inmaterial. No otro es el motivo por el cual nos fascinan las arquitecturas an¨®nimas hijas de la necesidad, o las artes primeras donde materia y asombro cristalizan en formas esenciales¡±.
O todav¨ªa m¨¢s, a modo de un bisel musical de la misma idea dice sobre la crisis actual: ¡°Haciendo de necesidad virtud, la arquitectura atmosf¨¦rica (nada menos) procura un uso responsable de los recursos escasos, y al tiempo recobra el placer t¨¢ctil de las fluctuaciones t¨¦rmicas, la humedad ambiente o el movimiento del aire, abandonando la costosa y narc¨®tica homogeneidad moderna para recuperar procedimientos de la construcci¨®n tradicional que, con menor complejidad t¨¦cnica e inferior consumo energ¨¦tico, mantienen el confort sin dejar de suministrar est¨ªmulos sensoriales a cuerpos que hab¨ªan olvidado el gozo del sol o la brisa en la piel, prefiriendo una penumbra tibia al brillo cegador de la raz¨®n mec¨¢nica¡±.
?Un tipo fr¨ªo, espartano y todo espiritual Fern¨¢ndez-Galiano? Las pruebas caligr¨¢ficas sobre su sensibilidad carnal chocan con la muy severa y hasta flagelante disciplina que se exige y exige para cualquier clase de conocimiento, sea mental o visual, sea como pensador o como editor.
Su hedonismo hecho escrito puede oponerse a su mismo porte estricto y a su aire de implacable juez de lo malo, lo grosero o lo banal. Puede ser, pero lo cierto es que si Fern¨¢ndez-Galiano nunca pierde la compostura su prestancia valdr¨ªa lo mismo para una fina ceremonia religiosa que para una regia y exquisita bacanal.
Sin embargo, expres¨¢ndose en las letras de arquitectura llega a decir, al estilo de Jos¨¦ ?ngel Valente o Jorge Guill¨¦n, palabras como estas: ¡°El arte atmosf¨¦rico, con su delicada atenci¨®n al control clim¨¢tico, a lo t¨¢ctil y a lo t¨¦rmico, entra en resonancia en la arquitectura con una extensa tradici¨®n cr¨ªtica que ha explorado la fisiolog¨ªa de los edificios con preferencia a las habituales consideraciones anat¨®micas: una tradici¨®n en la que el aire o el agua tienen tanta importancia como la piedra, el vidrio o el acero¡±.
De lo cual se concluye ?c¨®mo no hacerse arquitecto para llegar a pensar y sentir as¨ª? ?C¨®mo no amar la arquitectura? Sus alumnos temen (le tememos todos), no cabe duda, su rigor pero admiramos sus discursos y al final sucumbimos al magisterio que regala este tipo excepcional, tan extra?o en nuestro tiempo, tan valioso antes y ahora, aqu¨ª y all¨¢.
?Acad¨¦mica de Bellas Artes? Todas las Artes poseen, al cabo, como patr¨®n universal el lenguaje mediante el cual se dan a conocer. Pero tambi¨¦n todas las ciudades posibles se compendian en el modelo ejemplar de lo que Fern¨¢ndez-Galiano llama la ciudad compacta mediterr¨¢nea. ?mbito donde los habitantes se cruzan y pueden saludarse, donde los flujos afectivos son m¨¢s f¨¢ciles y donde, al cabo, gracias a esa equilibrada concentraci¨®n el precio de los servicios se reduce.
Y dijo en el apocal¨ªptico sal¨®n de la Academia: "En esta tesitura hist¨®rica, la revoluci¨®n digital no salvar¨¢ los muebles de la ciudad f¨ªsica, que debe abandonar el modelo de la Babel horizontal si no quiere poner en riesgo el futuro de nuestra especie en el planeta, y abrazar la alternativa de la densidad como algo que, libre de sus asociaciones negativas a la contaminaci¨®n y a la congesti¨®n, puede efectivamente ofrecer una forma de habitar el mundo m¨¢s responsable y sostenible: una manera de vivir juntos m¨¢s eficaz en lo econ¨®mico, m¨¢s estimulante en lo cultural y m¨¢s gratificante en lo afectivo".
Esta ciudad, no por casualidad blanca, forma parte tambi¨¦n del lado m¨¢s soleado de este nuevo acad¨¦mico que si de un lado la historia lo ha encumbrado, de otro una y otra vez se mete en los fangos de la pol¨ªtica, se implica en los conflictos ordinarios y se resuelve al fin en la breve duraci¨®n de un peri¨®dico que, por si no fuera ya bastante, ha ocupado durante muchos a?os el centro mismo de su segunda, tercera o en¨¦sima vocaci¨®n.
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