V¨ªsperas de carnaval
Los altercados en Brasil tienen relaci¨®n con la desigualdad y con unas fuerzas de seguridad sin medios
La huelga policial en el Estado brasile?o de Bah¨ªa ha puesto de relieve las debilidades de una de las m¨¢s importantes econom¨ªas emergentes. El movimiento de protesta de los agentes ha sumido en el caos a la capital del Estado, San Salvador, con decenas de muertos, actos de vandalismo y comercios asaltados. El Gobierno de Dilma Rousseff ha recurrido al ej¨¦rcito para restablecer la tranquilidad y prevenir el contagio a otras ciudades y otros Estados del pa¨ªs en v¨ªsperas del carnaval. Los agentes de polic¨ªa reivindican salarios m¨¢s altos, un plan de carrera profesional, mejores condiciones de trabajo y la reglamentaci¨®n de los auxilios por accidentes.
Ninguna gran ciudad del mundo dejar¨ªa de resentirse ante una huelga policial semejante a la que han padecido San Salvador y otras capitales de Brasil, pero los niveles de violencia alcanzados durante estos d¨ªas apuntan hacia un grave problema de desigualdad que puede acabar ralentizando, si no directamente frustrando, la realizaci¨®n de las expectativas depositadas en Brasil. Bajo la presidencia de Lula, el pa¨ªs transmiti¨® una imagen internacional de estabilidad y de progreso que ahora tendr¨ªa que ser revalidada. Si Rousseff no lo consigue, la econom¨ªa brasile?a podr¨ªa acabar resinti¨¦ndose.
La huelga y sus consecuencias constituyen un claro recordatorio de que el progreso de un pa¨ªs no solo se consigue fomentando el crecimiento, sino que exige abordar, adem¨¢s, los problemas de cohesi¨®n social. Brasil se encuentra desde hace tiempo en ese punto, gracias, entre otras cosas, a las pol¨ªticas para combatir la pobreza adoptadas por Lula. La emergencia de una in¨¦dita clase media no deber¨ªa traducirse en la p¨¦rdida de impulso y, menos a¨²n, en el abandono de pol¨ªticas con ese objetivo, puesto que en ellas reside gran parte del ¨¦xito.
Los sucesos de Bah¨ªa alertan sobre el c¨ªrculo vicioso que puede establecerse cuando coincide una situaci¨®n socialmente explosiva y unas fuerzas de seguridad sin los medios necesarios. La normalidad es solo una apariencia sostenida por pr¨¢cticas delictivas en las que participan las propias fuerzas de seguridad, pero la disoluci¨®n de esa apariencia tiene consecuencias todav¨ªa m¨¢s dram¨¢ticas. La tentaci¨®n de buscar un equilibrio es fuerte entre los Gobiernos que se enfrentan a este c¨ªrculo vicioso; tan fuerte como, al final, insostenible y peligroso.
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