A la calle

¡°Los problemas no se resuelven con manifestaciones¡±, ha dicho el ministro Wert. L¨¢stima que la historia no le conceda la raz¨®n: en una mayor¨ªa significativa de los casos se sale a la calle cuando otras medidas de presi¨®n han fracasado. Lo de Valencia viene de lejos. Antes de los recortes, antes de la crisis, antes de que fuera conocida una trama llamada G¨¹rtel. El insulto de las autoridades valencianas a la educaci¨®n p¨²blica viene de cuando se despilfarraba el dinero en edificios chiripitifl¨¢uticos, en recibimientos hollywoodienses al Papa o en proyectar la destrucci¨®n de El Caba?al con una codicia especulativa que helaba la sangre. Porque mientras la alcaldesa so?aba con derrumbar casitas del modernismo popular para edificar apartamentos y abrir una gran v¨ªa al mar, padres y maestros ya se andaban manifestando porque hab¨ªa ni?os dando clase en barracones.

Lo de Valencia no es nuevo, no nos enga?emos o que no nos enga?en. No es que se haya acabado el dinero, es que cuando se supone que lo hab¨ªa, y que si no lo hab¨ªa se aumentaba la deuda y parec¨ªa que lo hab¨ªa, la educaci¨®n p¨²blica estaba padeciendo ya recortes, que todav¨ªa no se llamaban recortes pero que lo eran. Te lo contaban valencianos espantados del ¡°barberismo¡± est¨¦tico y ¨¦tico, aunque a la mayor¨ªa del pueblo soberano le deb¨ªa parecer estupenda pol¨ªtica tan jacarandosa porque volvieron a votar a los mismos que, como es l¨®gico, consideraron la victoria una manera de refrendar y aplaudir sus desmanes.

Pero convendr¨ªa que no olvidaran que la otra mitad est¨¢ ah¨ª, defendiendo unos m¨ªnimos, lo b¨¢sico, lo que no debi¨¦ramos aceptar que se recorte o se rebaje. Llevan a?os aguantando, tantos que el ministro de Educaci¨®n no debiera extra?arse de que no les quede otro remedio que tratar de arreglar los problemas con manifestaciones, disueltas hasta ahora con una brutalidad ca?¨ª.

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