?Qui¨¦n quiere casarse con mi hijo?
"Si la Reina viera el 'reality' de moda, quiz¨¢ revisar¨ªa alg¨²n breve comentario que tuviera sobre la pol¨ªtica matrimonial de su descendencia"
Llegamos al fin a la salida. La entrada de I?aki Urdangarin al juzgado de Palma de Mallorca, despu¨¦s de un pase¨ªllo de 35 metros, una suerte de alfombra roja pavimentada, rodeada de la escenograf¨ªa medieval colindante. Una vez concluida su declaraci¨®n, ofrecer¨¢ un breve comentario a la prensa acreditada y apelotonada en las estrechas calles del casco antiguo. Es probable que esta cortes¨ªa del duque con su pueblo imponga una moda para futuros imputados, la de entregar un statement, una declaraci¨®n, al estilo de las im¨¢genes que el cine estadounidense nos ha ofrecido siempre: acusados e inocentes enfrent¨¢ndose a ese otro juez que son los micr¨®fonos. El toque aristocr¨¢tico lo lleva la definici¨®n: ¡°breve declaraci¨®n¡±. Antes en las embajadas e instituciones espa?olas se informaba de que al final de cualquier evento, conferencia o entrega de medallas ¡°se servir¨¢ un vino espa?ol¡±. Ahora no m¨¢s vino, sino breve comentario.
La breve declaraci¨®n del imputado se har¨¢ igual de importante que aquello que pueda decir, o no, en el interior del juzgado. Ma?ana cuando la acumulaci¨®n de emociones en torno al caso haya alcanzado tal cl¨ªmax, terminaremos todos exhaustos e incapaces de conseguir un nuevo impulso hasta el d¨ªa de la sentencia. Por eso la idea detr¨¢s de la corta declaraci¨®n es buena: pese a lo peque?a, dilata. No por corto su eco es m¨¢s efectivo a largo plazo: devolverle al imputado un poco de inocencia, acercarlo a la gente, favorece. Lo acerca al victimismo. A lo mejor hoy en su declaraci¨®n se deslinde que todo ha sido un malentendido, abusos de parte de sus socios. El breve comentario que sintetice lo que fue el caso Urdangarin es que arrebat¨® el halo, el aura, a la Corona, la hizo menos inviolable. Poco a poco empezaremos a asumir la normalidad que tanto ans¨ªan los duques. Aceptaremos verles regresar a Washington para seguir con su vida normal en aquella extensa y acogedora rep¨²blica.
Habr¨¢ muchos y largos comentarios del breve comentario. La familia real ha decidido alojarlos en La Zarzuela en este hist¨®rico y obligado weekend en nuestro pa¨ªs. Reconforta que en palacio se sostenga una tregua familiar y tambi¨¦n que haya siempre un palacio acogedor a mano. Y con reina dentro.
Se ha dicho en estos d¨ªas que el duque parece m¨¢s delgado. Fruto, quiz¨¢, de los maratones que se pega cada ma?ana en Washington. ¡°Correr es lo que m¨¢s seca¡±, afirman, brevemente, los entrenadores personales. Expertos en costumbres americanas se asombran de que el se?or Urdangarin vista pantalones blancos en pleno invierno, pero aqu¨ª muchos han visto a uno de los hijos del duque de Feria con los mismos vaqueros en Madrid, as¨ª que debe de tratarse de una moda entre los duques, de breve duraci¨®n.
Isabel Sartorius nos regala su biograf¨ªa. Y con ella, un alivio: la Reina no tuvo nada que ver en el desenlace de su relaci¨®n con el Pr¨ªncipe
El mismo domingo en que Espa?a se lanzaba a las calles a cuestionar la reforma laboral y recortes en gasto social se entregaban los premios Goya por la noche. ?Qu¨¦ fastidio! En una alfombra roja, que antes fue verde, asistimos a un desfile de glamour que quiere ser un ant¨ªdoto a la crisis. El resultado se parece a un desfile de trajes prestados, escogidos por estilistas que nunca van a vestirlos p¨²blicamente. Quiz¨¢ la crisis tambi¨¦n influya en esto: no m¨¢s actrices disfrazadas de princesa. Necesitamos un criterio menos medieval.
La Academia del Cine Espa?ol fecunda el peque?o comentario. Ignora la pel¨ªcula que les ha salvado la existencia, Torrente 4, y se parte de risa con el divertido mon¨®logo de su director, Santiago Segura. El mon¨®logo, a su vez, se convierte en el momento estelar de la gala. Todo un buen show de glamour para encontrarse con la realidad del pa¨ªs convirti¨¦ndolos en una fiesta un poco a destiempo.
Mientras, Europa env¨ªa mensajes descorazonadores y cortos. Recesi¨®n. Espa?a, la nueva Grecia. En el Gobierno hay m¨¢s preocupaci¨®n sobre la imagen que se pueda tener de Espa?a en el exterior por las revueltas en Valencia que en asumir las razones que han disparado ese malestar. Enemigos, han dicho cargos policiales. Los j¨®venes, la gente, son enemigos. Y son tambi¨¦n contribuyentes. ?No puede alguien recuperar aquella frase de Fernando Tejero ¡°?un poquito de por favor!¡±?
Desgastados por el presente, buscamos mirar al pasado e Isabel Sartorius nos regala su biograf¨ªa. Y con ella, un alivio: la Reina no tuvo nada que ver en el desenlace de su relaci¨®n con el Pr¨ªncipe. Es una tranquilidad saber que la Reina no fue una de esas madres entrometidas. En la ¨¦poca del noviazgo de Isabel y Felipe no exist¨ªan los realities. Si la Reina fuera espectadora de ?Qui¨¦n quiere casarse con mi hijo?, el reality de moda, seguramente revisar¨ªa alg¨²n que otro breve comentario que tuviera sobre la pol¨ªtica matrimonial de su descendencia. Podemos decir que es un programa que llega con retraso.
Est¨¢ all¨ª, siempre observ¨¢ndonos, la Gioconda. El Prado exhibe desde el mi¨¦rcoles su magn¨ªfico duplicado, seguramente pintado a la par que el original, como una especie de ensayo en el que probar y errar para conseguir la inmortalidad del de Leonardo. ?Qu¨¦ suerte ser¨ªa imitar esta t¨¦cnica en tantas ocasiones de nuestra vida! En los matrimonios de las Infantas, las indecisiones para los trajes en los Goya, las descargas policiales contra los j¨®venes. Lamentablemente, lo ¨²nico que nos ofrece La Gioconda es esa leve sonrisa, somo breve comentario, mir¨¢ndonos con iron¨ªa cuando la contemplamos.
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