Basta de gasolina
Partidos y sindicatos deben extremar la sangre fr¨ªa, sin radicalizar el clima social y pol¨ªtico
Grupos extremistas han aprovechado las ¨²ltimas manifestaciones estudiantiles y sindicales para cometer desmanes, sobre todo en el centro de Barcelona. Ni es la primera vez que esto sucede, ni el miedo a las minor¨ªas antisistema puede servir de pretexto para deslegitimar o anular todas las manifestaciones de signo social o pol¨ªtico. El Gobierno de Rajoy se inquieta de la repercusi¨®n internacional proyectada por las noticias de las algaradas callejeras, y esto es una preocupaci¨®n muy razonable. Pero no se pueden reprimir las reacciones c¨ªvicas a decisiones de gran calado, como la reforma laboral o la incertidumbre generada por el anuncio de profundos tajos presupuestarios, cuyo alcance ni siquiera ha sido precisado, atrapado como est¨¢ el Ejecutivo entre las exigencias de las autoridades europeas y su voluntad de ganar las elecciones andaluzas del pr¨®ximo d¨ªa 25.
Pocas jornadas despu¨¦s de la cita electoral est¨¢ anunciada la presentaci¨®n del Presupuesto, en paralelo con los preparativos de una posible huelga general. Ante esa perspectiva, es absurdo que las corrientes centrales de la pol¨ªtica alimenten la radicalizaci¨®n del clima social. Porque una cosa es que parte de la derecha medi¨¢tica confunda a la direcci¨®n del PSOE con extremistas, y otra que sectores del PP agiten ese mismo c¨®ctel. Mientras la Generalitat de Catalunya tiene el cuidado de distinguir entre ¡°profesionales de la violencia¡± y las decenas de miles de manifestantes, Esperanza Aguirre acusa a los sindicatos de perseguir ¡°la helenizaci¨®n de Espa?a¡±. El vicesecretario general de los populares, Carlos Floriano, se permite atribuir a los socialistas estar detr¨¢s de la conflictividad social para disimular el fracaso electoral, y Rafael Hernando, uno de los portavoces parlamentarios del PP, se?ala directamente al PSOE como "la mano que mece la cuna".
El l¨ªder socialista, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, tras calificar la violencia de "detestable", ha recordado el apoyo que el PP brind¨® a las movilizaciones del episcopado, defendiendo el de su partido a las sindicales ("cada oveja con su pareja"). Lo cual no deber¨ªa ser incompatible con una recomendaci¨®n de prudencia a los dirigentes a la hora de sumarse a demostraciones callejeras. No sobra sangre fr¨ªa en los momentos actuales, al contrario. La situaci¨®n econ¨®mica y financiera de Espa?a es lo suficientemente delicada como para dejar de echar gasolina al fuego.
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