La dieta del imputado
"Puede ser que Gerard Piqu¨¦ se est¨¦ convirtiendo en demasiado estrella para un equipo que solo tolera una, Leo Messi, por razones pr¨¢cticas"
Podemos respirar m¨¢s aliviados, la Corona rueda fuera de peligro. Los que estamos en peligro somos nosotros, que cada d¨ªa que pasa, cada semana que termina, no nos encontramos mejor. Crisis, sequ¨ªa, catarros y disgusto social. Y dietas, que empiezan a cobrar protagonismo en esta precoz primavera. No solo se trata de dietas asociadas a recortes p¨²blicos, se trata de esas dietas de siempre porque, aunque estemos en d¨¦ficit, seguimos asociando delgadez al ¨¦xito. Por eso hablando de ellas, se observa que todos aquellos caballeros imputados ¨Cl¨¦ase el expresidente Camps y el atildado se?or Costa y, qu¨¦ duda cabe, el duque de Palma¨C han experimentado un considerable adelgazamiento durante el tiempo que han sido imputados. Por fin lo hemos pillado: era un plan de lanzamiento, la promoci¨®n de la Dieta del Imputado.
Esta dieta, como cualquier otra, tiene su truco. Una mezcla de nervios y temor cuando traspasas alguna que otra frontera ¨¦tica, que genera una adrenalina de la que no puedes desengancharte. Luego el subid¨®n de hacerte realmente famoso, que contribuye a quemar grasas. Y, por ¨²ltimo, el v¨ªa crucis cardiovascular de ocultar lo que sabes, desviar todas las respuestas lejos de tu diana y mantenerte callado ante circunstancias adversas, que completa el cuadro de ejercicios para adelgazar.
En el caso del duque Urdangarin, los resultados de la dieta han sido insuperables. Los varones latinos nos abandonamos seg¨²n pisamos los 40 y algunos se han hecho padres. Puede que algunos michelines resistan mejor que otros, pero las caderas y donde la espalda pierde su nombre empiezan a ampliarse. Es m¨¢s que probable que sus esposas ¨Cque algunas, ya sabemos, ni preguntan ni quieren saber, y otras todo lo ven, pero no pueden se?alarlo¨C se convenzan de que los prefieren as¨ª. Es cierto que la infanta Cristina compra en supermercados de comida org¨¢nica, pero es tambi¨¦n probable que el duque estaba ganando kilos. Y la dieta del imputado lo dejo m¨¢s fino. No podemos negarlo: esa m¨¢gica f¨®rmula de la imputaci¨®n acelera el metabolismo y te deja tip¨ªn.
Es cierto que la infanta Cristina compra en supermercados de comida org¨¢nica, pero es tambi¨¦n probable que el duque Urdangari estuviera ganando kilos
Adelgaza el Estado y tambi¨¦n sus cuentas. Engordan en las calles las protestas de j¨®venes y miembros de nuestra sociedad, recortados por todos lados. Cuando viv¨ªamos como ricos, en la d¨¦cada pasada, los j¨®venes sal¨ªan a hacer botell¨®n. Ahora salen en rebeli¨®n. A¨²n no estaba entre esos j¨®venes la hija menor de Isabel Pantoja Primera, reina de la copla. La infanta Chabelita, que ya ha superado los 15 a?os, anuncia que cantar¨¢ como su progenitora. Es un ejercicio ejemplar de sucesi¨®n de talento que no podemos dejar de recibir como una grata noticia. Adem¨¢s de que sea una familia con recursos modernos, como la adopci¨®n, tiene todav¨ªa mas valor que Chabelita quiera ser cantante al no tratarse de un legado gen¨¦tico, sino por m¨¦ritos propios. Del esfuerzo personal sabe mucho Pantoja, de ah¨ª su confianza en la meritocracia. Chabelita se ha criado en unos a?os en que su madre ha hecho de todo aparte de discos. Pantoja, desde los noventa para ac¨¢, se ha reinventado como cocinera preorg¨¢nica (su gran ¨¦xito fue el pollo a la Pantoja) y tambi¨¦n como imputada invitada a sentarse en el banquillo el pr¨®ximo mayo. Con intentar narrar esa peripecia vital, la infanta Chabelita tendr¨ªa un ¨¢lbum que dejar¨ªa muda a Lana del Rey, la nueva princesa del pop indie.
No hemos estado atentos a la cada vez m¨¢s enrarecida relaci¨®n entre el pr¨ªncipe Gerard Piqu¨¦ y su entrenador-tutor, Josep Guardiola. Todo empez¨® cuando Piqu¨¦ jug¨® medio despistado en Pamplona. Guardiola no le recrimin¨® directamente, pero dicen que hubo miradas harto reprobatorias. Comunicaci¨®n org¨¢nica, no verbal. Unos d¨ªas despu¨¦s, Gerard olvid¨® algo en su casa de la avenida Balmes en Barcelona y sali¨® con prisa de su megacoche, dej¨¢ndose la puerta abierta. Y exponiendo a la vista de todos uno de los tronos donde se sienta la princesa Shakira. Un bus del Ayuntamiento se llev¨® la puerta por delante. ?Una se?al inquietante: el transporte p¨²blico arrasa la puerta de un veh¨ªculo inaccesible! Piqu¨¦, que es ejemplar en todo, en lo rubio, en lo de mirar hacia la c¨¢mara cada vez con m¨¢s seguridad, en su buen rollo, en su dentadura, pidi¨® disculpas a la empresa de transporte p¨²blico, pero Guardiola, severo, lo vio como una gota rebosante. Desde entonces, o le sienta en el banquillo, o le convoca con gesto contrariado.
Puede ser que Piqu¨¦ se est¨¦ convirtiendo en demasiado estrella para un equipo que solo tolera una, Messi, por razones pr¨¢cticas. Y quiz¨¢ otra, el propio Guardiola, por razones casi m¨ªsticas. La desavenencia tiene mucha miga, pero nadie se atreve a meterle diente. La miga engorda. Es probable que Guardiola se sublime a trav¨¦s de Piqu¨¦, que es m¨¢s alto, m¨¢s exitoso a la hora de trasladar su filosof¨ªa al resto del pa¨ªs y al mundo gracias a su amor con Shakira. Pero tambi¨¦n es plausible que no digiera bien que es un Brad Pitt en potencia, con mejores piernas. Un t¨¦cnico no puede sentirse c¨®modo ante este panorama. Pero alguien deber¨ªa hacerle sentir de otra forma. El pr¨ªncipe Piqu¨¦ es el embajador perfecto de la nueva virilidad. Alto, goleador, internacional en todo, hasta en la novia. Tuitea en ingl¨¦s. Y, aunque haya engordado su ego, es lo suficientemente rico para nunca necesitar los rigores de la dieta del imputado.
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