?R¨¦gimen de corrupci¨®n?
Lo cierto es que nada han hecho PP y PSOE para limpiar los establos propios
En la campa?a por la secretar¨ªa general del PSOE, la exministra Cristina Narbona reproch¨® a la pasada direcci¨®n del partido lenidad ante el fen¨®meno de la corrupci¨®n, pensando en el fraude inmobiliario. La respuesta del entonces candidato Rubalcaba ante los micr¨®fonos de la SER fue sorprendente: s¨ª, hab¨ªa luchado contra la corrupci¨®n, ¡°lo que le gan¨® buenas broncas¡±. Resultados: cero. El pol¨ªtico confesaba as¨ª que, o bien le abronc¨® Zapatero por oponerse a la corrupci¨®n, o bien cay¨® sobre ¨¦l la pl¨¦yade de corruptos socialistas. Rubalcaba a?ad¨ªa su juicio sobre la ¡°burbuja inmobiliaria¡±: trajo algo bueno, el dinero (sic), algo malo, el paro, y adem¨¢s la corrupci¨®n. Rubalcaba pasa por alto que ese ¡°dinero¡± arrastr¨® al pa¨ªs hacia la crisis y que la corrupci¨®n, ilegal o alegal, era el producto inevitable de semejante forma de acumulaci¨®n capitalista. No hab¨ªa visto Espa?ist¨¢n.
La miop¨ªa de Rubalcaba enlaza con la exculpaci¨®n habitual en la historiograf¨ªa light sobre la Espa?a anterior a 1931: corrupci¨®n, tanto pol¨ªtica como econ¨®mica, la hab¨ªa tambi¨¦n en los mejores pa¨ªses. Olvidan la diferencia: no es que hubiera corrupci¨®n en el sistema, sino que el sistema era la corrupci¨®n. Ninguna prueba mejor que la inexorable dependencia de los resultados en las elecciones respecto del gobierno que las organizaba, las hac¨ªa, nada menos que entre 1838 y 1931. Luego toda la luz y todos los taqu¨ªgrafos que se quiera, pero entre tanto, con una agudizaci¨®n espectacular desde 1868 por la acci¨®n del lobby integrista cubano, al falseamiento permanente de las elecciones se un¨ªa el imperio de la corrupci¨®n econ¨®mica sobre las ¨¦lites del r¨¦gimen: ejemplos, el contrato leonino de la Trasatl¨¢ntica de Comillas concedido por el gobierno Sagasta, la airada intervenci¨®n de Maura para bloquear el abastecimiento de agua del Lozoya a Madrid en defensa del privilegio exhibido por Santillana (y de ¡°sus modestos ahorros¡±). Nada tiene de extra?o que al modernizarse las t¨¦cnicas, la corrupci¨®n culminase con Juan March organizando el viejo asunto del contrabando a escala nacional y cubri¨¦ndolo con el soborno generalizado de la clase pol¨ªtica ¡ªen Mallorca, excluidos los liberales de Weyler¡ª, sin olvidar al consulado brit¨¢nico. A diferencia de cuanto ocurriera en los principales pa¨ªses democr¨¢ticos, donde tales personajes figuran en la cr¨®nica negra, aqu¨ª al ¡°Rey de los Contrabandistas¡± (c¨®nsul brit¨¢nico dixit), despu¨¦s de financiar el golpe del 18 de julio le est¨¢ consagrada la m¨¢s prestigiosa Fundaci¨®n cultural del pa¨ªs y es rehabilitado como ¡°creador de riqueza¡± por historiadores profesionales, alguno tambi¨¦n notablemente enriquecido.
El tema del saneamiento de la democracia no parece preocupar a Rajoy, visto lo sucedido con G¨¹rtel
Al constituirse de aluvi¨®n los partidos democr¨¢ticos despu¨¦s de 1975, en un tiempo de dinero f¨¢cil, la captaci¨®n de fondos estatales de ra¨ªz franquista adquiri¨® nuevas dimensiones (caso Rold¨¢n). Su consolidaci¨®n, y aun su codificaci¨®n, lleg¨® en la fase expansiva de los noventa, con la descentralizaci¨®n determinada por el texto constitucional que en su art¨ªculo 148 asignaba a las comunidades aut¨®nomas la ordenaci¨®n del territorio, el urbanismo y la vivienda, con sucesivos refrendos del Tribunal Constitucional y la luz verde de la ley del Suelo de 1998 al ¡°enriqueceos¡± inmobiliario. Las formas de corrupci¨®n del pasado, con el estrecho enlace entre cargo pol¨ªtico y fraude econ¨®mico, se multiplicaron, especialmente en el interior de las Comunidades aut¨®nomas y de modo particular en su Eldorado, Mallorca. Los controles eran en ellas y en los ayuntamientos muy inferiores a los de la Intervenci¨®n del Estado y las redes clientelares, f¨¢ciles de establecer, seg¨²n ha explicado Javier Tajadura. A la gente adem¨¢s, no le parec¨ªa mal. Tonto el que no robe. La irrelevancia del factor corrupci¨®n para el voto en Valencia (G¨¹rtel) y en Andaluc¨ªa (EREs) es la mejor prueba.
La investigaci¨®n de Jim¨¦nez y Carbona, publicada en Letras Libres, utilizando conversaciones interceptadas, describe un sistema de corrupci¨®n perfectamente rodado, donde los cargos electivos aceptan los sobornos y recompensan a los depredadores econ¨®micos que les contratan. Una vez puesta en marcha la muy rentable conexi¨®n inmobiliaria, solo falta ampliar el campo directamente a los servicios p¨²blicos en una espiral del fraude, del cual es buen ejemplo la tela de ara?a descubierta en torno a Jaime Matas. La impresi¨®n es que en este proceso de enriquecimiento y envilecimiento los partidos acaban pasando de testigos mudos a protagonistas (nuevamente G¨¹rtel y EREs). El caso Urdangarin no tiene as¨ª nada de extra?o, al servirse de una posici¨®n privilegiada que parec¨ªa garantizar la impunidad y enlazar hasta el fondo con las redes de corrupci¨®n ya establecidas. Mi amigo Alberdi habla de ¡°r¨¦gimen de corrupci¨®n¡±.
Lo cierto es que nada han hecho PP y PSOE para limpiar los establos propios, e incluso en el caso N¨®os, la que inicialmente pareci¨® una conducta digna del Rey, ha de ser cuestionada. Presunci¨®n de inocencia no significa cerrar los ojos a lo que ten¨ªan delante PP, PSOE o el propio monarca, como ¡°primer magistrado de la naci¨®n¡±, en palabras de 1808. Pudieron y debieron erradicarlo o distanciarse rotundamente de entrada. El silencio o el pasaporte no bastan.
El tema del saneamiento de la democracia no parece preocupar a Rajoy, visto lo sucedido con G¨¹rtel. Es de ¡°sentido com¨²n¡± que todo siga, ahondando de paso m¨¢s la desigualdad.
Antonio Elorza es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica.
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