No hablen de soberan¨ªa
Los errores formales empa?an la discusi¨®n con Bruselas sobre el l¨ªmite de d¨¦ficit para 2012
El desenlace del pulso entre Espa?a y la Comisi¨®n Europea acerca del d¨¦ficit espa?ol para 2012 se traduce en un endurecimiento de medio punto en el techo autorizado: 5,3% en vez del 5,8% anunciado por el Gobierno. El Eurogrupo ¡ªy no solo ¡°Bruselas¡±¡ª ha corregido a Madrid con firmeza. Por m¨¢s que el ministro de Hacienda aparentase ayer ¡°celebrar¡± la noticia porque supon¨ªa un margen m¨¢s amplio que el comprometido por el Gobierno anterior, lo cierto es que se trata de un correctivo a Mariano Rajoy, que anunci¨® su cifra como una ¡°decisi¨®n soberana¡±, sin necesidad de ello. Tal soberan¨ªa se ha derretido como azucarillo en un vaso de agua, de lo que cabe extraer varias lecciones para la pol¨ªtica europea de Espa?a.
La primera es que, contra lo que se sugiri¨® inicialmente, el margen del 5,8% no estaba pactado con las autoridades comunitarias. La prueba es que el Eurogrupo lo rechaz¨®. La ambig¨¹edad, a veces propicia en una tertulia local, suele serlo poco en un debate con los Estados socios y las instituciones comunes. Solo ha servido, en este caso, para conducir a la confusi¨®n a la ciudadan¨ªa espa?ola.
Tambi¨¦n hay que saber con qui¨¦n se pacta, o mejor, con qui¨¦n hay que pactar. De nada sirve la sinton¨ªa con Gobiernos amigos si se desaf¨ªa a quien negocia en nombre de todos. De poco sirven, asimismo, la ret¨®rica soberanista o el pavoneo nacionalista. En un foro caracterizado por la soberan¨ªa compartida, dura tanto como una reuni¨®n. Sobre todo si se anuncia una iniciativa unilateral, consistente en flexibilizar el d¨¦ficit de un socio, a los pocos minutos de firmar un Tratado que endurece los presupuestos de todos.
Convendr¨¢ en el futuro evitar esas presuntas batallas entre ¡°Espa?a y Europa¡±, como si ambas fuesen contrarias. El hecho es que la correcci¨®n al Gobierno de Rajoy se la proporciona una instituci¨®n, el Eurogrupo, de la que la propia Espa?a forma parte. Nadie sensato debiera ponerse en la circunstancia de ir contra s¨ª mismo.
Todas estas reflexiones, sin embargo, abarcan solo el aspecto formal del episodio. Aspecto fundamental, puesto que con m¨¢s modestia en las maneras, mayor finura en los procedimientos y mejor eficacia en las labores de convencimiento, Espa?a se habr¨ªa ahorrado el rapapolvo.
Lo m¨¢s molesto del asunto es que en el contenido de la discusi¨®n, en la cuesti¨®n de fondo, Espa?a exhib¨ªa poderosos argumentos, que siguen siendo v¨¢lidos. As¨ª, resultaba peor que inconveniente reducir a la mitad el d¨¦ficit en una coyuntura de recesi¨®n e intenso desempleo. Incluso con la nueva cifra ser¨¢ m¨¢s que dif¨ªcil cumplir.
Precisamente porque Espa?a tiene buenas razones para argumentar la flexibilidad que se solicitaba, deber¨ªa haber comprendido que otros tuviesen prioridades distintas, una escasa inclinaci¨®n a hacer excepciones a la regla, y un resquemor hist¨®rico ante las desviaciones de los d¨¦ficits. Y buscar as¨ª complicidades en lugar de plantear hechos consumados.
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