?Qu¨¦ ha fallado en la perfecta vida de la modelo-empresa?

Heidi Klum confes¨®, durante una entrevista, que su madre le enviaba de su Alemania natal chocolatinas de la marca Katzenpf?tchen por correo a Nueva York. Era 1998 y esta escult¨®rica rubia coloniense de 25 a?os acababa de lograr uno de los mayores m¨¦ritos de una modelo en Estados Unidos: posar para la selecta portada estival de Sports Illustrated. El fabricante de las chocolatinas, Katjes, tard¨® muy poco en explotar la coyuntura y asociar su imagen a la de la modelo. El padre de esta, G¨¹nther, tard¨® todav¨ªa menos en razonar que, llegados a este punto, era mayor la publicidad que hac¨ªa su hija de los Katzenpf?tchen que viceversa, y exigi¨® un contrato de varios cientos de miles de euros anuales. La empresa accedi¨® solo para ver que la tarifa se multiplicaba con la popularidad de Heidi. Al poco, rozaba el mill¨®n de euros. Katje tuvo que sustituir a Klum por Lena Gercke, mucho m¨¢s barata. Daba igual. Gercke hab¨ªa surgido del reality alem¨¢n Germany¡¯s next top model, producido por Heidi y gestionado por G¨¹nther, y tanto su carrera como un astron¨®mico 20% de sus ganancias les pertenec¨ªan.

Para ser el primer contrato publicitario de una de las top models m¨¢s rentables de los ¨²ltimos a?os, el de Katjes result¨® cuando menos premonitorio. Preconizaba el imbatible ¨¦xito de Klum como modelo, su instinto para los negocios, la importancia de la familia en su imagen y la de su padre en sus finanzas. Aferrada a estos valores, Heidi pasar¨ªa a ser uno de los maniqu¨ªes m¨¢s importantes del mundo. A engrosar el medi¨¢tico club de maniqu¨ªes de lencer¨ªa Victoria¡¯s Secret Angels. A centrar sus entrevistas en lo feliz que era su matrimonio con el cantante Seal. A montar un entramado de al menos 16 millones de d¨®lares anuales formado por la ropa que ella dise?a, las marcas que ella patrocina y los programas de televisi¨®n (Germany¡¯s next top model y el reality estadounidense Project runway) que ella produce y presenta. Mientras, su padre har¨ªa fortuna gestionando el nombre de su hija y las carreras de las ganadoras del programa alem¨¢n.

¡®Der Spiegel¡¯ asegura que la relevancia de su padre en la moda empieza a hacer agua

Pero las facultades prof¨¦ticas del affaire Kletje no dan m¨¢s de s¨ª. A sus 38 a?os, Klum ha ca¨ªdo en terrenos desconocidos. Hace poco estremeci¨® a la prensa rosa al poner fin a su matrimonio de casi siete a?os con Seal. Poco despu¨¦s, el peri¨®dico Der Spiegel aseguraba que la relevancia de su padre en el mundo de la moda empezaba a hacer agua. Esto, m¨¢s de un a?o despu¨¦s que colgar las alas de Victoria¡¯s Secret Angels. En una entrevista reciente a Elle ha confesado que se siente ¡°en el ojo de un tornado¡±.

Lo m¨¢s sonado ha sido lo del divorcio. Desde la boda en 2005, Heidi se hab¨ªa definido oficiosamente como ¡°esposa y madre¡± y dedicaba sus entrevistas a describir su dicha conyugal. En 2010, intent¨® sacar adelante un reality sobre su matrimonio, no centrado en la moda ni en la m¨²sica, sino como Love¡¯s divine (no lleg¨® a emitirse). Sus apariciones m¨¢s sonadas eran las multitudinarias bodas que celebraba anualmente para renovar la uni¨®n Seal-Klum. Desde ah¨ª hasta que, el 22 de enero, se anunci¨® el divorcio no hubo cambio de discurso. Seg¨²n Klum: ¡°Toda pareja tiene buenos y malos momentos. Nosotros estamos en p¨²blico, as¨ª que los buenos momentos son conocidos. Pero no por ello tienen que imprimirse los malos en revistas¡±. Aun en c¨ªrculos m¨¢s o menos cercanos el desconcierto es generalizado. ¡°Esta mujer sojuzg¨® su imagen p¨²blica a su vida familiar, pero no por ello esa felicidad parec¨ªa menos cierta¡±, se asombra Chris Daly, productor durante dos temporadas de Project runway. ¡°O ella es m¨¢s fr¨ªa a¨²n de lo que ya le acusan los medios o es que de verdad no se lo ve¨ªa venir¡±.

"No s¨¦ qui¨¦n es, ni lo sabe Francia, ni Claudia Schiffer", ha dicho de ella?Karl Lagerfeld

Esta imagen pod¨ªa despistar del talento financiero de Klum. Cuando en 2004 empez¨® a presentar el concurso para dise?adores Project runway estaba en realidad adscribi¨¦ndose a una tendencia que empezaba a arrasar a las pasarelas estadounidenses: la top model empresaria. ¡°Las modelos de hoy son m¨¢s listas¡±, alerta Ryan Schinman, jefe ejecutivo de Platinum Rye, una agencia que representa a las empresas que deciden promocionarse con caras famosas. ¡°Han descubierto que si van a ayudar a la gente a vender productos, quieren su parte. El truco est¨¢ en tirar de tu imagen p¨²blica: en el caso de Klum, su mensaje era, ¡®mirad, soy madre y esposa¡¯, as¨ª que eso hizo¡±. Para cuando abandon¨® Victoria¡¯s angels en diciembre de 2010, ya hab¨ªa lanzado dos l¨ªneas de ropa para embarazadas. Les seguir¨ªan dise?os de deportivas, lencer¨ªa, una colonia y el programa de televisi¨®n alem¨¢n.

Lo que no ha solucionado es su problema con Europa. Mientras EE UU celebra sus valores familiares y su figura imperfecta, aqu¨ª no acaba de cuajar ni en los c¨ªrculos de la moda (Karl Lagerfield, en 2009: ¡°No s¨¦ qui¨¦n es, ni lo sabe Francia ni lo sabe Claudia Schiffer¡±) ni en el mundo de la alta costura (el dise?ador Wolfang Jong: ¡°Es demasiado gorda [mide 1,76 y sus medidas son 91-69-94], y tiene una sonrisa est¨²pida menos avant-garde que comercial¡±). Aqu¨ª pesa m¨¢s la figura de su padre, al que ahora Der Spiegel acusa de estar arruinando a las ganadoras de Germany¡¯s¡­ para que no le quiten trabajo a su hija. ¡°Todo est¨¢ en la percepci¨®n¡±, sentencia Torey Bates, periodista de moda en Los ?ngeles. ¡°En EE UU nos importan poco las sombras de los empresarios. Europa no acepta a alguien por su candor tan f¨¢cilmente¡±.