El d¨ªa despu¨¦s
Los problemas son igual de graves que antes de la huelga. Por eso no se necesita m¨¢s conflictividad
Al d¨ªa siguiente de la huelga general llegan los Presupuestos Generales del Estado con su esperada carga de recortes en el gasto p¨²blico. La inquietud con la que Europa vive esta semana testimonia el miedo a que Espa?a sea arrastrada por el engranaje de la desconfianza y a que el contagio se extienda a otros pa¨ªses de la zona euro. Precisamente porque los problemas siguen siendo tan graves como en las v¨ªsperas de la huelga, a nadie interesa que la conflictividad social se instale de forma duradera ni que los incidentes de ayer ¡ªm¨¢s de un centenar de contusionados y heridos, alguno de consideraci¨®n¡ª se conviertan en moneda corriente. De ah¨ª la necesidad de mantener los puentes abiertos entre el Gobierno, los partidos y los agentes sociales.
Dentro de la anormalidad que supone abstenerse de trabajar, la jornada de ayer se caracteriz¨® por "la normalidad y la tranquilidad", seg¨²n el Ministerio del Interior. Los servicios m¨ªnimos pactados se cumplieron con creces y los sindicatos convocantes controlaron muy bien la movilizaci¨®n adicional de cientos de miles de manifestantes en m¨¢s de un centenar de ciudades ¡ªadem¨¢s de los actos montados por organizaciones sindicales minoritarias o grupos de indignados¡ª. Dos agentes de la Ertzaina agredidos en Bilbao, un joven herido en Vitoria de un pelotazo, cargas policiales contra piquetes violentos en Pamplona, actos vand¨¢licos en Barcelona, detenciones en Madrid entre grupos que cortaban el tr¨¢fico: el rosario de incidentes demuestra que la huelga general no es una fiesta y que lleva inherente el peligro de la coacci¨®n. Los paros tuvieron mayor incidencia en la industria y en la construcci¨®n. Pero el seguimiento fue escaso en el comercio y en la Administraci¨®n p¨²blica. No se cumplieron los augurios de los que pronosticaban que esto iba a acabar ¡°como en Grecia¡±, y de ello no cabe sino felicitarse y pedir a los que no paran de echar le?a al fuego que act¨²en con m¨¢s responsabilidad.
M¨¢s all¨¢ de los incidentes y de los que pronostican finales apocal¨ªpticos, la cuesti¨®n de fondo es que ni la econom¨ªa ni la confianza de los inversores necesitaban este paro. Menos a¨²n otras posibles huelgas venideras. Negociar es mejor que empe?arse en la prueba de fuerza, y por eso las partes implicadas deber¨ªan ponerse a la tarea de atajar el empeoramiento del clima social. En el caso de la reforma laboral, objeto central de la protesta desarrollada ayer, los secretarios generales de UGT y CC OO, C¨¢ndido M¨¦ndez e Ignacio Fern¨¢ndez Toxo, han hecho llamamientos a la negociaci¨®n, mientras la ministra de Empleo, F¨¢tima B¨¢?ez, se declara a la espera de propuestas sindicales y de la oposici¨®n pol¨ªtica, aunque excluyendo todo cambio en los aspectos "troncales" de la reforma. En las pr¨®ximas semanas se ver¨¢ si las partes implicadas han sacado alguna consecuencia positiva del enfado social contra esa reforma.
A los 100 d¨ªas justos de su jura como presidente del Gobierno, Rajoy ha visto celebrada la huelga general que ten¨ªa descontada desde enero. La legitimidad de su Gobierno para tomar decisiones no est¨¢ en absoluto cuestionada por un resultado adverso en las recientes elecciones andaluzas ni por la huelga general de ayer. El Gobierno, sin embargo, deber¨ªa tomar nota de que una mayor¨ªa absoluta ni es un cheque en blanco ni es eterna. Necesita cargarse de raz¨®n, incluso a la hora de convencer a los dem¨¢s de que el margen para Espa?a es muy estrecho. Los sindicatos cometer¨ªan un grave error si alientan una escalada, como se insin¨²a desde Comisiones Obreras. La reforma se va a tramitar como proyecto de ley: por lo tanto, es la hora de los pactos en las instituciones, que deben tener en cuenta el malestar en las calles. Tambi¨¦n es la hora de respetar lo que en ellas se decida.
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