Los lunes, combate
"Gran hermano' contra 'El n¨²mero 1': hartos de ver c¨®mo corre nuestra prima de riesgo, vuelve a ser un deporte nacional la lucha por un punto de 'share' de audiencia televisiva"
Por fin ha llovido! Y no solo han sido tijeretazos, sino tambi¨¦n simplemente agua. Un pesado chaparr¨®n que les recuerda a los vacacionistas que su tradicional Semana Santa playera pueda ser tambi¨¦n v¨ªctima de la crisis. Antes, cuando ¨¦ramos ricos, las fechas del sufrimiento de Cristo eran una semana de goce y delicia asegurados. Ahora, solo son sagrados el Jueves y Viernes Santo. Y encima, llueve. Ya nos lo advirti¨® el Rey en su discurso de Navidad, aquel de la justicia es igual para todos: ¡°La crisis va a hacernos cambiar muchas de nuestras costumbres¡±.
Mientras cerramos los paraguas, vamos abri¨¦ndonos a la idea de que la amnist¨ªa fiscal no termina de convencer a los millonarios a quienes est¨¢ dirigida. Aunque consideremos a los millonarios unos vagos, en realidad no son tontos. No gastan de la misma forma que nosotros, son muy pillos y no se dejan engatusar por una n¨®mina. Y adem¨¢s son expertos en regatear, que para ellos es renegociar. Un millonario no necesariamente es un patriota y dif¨ªcilmente acepte que su fortuna tenga nacionalidad. Tiene su nombre, a lo mejor el de sus hijos, pero no pertenece a un pa¨ªs, aunque puede que le pertenezca parte de uno. Los millonarios prefieren pertenecer a clubes antes que a pa¨ªses. Puede pecar de ingenuidad el ministro Montoro, que ha visto un diluvio de millones como los de la estafa de Gescartera evaporarse, al creer que los due?os de huidizas fortunas patrias vendr¨ªan como una tromba a devolver sus dineros ante su se?al de bandera blanca. Ya lo dijo Andy Warhol: ¡°Los millonarios caminan m¨¢s despacio que t¨² y que yo¡±. Por cierto, otro detalle que diferencia a los millonarios espa?oles de nuestros ministros: los millonarios s¨ª podr¨ªan mandarse hacer un retrato con el mism¨ªsimo Warhol a buen precio. Exministros como Bono o ?lvarez Cascos gastan hasta 150.000 euros para unos retratos que dif¨ªcilmente consigan agradarnos, mucho menos hacer historia.
Mientras llueve ceniza sobre la televisi¨®n p¨²blica, en las cadenas privadas cada lunes hay un combate solo comparable a la relaci¨®n de amor/odio entre Ben-Hur y Mesala. El programa de talentos de Antena 3 El n¨²mero 1 se enfrenta con el reality hist¨®rico de Telecinco, Gran Hermano. En su estreno, El n¨²mero 1 super¨® por tres puntos de share a su competidor. En la segunda entrega, la lucha fue tan feroz que Gran Hermano acort¨® esa distancia. Hartos de ver c¨®mo corre nuestra prima de riesgo, vuelve a ser un deporte nacional la lucha por un punto de audiencia.
Ambos programas son emisiones maratonianas de hasta cuatro horas. Nuevo circo romano saturado de luces y diodos. Un talent show y un reality show tienen el 50% en com¨²n y el 50% en discordancia. El porcentaje en com¨²n es que son shows. La diferencia es que en los realities se duerme y en los talents se sue?a. Son programas que nacieron al mismo tiempo, en la d¨¦cada rica, cuando no ten¨ªamos tan clara la diferencia entre dormir y so?ar. En el reality prevalece lo horizontal y en el talent retumba lo vertical. La eternidad de la emisi¨®n est¨¢ relacionada con el desempleo: ya no es cierto que por mucho madrugar habr¨¢ m¨¢s trabajo.
Los que defienden los realities argumentan que este GH es el de mayor coeficiente intelectual y ofrece aut¨¦nticas historias de amor como la de Sindia, que ha visto c¨®mo el programa la hace convivir con el hombre de su vida junto al de sus sue?os. En el talent show, cinco n¨²meros uno con ventas de discos millonarias seleccionan a un heredero en tiempos en los que la m¨²sica es descarga y pesadilla. Ese jurado tiene sus favoritos, la audiencia tambi¨¦n, pero se comenta que la productora sue?a con que Meritxell Negre, barcelonesa que emigr¨® a Estados Unidos hace 20 a?os, consiga escalar puestos gracias a su agotadora f¨®rmula de divismo con humildad. ¡°Para ser una gran diva hay que ser muy humilde¡±, entona como mantra. Llegue a finalista o no, Meritxell tiene su m¨¦rito: fue emigrante pionera, escogi¨® luchar en Norteam¨¦rica en una ¨¦poca en la que los espa?oles viaj¨¢bamos a Nueva York a conquistar el sue?o de comprarlo todo con el d¨®lar regalado.
En el combate cat¨®dico, Paula V¨¢zquez podr¨ªa ser Mesala con la musculatura y sonrisa de quien puede amarte sin abandonar su esp¨ªritu guerrero. En Gran Hermano est¨¢ Mercedes Mil¨¢, una Ben-Hur que es parte de nuestro ADN cat¨®dico, que ha corrido en todo tipo de arenas y que tira del carro de nuestra telerrealidad completamente sola. Con su singular manera de enlazar entrevista con fisgoneo y devaneo sentimental, Mil¨¢ ha conseguido que su reality sobreviva desde hace 12 a?os, aportando a cada emisi¨®n forzuda veteran¨ªa. Su cuadriga alcanza en las curvas m¨¢s peligrosas a la de V¨¢zquez. Una vez m¨¢s, en televisi¨®n, son mujeres las que se zurran en el combate ante los ¨¢vidos espectadores. Los c¨¦sares contin¨²an siendo hombres.
Y una vez m¨¢s la televisi¨®n es el mayor espect¨¢culo del mundo, un coliseo donde podemos dar rienda suelta a lo emocional. Es bonito que Ben-Hur Mil¨¢ y Mesala V¨¢zquez repitan felizmente las palabras ¡°momento¡± y ¡°momentazo¡± sin querer hacerme un homenaje. Lo hacen probablemente porque desean transmitirnos que, pese a todo, el chorro de la crisis, la llovizna de millones que consiga la amnist¨ªa fiscal, mucho en la vida es sue?o pasajero. Y, a veces, h¨²medo.
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