?Una Cuarta V¨ªa para la socialdemocracia?
LA CRISIS DE LA SOCIALDEMOCRACIA. El centroizquierda puede empezar a recuperar la hegemon¨ªa perdida si hace tres cosas: incorpora nuevos valores, moderniza sus programas y amplia su campo de acci¨®n. Pero debe hacerlo en el ¨¢mbito internacional
Desde hace tres a?os, los pensadores y pol¨ªticos ligados a la Tercera V¨ªa discuten la manera de superar aquel paradigma, ante la convicci¨®n de que las victorias electorales s¨®lo llegar¨¢n de la mano de una nueva refundaci¨®n ideol¨®gica. Algunos de esos autores han participado en el debate que este diario viene alimentando sobre el futuro de la socialdemocracia, y la realidad es que las aportaciones se est¨¢n multiplicando desde que los progresistas est¨¢n en la oposici¨®n en la gran mayor¨ªa de las democracias avanzadas. De momento, predominan los diagn¨®sticos y escasean las nuevas ideas. As¨ª que, aun a riesgo de ser criticado, optar¨¦ en este art¨ªculo por exponer los elementos que en mi opini¨®n podr¨ªan empezar a formar parte de una Cuarta V¨ªa para la socialdemocracia.
Comencemos por el punto de referencia: la Tercera V¨ªa fue una evoluci¨®n ideol¨®gica de la izquierda que en los a?os 90 obtuvo sucesivas victorias electorales, con propuestas que adaptaron el programa progresista excesivamente dependiente del Estado a la globalizaci¨®n econ¨®mica y al individualismo social. Aquella opci¨®n supuso una alternativa real al socialismo del siglo XIX y la socialdemocracia de mediados del XX, aunque tambi¨¦n tuvo sus detractores porque se mov¨ªa a¨²n m¨¢s al centro, se acercaba a los mercados y abogaba por reformar el Estado sin prejuicios. Su m¨¢xima era que hab¨ªa que actualizar los medios de forma permanente para conseguir los fines de las fuerzas progresistas en un entorno que ahora cambia a toda velocidad. La apuesta estuvo bien, y esa l¨®gica sigue vigente, pero su capacidad transformadora fue limitada y la crisis financiera termin¨® definitivamente con algunos de sus mejores disc¨ªpulos. Desde entonces, la necesidad de renovaci¨®n ideol¨®gica de la izquierda es a¨²n m¨¢s profunda, y creo que la socialdemocracia puede entrar en una cuarta fase hegem¨®nica si hace tres cosas: incorpora nuevos valores, moderniza sus programas y amplia su campo de acci¨®n.
En relaci¨®n con los valores, la preferencia de los socialdem¨®cratas por la igualdad, como mejor garant¨ªa para el disfrute pleno de la libertad individual ha de ser complementada. La igualdad y la solidaridad entre personas distintas se est¨¢ debilitando con la modernidad, y por eso hay que hacer un nuevo esfuerzo por vincularla m¨¢s a la condici¨®n humana que todos compartimos y menos a la clase social a la que pertenecemos. Al difuminarse la frontera entre asalariados y autoempleados, entre ejecutivos y accionistas, o entre emprendedores y empresarios, la empat¨ªa no puede construirse sobre la base de lo que cada uno hacemos (porque eso var¨ªa con el tiempo) sino sobre la base de lo que somos y sobre la aspiraci¨®n compartida de un futuro mejor. Por tanto, el humanismo y la sostenibilidad deben colocarse de nuevo en el centro del esquema de valores progresista.
El humanismo y la sostenibilidad deben colocarse en el centro de los valores progresistas
Respecto a los programas, estoy convencido de que los progresistas no recuperar¨¢n su credibilidad como gestores pol¨ªticos si no son capaces de poner sobre la mesa un paradigma socioecon¨®mico distinto. Y no debe ser una utop¨ªa irrealizable. La gente va a seguir respondiendo a incentivos econ¨®micos, y va a preferir lo barato frente a lo caro, acumular frente a pedir. Por ello, ese nuevo paradigma debe ser tan eficaz como el actual en la generaci¨®n de bienestar material, pero m¨¢s solvente a la hora de proporcionar felicidad, sostenibilidad y estabilidad. El modo actual de producci¨®n y consumo de bienes y servicios tiene tres problemas: genera residuos, genera pobreza y genera burbujas. Y los remedios que se han venido intentando ex post para resolverlos (como el reciclaje, la redistribuci¨®n o la reestructuraci¨®n) terminan siendo a veces ineficaces y casi siempre muy caros. Por tanto, la nueva econom¨ªa tiene que abordar estos problemas ex ante, convirtiendo las industrias medioambientales y sociales en motores mismos del proceso productivo, con capacidad para generar bienes deseados por la poblaci¨®n, que se puedan comprar y vender: los coches el¨¦ctricos o las escuelas infantiles son dos buenos ejemplos en esa direcci¨®n.
Junto a un nuevo paradigma econ¨®mico, la socialdemocracia de cuarta generaci¨®n tiene que proponer un nuevo tipo de sociedad, donde la dicotom¨ªa entre Estado y mercado no lo ocupe todo, y donde el espacio para los compromisos de los ciudadanos con su espacio comunitario sea mucho mayor. Esa deber¨ªa ser una sociedad en la que clasificar a los individuos en funci¨®n de tipolog¨ªas ser¨ªa mucho m¨¢s complicado: los parados podr¨ªan combinar prestaciones con empleos en pr¨¢cticas; los pensionistas podr¨ªan realizar actividades productivas; y los estudiantes podr¨ªan trabajar por horas, y viceversa. En esa sociedad, las acciones individuales positivas para la comunidad, como el voluntariado, la donaci¨®n o el asociacionismo podr¨ªan sumar puntos en un carnet de ciudadan¨ªa. Y en todo caso, la l¨®gica que mover¨ªa ese tipo de sociedad h¨ªbrida ser¨ªa la voluntad de generar oportunidades permanentes de superaci¨®n personal para todos sus integrantes. La creaci¨®n de un fondo para la igualdad de oportunidades recurrentes, que en unas semanas presentar¨¢ la Fundaci¨®n Ideas, podr¨ªa ser una buena iniciativa en esa direcci¨®n.
Por ¨²ltimo, me referir¨¦ a lo que considero el punto m¨¢s importante de esta cuarta v¨ªa socialdem¨®crata, la internacionalizaci¨®n de su ¨¢mbito de acci¨®n. El abandono del Estado-naci¨®n, la creaci¨®n de una democracia global, el establecimiento de un gobierno para la econom¨ªa internacionalizada y la introducci¨®n de una administraci¨®n compartida para los bienes p¨²blicos globales, deben dejar de ser asuntos marginales de la agenda progresista, para convertirse en su apuesta principal. Al mismo tiempo, la globalizaci¨®n de la democracia ser¨¢ insuficiente, si no se profundiza y mejora su funcionamiento. Por ello, me parece fundamental complementar la cl¨¢sica divisi¨®n de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) que ordena la arquitectura institucional de los Estados modernos con la incorporaci¨®n del poder medi¨¢tico y el poder financiero. La financiarizaci¨®n de la pol¨ªtica o la mediatizaci¨®n de la justicia, son problemas en los que no pensaron los ilustrados del siglo XVIII, pero que deben abordarse sin dilaci¨®n. Si de verdad aspiramos a mejorar la forma en la que gobernamos nuestras sociedades, esos dos poderes tienen que integrarse plenamente en el sistema en que ya est¨¢n integrados los otros tres poderes democr¨¢ticos.
Es necesario un nuevo tipo de sociedad donde la dicotom¨ªa entre Estado y mercado no lo ocupe todo
En definitiva, creo que hay m¨¢s elementos para avanzar hacia una Cuarta V¨ªa de la socialdemocracia que los que motivaron el surgimiento de la Tercera V¨ªa. Esa evoluci¨®n no consistir¨ªa en una decisi¨®n sobre si girar al centro o a la izquierda, sino en apostar por dar un salto hacia adelante. Ser¨ªa una apuesta radical de progreso, en el sentido estricto de superar los intereses creados, los prejuicios establecidos y asumiendo el riesgo de avanzar y rectificar cuando sea necesario.
Esa Cuarta V¨ªa sumar¨ªa a los valores de libertad e igualdad el de la sostenibilidad; complementar¨ªa la aspiraci¨®n de bienestar material con la felicidad que provoca la calidad medioambiental y la seguridad que garantiza la cohesi¨®n social. En t¨¦rminos pr¨¢cticos, los programas electorales de los partidos que apostaran por esta opci¨®n ofrecer¨ªan un programa econ¨®mico distinto al de la derecha liberal. Un programa en el que el impulso a sectores innovadores como las energ¨ªas renovables, la biotecnolog¨ªa, las industrias culturales o las industrias sociales se convertir¨ªan en motores mismos del nuevo modelo de crecimiento. Un programa que renovar¨ªa los instrumentos tradicionales del Estado de bienestar para pasar de re-distribuir rentas a pre-distribuir oportunidades a lo largo de todo el ciclo vital de los ciudadanos. Y un programa que, en ¨²ltimo caso, aspirar¨ªa a tener el apoyo de electores cosmopolitas de distintas procedencias pero identificados todos ellos entre s¨ª por su compromiso humanista.
En definitiva, puede que la crisis no sirva para refundar el capitalismo, pero si sirve para refundar la socialdemocracia, habremos llegado al mismo lugar por un camino distinto.
Carlos Mulas-Granados es director de la Fundaci¨®n Ideas y profesor titular de la Universidad Complutense. www.carlosmulasgranados.com
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