Sese?a Ecuatorial
El pocero planeaba la construcci¨®n de 36.000 viviendas en el pa¨ªs de Obiang que el r¨¦gimen deneg¨®
Francisco Hernando, El Pocero, constructor espa?ol con una capacidad de deforestaci¨®n superior al napalm y al agente naranja juntos, emigr¨® a Guinea Ecuatorial en busca de suelo f¨¦rtil para plantar especulaci¨®n inmobiliaria. El proyecto poceril persegu¨ªa la construcci¨®n de 36.000 viviendas, un aut¨¦ntico tumor de ladrillo si se sabe que Guinea cuenta con poco m¨¢s de un mill¨®n de habitantes. El Pocero estaba animado porque, dicen, contaba con el apoyo del dictador Teodoro Obiang, otro de esos esp¨ªritus polarizados hacia la plusval¨ªa. Pero he aqu¨ª que el Gobierno guineano, aquejado sin duda por un rel¨¢mpago transitorio de lucidez, ha rechazado el plan. No hay pa¨ªs para soportar tanta hinchaz¨®n inmobiliaria. El creador de Sese?a, esa ciudad muerta varada en el secarral manchego, ha montado en c¨®lera. Acaba de demandar al Gobierno guineano ante el Banco Mundial, concretamente en el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones. El mismo organismo que se pronunciar¨¢ sobre la demanda de Repsol contra la expropiaci¨®n de YPF. Cristina Fern¨¢ndez y El Pocero conectados a trav¨¦s del Banco Mundial. ?Y si el constructor se propone enladrillar la Pampa?
Cualquier escritor dotado para la s¨¢tira, pongamos un John Updike o un Evelyn Waugh, hubiera dado su dedo me?ique por asomarse a las conversaciones de la burocracia guineana con el constructor. Ese juego de torsi¨®n y retorsi¨®n, palo y zanahoria, compraventas discretas de voluntades y celos cortesanos, es la sutil materia que integra dictadura y corrupci¨®n, sea inmobiliaria, petrolera, o tr¨¢fico de cereales. La opini¨®n p¨²blica se pregunta expectante si este fracaso traer¨¢ al Pocero de retirada a Espa?a o si, inasequible al desaliento, proseguir¨¢ su aventura ecuatorial. Veremos.
Entre risas y veras, el episodio guineano del Pocero viene a decir que las autoridades guineanas no han tragado con un disparate sideral de cemento y vidrio y, por tanto, han obrado con m¨¢s prudencia y racionalidad que las autoridades auton¨®micas espa?olas. Es m¨¢s, bastar¨¢ un leve atisbo de recuperaci¨®n para que autonom¨ªas y Ayuntamientos vuelvan gozosamente a inflar otra burbuja inmobiliaria y a calentarse al sol de la corrupci¨®n.
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