Dilo en archis¨ªlabos
Desear¨ªa aprender d¨®nde radica la mayor carga informativa de los t¨¦rminos largos
?Por fin he comprendido la raz¨®n de que los acad¨¦micos de la Lengua reciban el sobrenombre de ¡°inmortales¡±. Se les llama as¨ª porque por ellos no pasa el tiempo o, quiz¨¢ mejor, porque en nada afecta el tiempo a quienes est¨¢n destinados a la vida eterna. Les han hecho falta decenios para declarar que, adem¨¢s de err¨®neo, suena fatal eso de cargos y cargas p¨²blicos/as..., que ha invadido hasta el lenguaje de los mudos. ?Deber¨¢n transcurrir otros cuantos decenios hasta que la Academia futura confeccione un cat¨¢logo de archis¨ªlabos que conviene desterrar del habla com¨²n?
Puestos a engrosar la colecci¨®n de estas prescindibles palabras kilom¨¦tricas, empecemos por el estiramiento de las que a diario se inventan las estiradas gentes de las finanzas. Los ¡®frenar¡¯, ¡®desanimar¡¯ o ¡®disuadir¡¯ se esconden hoy bajo el desincentivar y los desincentivos arrinconan a ¡®frenos¡¯ y ¡®obst¨¢culos¡¯. Es de suponer que operacionalizar y operativizar significan volver algo operante u operativo, de suerte que operativizaci¨®n se acercar¨ªa a lo dicho por ese hermoso t¨¦rmino de efectivizaci¨®n. A duras penas he captado que en esa jerga primarizaci¨®n quiere decir exportar bienes primarios, pero a¨²n no pillo a qu¨¦ se alude con el bancarizar y la bancarizaci¨®n.
El af¨¢n de alargar el l¨¦xico, no tanto por el placer de alargarlo como por hacerse el interesante quien lo pronuncia, se detecta en varios vocablos prestigiosos del momento. Habr¨¢n notado que lo ¡®especial¡¯ est¨¢ dejando paso a lo espec¨ªfico, y que los ¡®especialistas¡¯ son cada vez m¨¢s los especializados en esto o lo otro. Aqu¨ª y all¨¢ se introduce el ejercitamiento o la ejercitaci¨®n en lugar del ¡®ejercicio¡¯, igual que el desfasaje pretende ser el ¡®desfase¡¯. Ignorante de sus presuntas diferencias, no acierto a ver qu¨¦ a?aden dominancia y gobernanza (o gobernancia) a ¡®dominio¡¯ y ¡®gobierno¡¯, salvo su mayor longitud y -me temo- cierta pedanter¨ªa. Nos tropezamos con el transicionar porque cae en desuso el ¡®transitar¡¯, lo mismo que el reciente ostentatorio traduce el ¡®ostensivo¡¯ o el ¡®ostentoso¡¯, seg¨²n, con una s¨ªlaba m¨¢s. Incr¨¦dulo ante lo sostenido por un profesor del Instituto Tecnol¨®gico de Massachusets, desear¨ªa aprender d¨®nde radica la mayor carga informativa de los t¨¦rminos largos sobre los m¨¢s breves. Me lo tendr¨ªan que explicar argumentativamente, claro est¨¢, no ¡®argumentalmente¡¯.
No olvidar¨¦ dejar constancia de ese curioso gusto del espa?ol contempor¨¢neo por lo abstracto. Baste anotar la emocionalidad, para referirse a la ¡®emotividad¡¯ o sencillamente a la ¡®emoci¨®n¡¯. Y nadie dudar¨¢ de que la ¡®potencialidad¡¯ de algo sabe a poco comparada con su potenciabilidad.
Muchos archis¨ªlabos proceden del af¨¢n de subrayar la acci¨®n que conduce a un resultado, m¨¢s que el resultado mismo. As¨ª es como se procura la homogeneizaci¨®n entre cosas diversas, que ser¨ªa sin m¨¢s su ¡®homogeneidad¡¯; hay que facilitar la visibilizaci¨®n de las mujeres maltratadas, no su ¡®visibilidad¡¯. Por mucho que a la izquierda abertzale le encrespe, ha de establecerse una jerarquizaci¨®n entre las v¨ªctimas del terrorismo, mucho mejor que su correcta ¡®jerarqu¨ªa¡¯. La espectacularizaci¨®n no dice m¨¢s que la producci¨®n de ¡®espectacularidad¡¯ y la precarizaci¨®n del contrato laboral s¨®lo indica su ¡®precariedad¡¯. La empleada de una compa?¨ªa tel¨¦fonica me detall¨® la tarificaci¨®n de mis llamadas, sin duda porque le sonaba m¨¢s redondo que su ¡®tarifaci¨®n¡¯. Se trata de un mecanismo del que no se libran ni las impropiamente llamadas ¡°lenguas propias¡±, como lo probar¨ªa la revernacularitzaci¨° del valenci¨¤...
Resulta pat¨¦tica la rapidez con que el hablante espa?ol se ha dejado contagiar por el ingl¨¦s (o por el americano) a fuerza de parir adjetivos acabados en -al. Su atractivo m¨¢s probable: que tal desinencia cuenta como dos s¨ªlabas y prolonga as¨ª su pronunciaci¨®n. Hasta al mism¨ªsimo ministro de Justicia se le escap¨® hace poco una menci¨®n de la conducta delincuencial, en lugar de ¡®delictiva¡¯. Ya no existe un hecho ¡®motivador¡¯, sino motivacional; ni un trabajo ¡®aspirante¡¯ al premio, sino aspiracional. Y, aunque no me crean, les juro que he detectado un chirriante modificacional, y un vicarial, un suposicional y con mayor frecuencia todav¨ªa otro civilizacional. Que luego se vea todo perspectivalmente, ser¨¢ la conclusi¨®n natural de un mimetismo tan entusiasta como necio.
Por si fuera poco, unos archis¨ªlabos se reproducen en otros afines. En la gran superficie ling¨¹¨ªstica ya pululan los monitorizar y monitorizado, pero ahora disponemos asimismo del monitorear y monitoreado, todos ellos equivalentes a ¡®examinar¡¯ o ¡®evaluar¡¯ y sus participios. Archis¨ªlabos cortos, todav¨ªa insatisfechos de su estatura, originan archis¨ªlabos m¨¢s largos. Aquel posicionar, que ya se ha quedado con nosotros, engendra el reposicionar para decir ¡®resituar¡¯; otrotanto ocurre con el focalizar y la focalizaci¨®n, por ¡®enfocar¡¯ y ¡®enfoque¡¯, una acci¨®n que al repetirse se transforma en refocalizar y refocalizaci¨®n. El modesto vehicular, que entre los exquisitos suplant¨® a ¡®transportar¡¯ y otros, ha crecido hasta dar en vehiculizar.
?Que por qu¨¦ todo esto? ¡°Cuando hay una brecha entre los objetivos reales y los declarados, se emplean casi instintivamente palabras largas (...), como un pulpo que suelta tinta para ocultarse¡±. Igual que a Orwell, tambi¨¦n a uno le parece que el estilo inflado en el uso de la lengua es producto de la falta de sinceridad de los hablantes.
Aurelio Arteta es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa Moral y Pol¨ªtica de la Universidad del Pa¨ªs Vasco. Su ¨²ltimo libro, Tantos tontos t¨®picos (Ariel, 2012).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.