Vera Wang se enfrenta a la amante despechada de su padre
Betty Phillips, la que fue su pareja, durante m¨¢s de 25 a?os, reclama a la dise?adora de los famosos su enorme fortuna
El nombre de la dise?adora Vera Wang sonar¨¢ esta primavera no por la originalidad de los tejidos que emplea o los rupturistas colores fuertes en sus afamados vestidos de novia sino porque la fortuna que dej¨® al morir su padre, el exgeneral y magnate farmac¨¦utico C.C.Wang, 87 a?os, ha sido llevada a los tribunales por Betty Phillips, la que fue su amante durante m¨¢s de un cuarto de siglo.
Como la realidad suele superar casi siempre a la ficci¨®n, nada tiene que envidiar a ning¨²n culebr¨®n la trama despiadada ¡ªal menos por las formas¡ª que vivi¨® Betty Phillips en los ¨²ltimos a?os de la vida del que fuera su compa?ero. Phillips y Wang ¡ª30 a?os de diferencia a favor de ella¡ª se conocieron en la d¨¦cada de los ochenta en Singapur. Ella sal¨ªa de una relaci¨®n abusiva. ?l estaba casado ¡ªlo estuvo hasta la muerte de ella¡ª con ¡°su amada esposa Florence¡±, como se hizo saber en el del se?or Wang.?
Durante todos esos a?os, el magnate chino vivi¨® una doble vida que no pareci¨® removerle demasiado la conciencia. Pero a la muerte en 2004 de la idolatrada Florence, la esposa legal, la otra, Betty aspir¨® a algo m¨¢s: so?¨® con ser la nueva se?ora de Wang. Seg¨²n cuentan a diversos medios del coraz¨®n sus allegados, Phillips comenz¨® a presionar al viudo Wang.
Wang envejec¨ªa y en 2004, a los 85 a?os, sufri¨® un segundo ataque al coraz¨®n. Cuando Philips supo? la noticia vol¨® desde Singapur al lado de su amado, que se encontraba en su mansi¨®n de Southampton (Long Island). Cual no ser¨ªa su sorpresa cuando al intentar acceder al lecho del convaleciente, se encontr¨® con que un asistente del se?or Wang le entregaba una fr¨ªa y cruel carta en la que el exgeneral chino le ped¨ªa, casi le ordenaba, que nunca m¨¢s se pusiera en contacto con ¨¦l ni con los suyos.
¡°Les he dicho a mis hijos y con esta carta lo certifico que como te he dicho en el pasado no tengo ninguna intenci¨®n de casarme contigo y que bajo ninguna circunstancia seremos marido y mujer¡±, se asegura en la carta que reproduce, entre otros, el diario The New York Daily News.
La misiva destila veneno y peores frases que las anteriores: ¡°Es m¨¢s, como hasta el momento he cuidado de ti econ¨®micamente no habr¨¢ ni una sola transferencia m¨¢s de dinero hacia tu persona¡±, escribi¨® el viejo magnate. ¡°Por favor¡±, pide, ¡°conf¨ªrmame que con tu firma renuncias a cualquier tipo de reivindicaci¨®n de la naturaleza que sea contra m¨ª, mi familia o mi fortuna¡±. Firmado: C.C.Wang.
Phillips firm¨® la carta en la puerta de la mansi¨®n de Southampton. No en un despacho. En la puerta, como una mujer repudiada, que era en lo que se acababa de convertir. Adem¨¢s, ella no deb¨ªa de implicarse en las decisiones sobre su salud y s¨ª deb¨ªa mantener toda la distancia posible -Singapur era un buen lugar para que se volviese a vivir- entre ¨¦l y sus dos hijos (Vera y Kenneth), as¨ª como sus respectivas familias.
El tiempo ha pasado. A las l¨¢grimas muy probablemente sigui¨® la indignaci¨®n y ¨¦sta llev¨® a los abogados, que presentaron un caso que ahora ve un juez. Phillips reclama que de la inmensa fortuna de Wang: cinco mansiones en EE UU -dos de ellas en Nueva York-, una en Singapur, otra en Shangai, as¨ª como un campo de golf, lujosos coches, una importante pinacoteca y suma y sigue¡ a ella se le deben 10 millones de d¨®lares y un pago anual de 150.000 d¨®lares (114.000 euros) mientras viva.
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