Divorcio de oro en Silicon Valley
La fortuna en juego de la exejecutiva de Yahoo! y su marido incluye cinco casas, dos barcos, acciones y otros activos por un valor de 54 millones de euros
Susan Decker fue una de las mujeres m¨¢s poderosas en el mundo de los negocios. Ocup¨® el puesto de presidenta de Yahoo! (de 2007 a 2009) en los a?os en los que el buscador en Internet luchaba por ser competitivo frente a sus nuevos adversarios en la realidad virtual. Ese hecho le convirti¨® tambi¨¦n en una de las figuras m¨¢s relevantes en Silicon Valley (en el ¨¢rea de la bah¨ªa de San Francisco), la cuna de las grandes firmas del sector tecnol¨®gico. Pero en los ¨²ltimos cinco a?os, esta ejecutiva de 49 a?os ha sido adem¨¢s protagonista de uno de los divorcios m¨¢s agrios de los que se recuerdan en California.
En juego, cinco propiedades inmobiliarias, acciones, efectivo y otros activos por valor de 71 millones de d¨®lares (54,1 millones de euros). Tras una larga e intensa batalla legal con su exmarido Michael Dovey, banquero de inversi¨®n y tres a?os mayor que ella, ha acabado el culebr¨®n multimillonario. Y ya puestos a poner las cosas en contexto, los papeles que certifican la ruptura definitiva de la pareja y el reparto de bienes, aprobado ya por la magistrada del tribunal superior del condado californiano de Marin, se comparan con el Tratado de Versalles.
El pacto lleg¨® justo antes de comenzar un juicio que pod¨ªa ser muy sucio, a tenor de la agresividad mostrada por la pareja durante el litigio. Los dos se conocieron en la Escuela de Negocios de Harvard. Se casaron en 1992 y durante los 15 a?os que dur¨® el matrimonio, adem¨¢s de amasar una importante fortuna, tuvieron tres hijos. La ruptura lleg¨® en 2007. Ese a?o, Decker fue ascendida a presidenta del buscador rival de Google. La ejecutiva dimiti¨® de su cargo dos a?os despu¨¦s.
Entonces, se juntaron dos grandes contratiempos. Y a los problemas en su vida personal se sumaron los problemas de Yahoo!. La batalla legal por su divorcio subi¨® de tono cuando una de las cartas enviadas por sus respectivos abogados salt¨® a la luz y revel¨® que Decker tuvo una relaci¨®n extramatrimonial, puso micr¨®fonos ocultos en la propiedad que ten¨ªa en Laguna Beach y tom¨® drogas. Como arma arrojadiza, Dovey tambi¨¦n fue acusado durante el proceso de haber consumido estupefacientes.
En juego, adem¨¢s de la fortuna, estaba la custodia de los hijos (ahora tienen entre nueve y 14 a?os de edad). Eso fue lo primero que resolvieron antes de meter mano al reparto de activos. De acuerdo con la informaci¨®n que manejaba el tribunal, la pareja ten¨ªa en propiedad ¡ªy sin hipoteca¡ª una mansi¨®n de cinco millones de d¨®lares (3,8 millones d euros) en el exclusivo barrio de Belvedere; la antes mencionada casa en Laguna Beach valorada en seis millones (4,5 millones de euros); dos m¨¢s en el lago Tahoe, de dos millones (1,5 millones de euros) y una parcela en Napa. Tambi¨¦n en juego, dos barcos, cinco motos y nueve horas en jet privado.
Dovey, que se retir¨® joven, lleg¨® a solicitar a Yahoo! que le entregara todos los mensajes de correo electr¨®nico y otros registros que tuviera de su mujer para apoyar su causa. Los abogados de la expareja dicen que sus clientes ya tienen todo resuelto y que no tienen intenci¨®n alguna de hablar. El texto final del compromiso es de 15 p¨¢ginas. ¡°?Tengo que ponerme peluca?¡±, dijo la juez Verna Adams tras el comentario de uno de los abogados comparando el acuerdo con el tratado de paz, que se firm¨® al final de la Primera Guerra Mundial entre Alemania y los pa¨ªses aliados.
Como subray¨® Adams, terminaron por actuar como adultos y dictar ellos el destino de sus propias vidas, no una persona desconocida con toga en el espacio fr¨ªo de un tribunal. Al final, la propiedades en Belvedere y Laguna Beach ser¨¢n vendidas. Tambi¨¦n el abono de 260.000 d¨®lares (197.000 euros) al club de golf de Shady Canyon. El dinero que se recaude se repartir¨¢ a partes iguales, como procede en estos casos. Cada parte correr¨¢ a cargo de sus propios costes legales y se comprometen a crear un fondo para su hijos de dos millones. Y concluyen lamentando que las cosas llegaran a ponerse tan feas
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