Superentrevistador kamikaze contra la mentira oficial
Neil Strauss es el periodista salvaje que reta a las estrellas Charla con Madonna sobre drogas o emboba a Britney Spears con trucos de ilusionismo Un peculiar libro recopila sus encuentros con eminencias del pop
"Fue bonito mientras dur¨®¡±, resume Neil Strauss. Como colaborador de Rolling Stone y The New York Times, disfrut¨® de los a?os gloriosos de la industria discogr¨¢fica. Al representar a esos medios, Strauss ten¨ªa ¡°acceso completo¡± a las estrellas durante varios d¨ªas y en cualquier lugar del planeta. Pod¨ªa encontrarse a bordo de un helic¨®ptero, volando hacia un estudio de televisi¨®n en Fr¨¢ncfort, charlando con Madonna sobre drogas: ¡°Soy muy divertida cuando voy de morfina¡±, confesaba ella. O soltando dinero para que Courtney Love comprara coca¨ªna y comida: ¡°?Puedes creerlo? ?Courtney hasta se quedaba con el cambio!¡±.
Tambi¨¦n arrastr¨® a Tom Cruise a explicar la cienciolog¨ªa, hizo llorar a Lady Gaga al evocar a su primer amor (Luc Carl, un bater¨ªa y camarero del Village neoyorquino), aprendi¨® sobre porno en Internet gracias a recomendaciones de Leonard Cohen, recibi¨® insultos de Phil Collins por una cr¨ªtica de un concierto (en una carta rematada con un ¡°bueno, Neil, que te jodan¡±) y se enfrent¨® a un Bono, de U2, entonces poco acostumbrado a las cr¨ªticas. Centenares de encuentros con luminarias de la cultura pop son triturados en Todos te quieren cuando est¨¢s muerto (Contraediciones), un libro de entrevistas que no se parece a ning¨²n otro.
Se trata de un colosal collage, donde las megaestrellas se codean con los h¨¦roes de culto y las conversaciones pueden aparecer troceadas, a veces de manera agonizante: ah¨ª est¨¢ el encuentro con un Julian Casablancas (cantante de The Strokes) borracho e impertinente. Seg¨²n Strauss, ¡°hui de una antolog¨ªa convencional. A lo largo de dos d¨¦cadas escrib¨ª unos tres mil art¨ªculos. Me transcribieron de nuevo todas las entrevistas y busqu¨¦ esos momentos, publicados o in¨¦ditos, cuando al tipo se le cae la m¨¢scara y muestra su aut¨¦ntico yo¡±.
Tal estructura revela verdades inc¨®modas: a una declaraci¨®n racista de Paris Hilton (¡°no soporto a los t¨ªos negros¡±) sigue una visita a un ¨¢spero pueblo de Tennessee donde ¡°los negratas¡± no son bienvenidos. ¡°Si vas cosiendo esas coincidencias, salen historias que nunca hab¨ªas imaginado. Trat¨¦ a unos esp¨ªas ps¨ªquicos que trabajaron para la CIA y, al poco, us¨¦ uno de sus trucos de adivinaci¨®n para asombrar a Britney Spears [la cantante acab¨® exclamando: ¡®?Qu¨¦ divertido! Ha sido la mejor entrevista de toda mi vida¡¯]. Con tretas as¨ª compruebas lo f¨¢cil que es montar una secta en este pa¨ªs¡±.
Aunque Strauss viaj¨® por los cinco continentes entrevistando a gigantes como el m¨²sico maliense Ali Farka Tour¨¦ o el paquistan¨ª Nusrat Fateh Ali Khan, su libro trata esencialmente sobre la aut¨¦ntica obsesi¨®n de EE UU: el ¨¦xito y c¨®mo manejarlo. ¡°El entrevistar a famosos me dio cr¨¦dito para buscar a perdedores, artistas que desaprovecharon sus oportunidades o que decidieron desaparecer. Alguien como el saxofonista Charles Gayle, que no ten¨ªa casa y tocaba por las calles, te ense?a m¨¢s que un Prince paranoico, en guerra con el mundo exterior¡±.
El ¨¦xito es material inflamable, explica Strauss. ¡°Me toc¨® entrevistar a superestrellas del grunge o el rock alternativo que no disfrutaban con lo que hab¨ªan conseguido. El s¨ªndrome Kurt Cobain: est¨¢s tan atado a los prejuicios de un clan que te sientes culpable. Por el contrario, los raperos buscan beneficios materiales y no ocultan su deleite. Tampoco es una cuesti¨®n de blancos y negros. Bo Diddley no paraba de quejarse ante un mundo que, seg¨²n ¨¦l, le hab¨ªa expoliado. Pero su pobreza relativa era el resultado de decisiones equivocadas, contratos est¨²pidos y divorcios mal resueltos. Lo mismo que Ike Turner: si vendes los derechos de tu nombre por unos miles de d¨®lares ¨Cque seguramente desaparecieron por su nariz¨C, no puedes quejarte cuando la pel¨ªcula sobre Tina Turner te retrata como un villano¡±.
El propio Strauss se ha convertido en una celebridad y pone en pr¨¢ctica las lecciones recolectadas. ¡°Como periodista, he comprendido que la fiesta se ha acabado. Los artistas de hoy manipulan su imagen a trav¨¦s de las redes sociales. Pharrell Williams [miembro de Neptunes y productor de Britney Spears, Shakira o Madonna] me dio plant¨®n en cinco ocasiones; supongo que cree que vale m¨¢s una foto suya de agencia con una modelo en un estreno que una entrevista en profundidad. Si finalmente tienes acceso a ellos y explicas su aut¨¦ntica personalidad, te encuentras con tres mil comentarios de fans devotos que te odian. Est¨¢ comprobado: prefieren la mentira oficial¡±.
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