La austeridad est¨¢ estrangulando a Europa
Hoy vuelve a ser necesario un n¨²cleo duro de Estados que impulsen el proceso de integraci¨®n. La europeizaci¨®n es la respuesta pol¨ªtica racional a la globalizaci¨®n
La construcci¨®n de una Europa unida es un proceso que comenz¨® hace decenios y se caracteriza por experimentar avances pero tambi¨¦n retrocesos. En la historia de la unificaci¨®n europea ha habido crisis una y otra vez. Lo importante es que Europa siempre ha sabido encontrar respuestas a dichas crisis y, al final, ha salido reforzada de ellas. En esta ocasi¨®n volver¨¢ a ocurrir lo mismo si los actores pol¨ªticos afrontan los grandes retos y logran reunir la voluntad pol¨ªtica necesaria para superarlos.
Desde la fundaci¨®n de la Comunidad Europea del Carb¨®n y del Acero en 1951, el n¨²mero de Estados participantes ha pasado de seis a 27. Las instituciones y los organismos reguladores europeos han ido ampli¨¢ndose de forma paralela. Tanto para los pol¨ªticos de los Estados miembros como para los del ¨¢mbito europeo, esa complejidad representa un gran obst¨¢culo. Por tanto, es necesario simplificar y regular con m¨¢s claridad los procesos de toma de decisiones, el reparto de poderes entre la Uni¨®n Europea y los Estados-naci¨®n y las relaciones entre las distintas instituciones. Solo entonces ser¨¢ posible continuar el proceso de integraci¨®n necesario y hacer que la Uni¨®n Europea tenga m¨¢s capacidad de actuaci¨®n.
Esta capacidad, as¨ª como la posibilidad de reaccionar con m¨¢s rapidez ante la evoluci¨®n de los mercados financieros, exige una pol¨ªtica europea. La crisis actual lo ha demostrado sin lugar a dudas. El presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, habla con raz¨®n de una crisis de confianza, porque la gente duda de que la democracia sea capaz de resolver problemas apremiantes. La Uni¨®n Europea puede y debe vencer esa crisis de confianza.
En los ¨²ltimos meses ha quedado claro ¡ªincluso en el debate sobre el Pacto Fiscal¡ª que hay diversas velocidades en la Uni¨®n Europea. La brecha entre los pa¨ªses que quieren y pueden integrarse m¨¢s deprisa y los pa¨ªses que est¨¢n pisando el freno, como el Reino Unido, ha aumentado. Este hecho no es nada nuevo, ni mucho menos; en el pasado ya experimentamos distintas fases y distintas velocidades. Durante mi mandato, por ejemplo, B¨¦lgica, Alemania, Francia y Luxemburgo entablaron un debate sobre pol¨ªtica de seguridad en Europa, en la Cumbre del Chocolate de 2003. Hoy vuelve a ser necesario un n¨²cleo duro de Estados que impulsen el proceso de integraci¨®n. No menos Europa, sino m¨¢s: ese debe ser nuestro objetivo. Y los dirigentes pol¨ªticos de las naciones-estado tienen la responsabilidad de ser m¨¢s en¨¦rgicos a la hora de impulsar la idea de Europa ante la opini¨®n p¨²blica.
Es necesario simplificar y clarificar el reparto de poderes entre la UE y los Estados-naci¨®n
Se trata, por ejemplo, de fomentar las iniciativas de crecimiento, las reformas estructurales y las propuestas para fortalecer las instituciones europeas en relaci¨®n con los Estados miembros. Y se trata, sobre todo, de aprobar las decisiones europeas de forma m¨¢s democr¨¢tica, porque existe un malestar comprensible sobre el hecho de que Europa toma decisiones de gran alcance mediante procesos opacos. En estos momentos, el papel de los parlamentos est¨¢ disminuyendo, y eso podr¨ªa acabar erosionando la democracia. Debemos resistirnos contra ello.
Hay tres ¨¢reas en las que es necesario reconducir la pol¨ªtica europea. Esos son los objetivos del Consejo para el Futuro de Europa, reci¨¦n creado por el Nicolas Berggruen Institute y del que soy miembro fundador:
En primer lugar, la direcci¨®n de la pol¨ªtica econ¨®mica y financiera europea debe cambiar, alejarse de la austeridad pura y orientarse hacia el crecimiento. Grecia, Irlanda, Portugal, Italia y Espa?a han hecho avances sustanciales hacia la estabilizaci¨®n de sus finanzas. Pero la situaci¨®n econ¨®mica y pol¨ªtica de estos pa¨ªses demuestra que la austeridad, por s¨ª sola, no es la manera de resolver la crisis. Al contrario, una pol¨ªtica de estricta austeridad corre el peligro de semiestrangular las econom¨ªas nacionales, cosa que ya est¨¢ sucediendo en Grecia.
Esta pol¨ªtica encubre peligros importantes. Quita legitimidad a la pol¨ªtica democr¨¢tica en las naciones-estado que se enfrentan a protestas violentas y el crecimiento de los partidos populistas y extremistas. Pero adem¨¢s es una pol¨ªtica que, desde el punto de vista econ¨®mico, perjudica a la Uni¨®n Europea en su conjunto, porque los acontecimientos en estos Estados tienen repercusiones en otras econom¨ªas exportadoras. Alemania vende m¨¢s del 60% de sus exportaciones dentro de la UE. Por consiguiente, ser¨ªa conveniente que suaviz¨¢ramos las duras medidas de austeridad con programas de crecimiento. Por ejemplo, podr¨ªan utilizarse con este fin los ingresos obtenidos con un impuesto sobre las transacciones financieras, del que soy partidario.
En segundo lugar, necesitamos un programa m¨¢s coordinado para la reforma estructural europea. Hay que reforzar m¨¢s la competitividad internacional de los Estados de la UE, porque los pa¨ªses emergentes como Brasil, Rusia, India y China est¨¢n alcanz¨¢ndonos y porque las disparidades dentro de la Uni¨®n son excesivas. Una reforma estructural audaz favorecer¨¢ el crecimiento y crear¨¢ nuevos puestos de trabajo. Al menos, esa ha sido nuestra experiencia en Alemania. Con el programa Agenda 2010, hicimos reformas en el sistema de bienestar antes que otros Estados europeos. En el plazo de unos a?os, Alemania pas¨® de ser ¡°el enfermo de Europa¡± a ser ¡°el motor de Europa¡± para los observadores internacionales.
A ello ha contribuido la peculiar estructura econ¨®mica alemana, que se caracteriza por una industria fuerte y numerosas empresas de mediano tama?o. Otras econom¨ªas, como Francia, Italia y Espa?a, tendr¨¢n que imitar su ejemplo y hacer reformas similares.
Hoy vuelve a ser necesario un n¨²cleo duro de Estados que impulsen el proceso de integraci¨®n
Y en tercer lugar, creo que Europa necesita una integraci¨®n pol¨ªtica m¨¢s fuerte para superar la crisis financiera a largo plazo. La situaci¨®n actual demuestra que no es posible tener una divisa com¨²n sin una pol¨ªtica financiera, econ¨®mica y social com¨²n. Por consiguiente, debemos trabajar para hacer realidad una verdadera uni¨®n pol¨ªtica, con m¨¢s traspasos de poder desde los Estados-naci¨®n.
Para ello, a mi juicio, hay que reformar las instituciones europeas y dotarlas de m¨¢s capacidad:
¡ªHay que desarrollar m¨¢s la Comisi¨®n Europea para convertirla en un Gobierno elegido por el Parlamento Europeo.
¡ªEl Consejo Europeo debe renunciar a sus poderes y transformarse en una c¨¢mara alta con funciones similares, por ejemplo, a las del Bundesrat en Alemania.
¡ªEl Parlamento Europeo debe tener m¨¢s poderes; en el futuro, deber¨ªa elegirse mediante listas paneuropeas de los partidos, y los candidatos que las encabecen deber¨ªan optar al puesto de presidente de la Comisi¨®n.
La Convenci¨®n Europea es parte de un proceso de renovaci¨®n que desemboque en discusiones en toda Europa. Durante mi mandato como canciller, Alemania puso en marcha la convenci¨®n para que elaborase una Carta Europea de Derechos Fundamentales y una Constituci¨®n Europea. Se debat¨ªa la democratizaci¨®n, la accesibilidad y la distribuci¨®n de responsabilidades dentro de la Uni¨®n Europea, la delimitaci¨®n de poderes entre la UE y los Estados miembros. Por desgracia, la Constituci¨®n Europea se qued¨® en nada, pero muchos de sus elementos est¨¢n presentes en el Tratado de Lisboa. Creo que ha llegado la hora de que un n¨²cleo de pa¨ªses dispuestos a la integraci¨®n pongan en marcha una nueva convenci¨®n para labrar el futuro de Europa.
Es importante hacerlo en estos momentos porque la necesidad de una Europa integrada es mayor que nunca. En la competencia pol¨ªtica y econ¨®mica mundial, Europa solo tendr¨¢ alguna posibilidad si est¨¢ unida, porque un Estado-naci¨®n por s¨ª solo, incluso aunque tenga la fuerza de Alemania, es demasiado d¨¦bil. Solo podemos sobrevivir entre los centros de poder ¡ªEstados Unidos y China¡ª si continuamos por la senda de la integraci¨®n. Solo as¨ª la Uni¨®n Europea lograr¨¢ seguir siendo una aut¨¦ntica comunidad social, econ¨®mica, cultural y pol¨ªtica que sirva de modelo para otras regiones. La europeizaci¨®n es la respuesta pol¨ªtica racional a la globalizaci¨®n.
Gerhard Schr?der fue canciller de Alemania de 1998 a 2005.
? 2012 Global Viewpoint Network. Distribu¨ªdo por Tribune Media Services
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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