Linda Evangelista siempre gana
Ha batido r¨¦cords con el acuerdo de manutenci¨®n para su hijo, cercano a los 46.000 d¨®lares Todo hac¨ªa presagiar que el juicio contra el padre, Fran?ois-Henri Pinault, se iba a eternizar ?Cu¨¢les han sido las cartas a favor de la camale¨®nica modelo canadiense?
Hay una constante en Linda Evangelista que no es su habilidad para convertir el adjetivo camale¨®nico en parte de su apellido. No es tampoco la seriedad con que se ha tomado su belleza, sabi¨¦ndola sostener a lo largo de m¨¢s de tres d¨¦cadas de exposici¨®n. Tampoco es su facilidad para crear frases y eventos que proclaman la filosof¨ªa de los supervivientes de los a?os ochenta. No, la constante lineal en la vida de Linda Evangelista ha sido el triunfo. Instant¨¢neo, avef¨¦nico, superviviente. Linda siempre gana.
Ha sido noticia una vez m¨¢s por el contencioso contra su exnovio Fran?ois-Henri Pinault, consejero delegado de una de las mayores empresas del mundo del lujo, que re¨²ne a Gucci, Yves Saint Laurent, Alexander McQueen y Bottega Veneta. Pinault, casado con Salma Hayek desde 2009, mantuvo un noviazgo corto con Evangelista del cual naci¨® un hijo. Aunque el romance fue p¨²blico, acompa?ado de fotos de la pareja, la ruptura y posterior embarazo de Evangelista fueron mucho m¨¢s discretos. Pinault retom¨® su relaci¨®n con Hayek, explosiva actriz mexicana que cose su carrera hollywoodiense no dando ninguna puntada sin hilo. Esta relaci¨®n tambi¨¦n tuvo sus altibajos y otro embarazo que dio a luz a Valentina, la hija de Hayek con Pinault. Incluso antes de casarse, la actriz y el empresario llegaron a romper su relaci¨®n. Cuando al fin celebraron su boda en Venecia, muchos de los invitados acudieron dispuestos a aceptar una cancelaci¨®n s¨²bita. El motivo de todo este sinsabor era Linda Evangelista.
Porque el hijo de la modelo y la hija de Salma tienen m¨¢s o menos la misma edad. Y un padre fabulosamente millonario. Para no perder el hilo, Evangelista determin¨® que su hijo ten¨ªa que recibir no solo el mismo trato, sino casi la misma cantidad de dinero que su hermanastra Valentina. Linda sugiri¨® que esa cantidad fuera de alrededor de 46.000 d¨®lares (unos 36.000 euros) mensuales. Pinault estaba dispuesto a una manutenci¨®n generosa pero sensiblemente inferior. H¨¢bilmente, Linda puso el litigio en territorio estadounidense, donde le ser¨ªa m¨¢s complicado a Pinault conseguir una sentencia favorable. La prensa brit¨¢nica calific¨® la demanda como ¡°un r¨¦cord en la historia de los litigios por manutenci¨®n familiar¡±. Tan solo unos d¨ªas despu¨¦s se informaba de que los abogados de ambas partes hab¨ªan alcanzado un acuerdo bastante cercano al importe que hab¨ªa dise?ado la modelo. Linda, como madre, volv¨ªa a hacer historia.
El primer d¨ªa del juicio, Evangelista aprovech¨® para poner en marcha su propia recuperaci¨®n como mito. Convirti¨® un evento inc¨®modo en una pasarela de fantas¨ªa y estilo. Se trataba de una noticia vip muy jugosa; adem¨¢s, con una cifra de manutenci¨®n conyugal importante en tiempos de crisis que confirmaba la rentabilidad de la industria del lujo. Pero lo que la hizo ganadora fue el vestuario, el andar, el peinado, los gestos inciertos pero vulnerables y femeninos a su llegada y salida de los juzgados. ¡°Era en realidad un editorial de moda en vivo y en directo¡±, resumir¨ªa un importante editor espa?ol. Todo en la ex top model hac¨ªa pensar que en realidad no era ex, que ella hab¨ªa conseguido la f¨®rmula m¨¢gica para tejer el tiempo a su favor.
Evangelista escogi¨® una blusa de fondo rosado con arabescos negros, falda corte A de plena actualidad, zapatos de un tac¨®n importante, bolso negro de cuero r¨ªgido. Pelo corto y gafas inmensas. Alrededor de su vestuario ya hab¨ªa morbo. ?Llevar¨ªa prendas pertenecientes a las firmas de las que es propietario el hombre que llevaba a los tribunales? ?Qu¨¦ encerraba dentro de ese bolso herm¨¦tico? ?C¨®mo sonar¨ªa su voz al responder a las preguntas de los abogados sobre si Pinault en realidad la hubiera instado a abortar? Todo eso sobrevolaba el improvisado y, aparentemente, falto de esfuerzo editing de estilo y moda que Evangelista ofrec¨ªa a los medios apostados en los juzgados. Desde su bajada del todoterreno ¨Cnegro, por supuesto¨C hasta la entrada y posterior salida del edificio, no es que fuera glamour, era una lecci¨®n tras otra de la importancia que adjudicamos al vestuario, los gestos y la coreograf¨ªa.
¡°?Sabes lo que es no defraudar ni un solo segundo?¡±, cuestionaba el editor espa?ol. ¡°Eso es lo que consigui¨® Linda. En las revistas analiz¨¢bamos el look, que si recordaba a Jackie Kennedy, que si recordaba a ella misma. Cuando se detiene en la puerta y mira hacia los lados, sin quitarse las gafas de sol, buscando el coche. Cuando consigue abrirse paso, sin responder, a los periodistas. Todo eso fue magisterio del glamour. Derroche de informaci¨®n. Sin una sola palabra¡±.
La carrera de Linda Evangelista (Ontario, Canad¨¢, 1965) empez¨® en su lugar de nacimiento, cuando gan¨® el concurso de belleza Miss Ni¨¢gara en 1978. Se mud¨® a Nueva York, donde fue contratada por Elite, la agencia de modelos que pronto se convertir¨ªa en superagencia en parte gracias al ¨¦xito de Evangelista. El verdadero punto de partida es una de esas fotos que en el mundo de la moda reciben el calificativo de ic¨®nicas. En ella, Peter Lindbergh reuni¨® a un grupo de chicas en torno a los 17 y 18 a?os que, ataviadas ¨²nicamente con jeans y camiseta, generaron la revoluci¨®n medi¨¢tica conocida como las supermodelos.
A mediados de los ochenta ya exist¨ªa Madonna y su Like a virgin, en Espa?a gobernaba el socialismo, pronto explotar¨ªa mundialmente el fen¨®meno Almod¨®var con Mujeres al borde de un ataque de nervios, Miguel Bos¨¦ convert¨ªa el new romantic en algo popular. Y las supermodelos iban conquistando el mundo con su maravillosa mezcla de belleza, juventud, informalidad por el d¨ªa y m¨¢xima entrega a la fantas¨ªa, la ostentaci¨®n y todo lo que fuera por la noche y m¨¢s all¨¢ de la noche. Vistas hoy d¨ªa, asombran porque no eran extremadamente delgadas. Juntas parec¨ªan crear un cat¨¢logo de exotismo y diversidad cultural. Naomi era la conquista de la belleza negra. Claudia, la rubia que devolv¨ªa a Alemania un puesto en el ranking de belleza. Christy, la elegancia sin aspavientos de las nobles estadounidenses. Cindy pon¨ªa el atletismo y la sexualidad de la misma mujer, solo que, en vez del arquetipo rubio, era morena y adem¨¢s con un lunar que medio mundo anhelaba morder. Elle Macpherson era de otro continente, Ocean¨ªa, y tra¨ªa el derroche de actividad casi salvaje. Evangelista decidi¨® asumir todos esos ingredientes raros fomentando la otra palabra que definir¨ªa el fen¨®meno: camaleonismo.
El camale¨®n se mimetiza con su entorno, muchas veces para defenderse y otras para venderse. Evangelista defini¨® con el suyo una secreta aspiraci¨®n de los a?os ochenta: infiltrarse, mezclarse, probarlo todo, hacerlo todo y procurar salir indemne para el siguiente camuflaje, la pr¨®xima revoluci¨®n. Evangelista explotaba el camaleonismo con sus constantes cambios de peinado, siempre favoreciendo el pelo corto antes que el largo y de variados tonos de rubio, pelirrojo y cobre. Parec¨ªa una esposa estilo Dallas en su etapa adolescente. Un ser felino e inalcanzable en los a?os de las grandes hombreras. Una mujer sin tapujos pero con clase dentro de los trajes barrocos y llenos de color de Versace en los noventa. Y en la d¨¦cada de los 2000, una especie de extraterrestre vestida dos temporadas por delante.
Supermodelos eternas
¡°Estar en las portadas de todo el mundo al mismo tiempo¡±, esa es la definici¨®n que dio Claudia Schiffer al t¨¦rmino supermodelo. La alemana se sum¨® al supergrupo original (Linda Evangelista, Naomi Campbell, Cindy Crawford, Christy Turlington y Tatjana Patitz) que el fot¨®grafo Peter Lindbergh sell¨® en una portada para ¡®Vogue¡¯ en 1990. En 2010, Manolo Blahnik hizo esta reflexi¨®n: ¡°Kate Moss ser¨¢ una modelo longeva, mientras que Linda Evangelista es eterna¡±.
Linda fue de las primeras en incursionar en territorios que no eran moda, pero s¨ª necesitaban de la moda para sobrevivir. Como la m¨²sica pop. En los ochenta, los cantantes, m¨¢s que asumir estilismos, parec¨ªan crearlos o influenciar en ellos. Pero, aunque eran genuinos y originales, a veces comet¨ªan fallos. La moda supo ver que hab¨ªa una relaci¨®n abierta pero sin profundizar entre ella y las estrellas del rock y el pop. Y Evangelista actu¨® como mascar¨®n de proa al protagonizar varios v¨ªdeos de George Michael. En ellos, Evangelista da la sensaci¨®n de que solo ella sabe c¨®mo aglutinar cosas que no siempre mezclan bien. Glamour y porno, rock y pop, mujer objeto y mujer desafiante. Cualquiera que fuera la lectura final de estas im¨¢genes, Linda y las supermodelos estaban generando una nueva revoluci¨®n femenina. Ampliaban sus territorios de conquista, convert¨ªan sus carreras en empresas, movilizaban al p¨²blico hacia territorios de vaga definici¨®n como el glamour, el chic, procurando ingentes cantidades de dinero en publicidad. M¨¢s que invencibles, las supermodelos asum¨ªan clich¨¦s corporativos, pero con ello generaban empleo y pautas de conducta para toda una generaci¨®n de mujeres. ¡°Con Linda y las supermodelos aprend¨ª a sentirme c¨®moda en lo que me parec¨ªa inc¨®modo¡±, reconoce una importante escritora a sus 40 a?os.
Mientras su fascinaci¨®n crec¨ªa, Linda iba creando una vida personal que puede definirse de primera clase todo el rato. Su primer marido, Gerald Marie, fue el director de la agencia de modelos que la impuls¨®. Marie termin¨® por cerrar Elite despu¨¦s de que un reportaje de la BBC lo mostrara intentando comprar favores sexuales de una aspirante a modelo. Para entonces, su matrimonio con Evangelista era historia. Linda lo sustituy¨® por Kyle MacLachlan, el famoso detective Cooper de Twin Peaks y atractivo objeto de deseo de mujeres y gais en los noventa. La siguiente conquista de Evangelista la arroj¨® de lleno en el universo de los paparazis. Se trataba de Fabien Barthez, c¨¦lebre futbolista franc¨¦s. La modelo qued¨® embarazada de ¨¦l, pero lamentablemente sufri¨® un aborto involuntario despu¨¦s de seis meses.
Esos a?os vieron oscurecer un poco el brillo de Linda. Se hizo frecuente verla redondeada, m¨¢s curvil¨ªnea de lo aceptado; un cada vez m¨¢s elocuente retiro de las pasarelas. Las supermodelos sonaban a antes y su estela pasaba a las Spice Girls, otro hervidero de futuros s¨ªmbolos generacionales, la m¨¢s evidente y exitosa, Victoria Beckham. En esos a?os, algunas de las supermodelos no solo reconocieron sus excesos con las drogas, sino que sufrieron aut¨¦nticos episodios de demencia, como Karen Mulder, que intent¨® airear acusaciones de explotaci¨®n sexual contra Marie, el exmarido de Evangelista, y termin¨® por ser rescatada de un intento de suicidio en un piso de Par¨ªs. Parec¨ªa que una vez m¨¢s el sue?o ven¨ªa acompa?ado de pesadillas. Linda empez¨® a defenderse como mejor sabe: manteniendo en alto su eslogan, jam¨¢s levantarse de la cama por menos de 10.000 d¨®lares.
Empez¨® una relaci¨®n con el aficionado a la f¨®rmula 1 y, sobre todo, heredero de la marca italiana de pasta Paolo Barilla. Pese a estar unida a un legatario de espaguetis, Linda prefiri¨® demostrar su habilidad para recuperar su carrera. Primero, aceptando promocionar productos para luchar contra las arrugas. Antes que hacerla viejuna, asumir esas campa?as le permiti¨® catapultarse como la mujer sin edad, la representante de una generaci¨®n que defiende que los 40 son los nuevos 30. Prada empez¨® por ofrecerle que anunciara su l¨ªnea de gafas, pero pronto supieron ver que Evangelista era el s¨ªmbolo del cruce de siglos y se transform¨®, una vez m¨¢s, en el camale¨®n de ambigua madurez, rica, opulenta, m¨¢s por dentro que por fuera, que la firma italiana es maestra en recrear.
Es en ese periodo de resurgimiento cuando Linda inicia una relaci¨®n con Pinault, y a administrar as¨ª el primer culebr¨®n en el universo millonario y para millonarios del mercado del lujo. Conviene recordar que es el ¨²nico mercado que demuestra crecimiento en estos tiempos de crisis. Que Pinault, junto al mandam¨¢s de LVMH, Bernard Arnault, son mucho m¨¢s poderosos y rivales entre s¨ª que cualquier dignatario del mundo desarrollado. All¨ª se planta y mueve, siempre en primera clase, Linda. Sin llegar a convertirse en madame Pinault, Linda convive el tiempo suficiente para gestar un hijo. Cuatro meses en los que, al parecer, Pinault comparti¨® su amor por ella con su relaci¨®n con Hayek. Linda alumbr¨® a su ¨²nico hijo, lo bautiz¨® Augustus, que ya es bastante decir, y esper¨®, con esa sabidur¨ªa canadiense ante las inclemencias meteorol¨®gicas, para pedir 46.000 d¨®lares mensuales de manutenci¨®n.
Fiel al lujo
Veinte a?os despu¨¦s de su?primera campa?a para Chanel, Linda Evangelista repite en la actualidad como imagen de su l¨ªnea de gafas. Tambi¨¦n conserva su contrato millonario con L¡¯Or¨¦al. Y ostenta el r¨¦cord de portadas de ¡®Vogue Italia¡¯. Todas fotografiadas por Steven Meisel, que la considera su musa oficial. La ¨²ltima, publicada este mismo mes de mayoVeinte a?os despu¨¦s de su primera campa?a para Chanel, Linda Evangelista repite en la actualidad como imagen de su l¨ªnea de gafas. Tambi¨¦n conserva su contrato millonario con L¡¯Or¨¦al. Y ostenta el r¨¦cord de portadas de ¡®Vogue Italia¡¯. Todas fotografiadas por Steven Meisel, que la considera su musa oficial. La ¨²ltima, publicada este mismo mes de mayo.
Es tambi¨¦n durante este tiempo de incertidumbre y pasi¨®n cuando Evangelista acudi¨® a Madrid a recoger el Prix de la Moda otorgado por la revista Marie Claire. Quienes la acompa?aron en esa fiesta recuerdan a una mujer ¡°ligeramente caprichosa, solo aceptaba determinadas l¨ªneas a¨¦reas y horarios para el viaje, con ganas de marcha a medida que se extend¨ªa la noche, distante y cercana, como siguiendo su propio ritmo. En ning¨²n momento pod¨ªa mencionarse en su presencia la palabra Pinault, pero todos sab¨ªamos que eran pareja¡±.
En los tiempos que corren, la cifra de 46.000 d¨®lares para la educaci¨®n y protecci¨®n de un hijo podr¨ªa convertir a Linda f¨¢cilmente en objeto de escarnio. Una mujer que reproduce sin cesar todos los clich¨¦s de la mujer objeto. Pero puede ser visto tambi¨¦n como el triunfo de una superviviente en un tiempo profundamente contradictorio. Ese es otro de sus logros, casi determinar una nueva conquista para las mujeres, aunque sea a golpe de talonario y con muchos privilegios: tener la ¨²ltima palabra. La manutenci¨®n de su hijo cuesta lo que la madre, no el padre, ha considerado conveniente.
Linda siempre parece ganar, es cierto. Y tambi¨¦n es cierto que no es la primera modelo que desfila en los juzgados. Pero, a diferencia de las veces que Naomi tuvo que hacerlo, Evangelista ha ganado, no ha sido condenada. Ni mucho menos acusada de comportamiento violento, o de posesi¨®n y consumo de estupefacientes, o de aceptar diamantes manchados de sangre. Siempre al contrario que Naomi, Linda quiso defender en su aparici¨®n en los juzgados su condici¨®n de dama inflexible a ver quebrantados sus derechos. No podemos olvidar que es tauro y que en este a?o se predice para ese signo la madurez econ¨®mica y sentimental. Que los tauro no siempre tienen una f¨¢cil relaci¨®n con g¨¦minis, que es el hor¨®scopo de Pinault, ya que a los dos les gusta llevar la raz¨®n y ninguno quiere dar su brazo a torcer. No podemos olvidar tampoco que mientras Hayek y Pinault cr¨ªan a su hija Valentina como un matrimonio, Linda lo hace sola con su hijo Augustus. Y no podemos olvidar que hoy, entrando y saliendo de esos juzgados neoyorquinos, Evangelista volvi¨® a renacer, dici¨¦ndolo todo sin emitir palabra alguna.
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