La nieta del ¨²ltimo sah anestesia la melancol¨ªa de Farah Diba
La familia imperial vuelve a la prensa rosa occidental con el nacimiento de una nueva Pahlevi Mientras, la memoria de la dinast¨ªa se desvanece entre el pueblo iran¨ª
Se cuenta que Mohamed Reza, segundo y ¨²ltimo sah o emperador de la dinast¨ªa Pahlevi, era un hombre cort¨¦s y t¨ªmido, proclive a aventuras galantes, de mirada triste y que sufr¨ªa por no ser querido por su pueblo. Sus amores oficiales ¨Ccon las hermosas y est¨¦riles Fawzia y Soraya; m¨¢s tarde con Farah Diba, la madre de sus cuatro hijos¨C y los fastos de su coronaci¨®n en Pers¨¦polis dieron portadas gloriosas a las revistas del coraz¨®n de los a?os cincuenta, sesenta y setenta del pasado siglo. Destronado en 1979 por la revoluci¨®n isl¨¢mica de Jomeini, dos tercios de los actuales iran¨ªes no vivieron bajo su reinado, aunque, eso s¨ª, saben, porque forma parte de la narrativa dominante en el pa¨ªs, que fue una tiran¨ªa cruel con su pueblo y servil con los norteamericanos.
La prensa rosa habla hoy poco de los Pahlevi y cuando lo hace suele ser para dar noticias tr¨¢gicas y vincularlas con la ¡°melancol¨ªa¡± atribuida al emperador derrocado. Lo hizo en 2001 para informar del suicidio, en un lujoso hotel de Londres, de Leila, la hija menor del sah y Farah Diba. Y volvi¨® a hacerlo en enero de 2011 cuando Ali Reza, el segundo de los hijos varones de la pareja, tambi¨¦n se quit¨® la vida en su domicilio de Boston. ¡°Al igual que Leila, Ali Reza hab¨ªa luchado durante a?os contra una grave depresi¨®n¡±, pudo leerse en ?Hola! ¡°Ninguno¡±, a?ad¨ªa la revista, ¡°se hab¨ªa repuesto nunca de la muerte de su padre, el sah Mohamed Reza Pahlevi¡±.
?ltimamente, los Pahlevi han dado un par de alegr¨ªas a la prensa rosa. Resulta que antes de que Ali Reza se suicidara, su novia, Raha Didedar, hab¨ªa quedado embarazada de ¨¦l. As¨ª que, en agosto de 2011, su hermano mayor, Reza Pahlevi, el primog¨¦nito del sah y Farah, anunci¨® el nacimiento de Iryana Leila, la hija p¨®stuma de su hermano. Y el pasado marzo, el ahora ¡°jefe de la Casa Imperial¡± persa present¨® en sociedad a su sobrina. Lo primero lo hizo en su web oficial; lo segundo, a trav¨¦s de un ¨¢lbum fotogr¨¢fico ¨C¡°instant¨¢neas de nuevos tiempos felices¡±, escribi¨® ?Hola!¨C en Twitter.
Residentes en Estados Unidos desde que el sah falleciera en Egipto en 1980, los Pahlevi son, ya se ve, muy modernos a la hora de comunicarse. Ahora bien, aunque no hay familia real destronada que no sue?e con la restauraci¨®n, tienen tantas posibilidades de volver a gobernar Ir¨¢n como los Romanov, si es que quedan, de habitar de nuevo el Kremlin. Ser¨ªa rar¨ªsimo que una eventual ca¨ªda del r¨¦gimen isl¨¢mico iran¨ª se tradujera en su regreso al poder. De hecho, ni tan siquiera son una dinast¨ªa con abolengo: su fundador, Reza, fue un sargento de cosacos que en 1924 dio un golpe de Estado de opereta y se adue?¨® del Trono del Pavo Real.
En septiembre de 1987 visit¨¦ el palacio de verano de los Pahlevi en Niavar¨¢n, en las aireadas colinas del norte de Teher¨¢n. El r¨¦gimen isl¨¢mico de Jomeini lo hab¨ªa convertido en un museo para que el pueblo iran¨ª pudiera constatar el lujo extravagante en que viv¨ªa la familia real. As¨ª arrancaba El emperador boca abajo, el reportaje que publiqu¨¦ en EL PA?S: ¡°La foto en s¨ª ya es grotesca. El sahlleva una complicada corona de incalculable valor y viste uniforme recamado en oro; la sahbanu, la bella Farah Diba, parece sorprendida en una fiesta de carnaval; el pr¨ªncipe heredero, Reza, mira con ojos inmensos dentro de un traje de paje. (¡) Pero colgado boca abajo, el retrato oficial de la familia real iran¨ª es pat¨¦tico. Y ese es el destino que han dado a todas las im¨¢genes de la dinast¨ªa Pahlevi los nuevos amos del palacio de Niavar¨¢n¡±.
Terminaba aquel reportaje recordando que Farah Diba le dio al sah ¡°un heredero que se qued¨® compuesto y sin trono¡±. Ese heredero, Reza Pahlevi, nacido en Teher¨¢n en 1960, casado y padre de tres hijas, vive hoy en Washington, se proclama una alternativa al r¨¦gimen de los ayatol¨¢s y dice desear un Ir¨¢n democr¨¢tico. Pero su parroquia est¨¢ much¨ªsimo m¨¢s entre el exilio iran¨ª en Estados Unidos ¨Cm¨¢s de dos millones de almas, la mitad en Los ?ngeles¨C que en el interior del pa¨ªs. Incluso su web no parece muy activa. Ni una palabra a simple vista sobre el asunto que en los ¨²ltimos meses lleva el nombre de Ir¨¢n a las portadas: la posibilidad de un ataque israel¨ª y/o estadounidense para acabar con el programa nuclear de los ayatol¨¢s. Sus ¨²ltimos ¡°mensajes a la naci¨®n¡± datan del 27 de febrero (felicit¨¢ndose por el Oscar de la pel¨ªcula iran¨ª A Separation), el 29 de enero (rememorando la figura de Ghandi) y el 20 de enero (denunciando violaciones de derechos humanos en Ir¨¢n).
En cuanto a su madre, la exemperatriz, se desnud¨® inocentemente en una entrevista a The New York Timescon motivo de la publicaci¨®n de sus memorias en 2004. Tras soltar deliciosas perlas reaccionarias ¨C¡°El pueblo iran¨ª comprende que el progreso y la modernidad vienen de Occidente¡±, ¡°Mi esposo era un pr¨®ximo del presidente Nixon¡±¨C, Farah Diba explica as¨ª su vida cotidiana en Estados Unidos: ¡°En el palacio de Teher¨¢n ten¨ªa a 60 personas ayud¨¢ndome. Aqu¨ª solo dos: una se?ora que me cocina y limpia y un ch¨®fer. Es dif¨ªcil para m¨ª¡±.
¨CAsumo que usted se llev¨® dinero cuando huy¨® de Ir¨¢n ¨Cdice la periodista.
¨CS¨ª, y tambi¨¦n me llev¨¦ algunas joyas ¨Cresponde la exemperatriz¨C. Gracias a Dios, porque las vend¨ª y eso me ha ayudado a vivir. Los americanos dicen que el dinero no trae la felicidad, pero ayuda a vivir confortablemente en la miseria.
?Miseria? Sin incluir las posesiones que ten¨ªan fuera de Ir¨¢n, los Palehvi se llevaron del pa¨ªs unos cien millones de d¨®lares, seg¨²n sus propios portavoces.
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