Alemania reconsidera a su ¡°bochornoso¡± rey del ¡®kitsch¡¯
Rolf Eden es un extravagante ¡®playboy¡¯ berlin¨¦s de 84 a?os adicto a la notoriedad Se querell¨® contra una mujer de 19 que se neg¨® a tener sexo con ¨¦l por considerarle muy mayor La reciente revelaci¨®n de un pasado huyendo de los nazis ha sorprendido a sus compatriotas
Rolf Eden quiere que usted lea este art¨ªculo. Es m¨¢s, este donju¨¢n de 82 a?os har¨ªa lo que fuera para conservar la notoriedad obtenida durante decenios como empresario de clubes nocturnos y orgulloso playboy en el trepidante Berl¨ªn Oeste de la guerra fr¨ªa.
Seg¨²n ha dicho, su testamento estipula que en el caso de que muera mientras practica el sexo, la mujer que est¨¦ con ¨¦l recibir¨ªa m¨¢s de 260.000 euros. Cuando ten¨ªa 77 a?os, present¨® una querella por discriminaci¨®n contra una mujer de 19 que se neg¨® a mantenerlo con ¨¦l. ¡°Me dijo: ¡®Eres demasiado viejo¡±, recuerda. Aunque afirma que nunca le ha interesado intervenir en pol¨ªtica, en este caso ¡°lo hice en nombre de la igualdad de derechos¡±.
Al final, retir¨® la querella. ¡°Una broma¡±, dice Eden, que tiene siete hijos de siete mujeres distintas, as¨ª como cinco nietos y un bisnieto.
En los ¨²ltimos a?os, el alem¨¢n corr¨ªa el peligro de transformarse en una caricatura de s¨ª mismo, hasta que, hace poco, un documental revel¨® que antes de convertirse en el Hugh Hefner alem¨¢n fue un refugiado del nazismo y sirvi¨® como soldado en Israel.
Un tributo constante a s¨ª mismo
Retirado del negocio nocturno desde hace una d¨¦cada, Eden se gana hoy la vida como inversor inmobiliario, un sector que dice que le ha hecho muy rico. Al preguntarle cu¨¢nto dinero tiene, responde: ¡°Cuando uno sabe cu¨¢nto dinero tiene es que no tiene suficiente¡±.
La casa de Eden es un santuario a su mayor gloria. La escalera est¨¢ adornada con retratos pintados por admiradores para un concurso convocado por un peri¨®dico. En el pasillo de la planta de arriba, toda una pared est¨¢ ocupada por un ¡®collage¡¯ de fotograf¨ªas suyas. Presume de tener una colonia marca ?Rolf Eden y un vino espumoso ?Rolf Eden.
Posee un piano el¨¦ctrico Yamaha de color blanco que toca ¨¦l mismo, pero que tambi¨¦n puede reproducir m¨²sica pregrabada cuando las cosas se ponen rom¨¢nticas.
El impacto fue incre¨ªble. Eden era un provocador con gran demanda en televisi¨®n y una fuente constante de material para la prensa sensacionalista, un anciano de melena rubia platino hasta el hombro y profundo bronceado que posaba delante de su Rolls-Royce descapotable dispuesto a decir o hacer lo que fuera con tal de permanecer en primer plano. Una publicaci¨®n local le proclam¨® ¡°el berlin¨¦s m¨¢s bochornoso¡±, una distinci¨®n que ¨¦l considera ¡°un honor¡± en una ciudad de 3,5 millones de habitantes.
Y en una metr¨®poli famosa por su vida nocturna, Eden contribuy¨® a esa reputaci¨®n, con unos locales en cuyas juergas llegaron a participar los Rolling Stones. Tambi¨¦n apareci¨® en pel¨ªculas junto a John Huston, Anita Ekberg y Klaus Kinski. Pero est¨¢ igualmente encantado de mencionar otros filmes m¨¢s picantes y menos serios como la producci¨®n de 1980 Tres Lederhosen en St. Tropez.
¡°No me importa lo que digan de m¨ª¡±, asegura en su moderna villa situada en el elegante barrio berlin¨¦s de Dahlem. ¡°Lo importante¡±, insiste, ¡°es que hablen¡±.
Todav¨ªa lo hacen, pero de pronto se refieren a ¨¦l con una seriedad poco habitual y en publicaciones que antes le ignoraban. El documental sobre su vida, El gran Eden, emitido en diciembre, fue candidato al ¨²ltimo Premio Alem¨¢n de Cine.
El filme cuenta que la familia de Eden huy¨® de Alemania despu¨¦s de que Hitler llegara al poder, en 1933. Cuando ten¨ªa solo tres a?os, se trasladaron a Haifa. De joven luch¨® a las ¨®rdenes de Isaac Rabin en la guerra ¨¢rabe-israel¨ª de 1948, con valor y coraje, seg¨²n el documental, que cita testimonios de otros veteranos.
Sin ser un secreto, su vida en Israel es, desde luego, algo que Eden siempre hab¨ªa llevado con mucha discreci¨®n, dice Peter D?rfler, director del documental: ¡°Cuando comenc¨¦ el proyecto, le dije que quer¨ªa ir con ¨¦l a Israel, y me contest¨®: ¡®No, no, ?para qu¨¦? No es m¨¢s que una m¨ªnima parte de m¨ª¡±.
¡°Rechaza todo lo que no sea una vida f¨¢cil, feliz y divertida, y no le gusta nada hablar de cosas como la guerra y el sufrimiento¡±, asegura D?rfler, que ahora colabora con Eden en su autobiograf¨ªa, que se publicar¨¢ en septiembre.
Esta aversi¨®n no solo a la guerra, sino a todo lo deprimente, incluidos entierros y hospitales, queda patente en una de las escenas m¨¢s conmovedoras del documental. Yoram Kaniuk, el eminente escritor israel¨ª, viejo amigo de Eden, cuenta que le llam¨® para comunicarle que ten¨ªa un c¨¢ncer con graves complicaciones. ¡°No me lo cuentes¡±, recuerda que le dijo Eden. ¡°Y a continuaci¨®n me envi¨® un mont¨®n de dinero que me salv¨® la vida. Lleg¨® dos d¨ªas despu¨¦s¡±.
Kaniuk relata lo que se sorprendi¨® la gente de que Eden se fuera a vivir a Alemania despu¨¦s del Holocausto. ?l le insisti¨® en que si hab¨ªa sido un refugiado, tambi¨¦n era una v¨ªctima. Pero Eden rechaz¨® por completo la etiqueta. Su filosof¨ªa consiste en un optimismo invencible. Seg¨²n D?rfler, uno de los t¨ªtulos provisionales de las memorias es Todo feliz siempre.
¡°He sido muy afortunado toda mi vida¡±, dice Eden. Aun as¨ª, la vida no fue f¨¢cil para su familia tras instalarse en Haifa. Su padre, que hab¨ªa sido due?o de una f¨¢brica en Berl¨ªn, quebr¨® en 1936 y acab¨® trabajando de taxista. M¨¢s adelante abri¨® una cafeter¨ªa con su madre.
Eden, que toca el saxof¨®n, la bater¨ªa, el piano y el acorde¨®n, dej¨® el colegio cuando ten¨ªa 14 a?os y trabaj¨® como m¨²sico. Ya entonces formaban parte de su plan los golpes publicitarios. Una fotograf¨ªa en blanco y negro de la ¨¦poca le muestra tocando el acorde¨®n a lomos de un burro, mientras un viejo sostiene un cartel en hebreo que anuncia un club.
Eden viv¨ªa en Par¨ªs en 1956 cuando ley¨® en un anuncio de un peri¨®dico que los exiliados que regresaran a Berl¨ªn cobrar¨ªan 6.000 marcos (alrededor de 9.400 euros de hoy). Cuenta que se subi¨® al siguiente tren con intenci¨®n de cobrar el dinero y volver a Francia, pero se sinti¨® atra¨ªdo por aquel lugar y decidi¨® quedarse.
Al a?o siguiente inaugur¨® el Eden Saloon, en la esquina del hist¨®rico bulevar Kurf¨¹rstendamm y Nestorstrasse. Fue un ¨¦xito desde el primer momento. Cuando se alz¨® el muro de Berl¨ªn, en 1961, Eden no consider¨® que fuera motivo para cerrar, sino una oportunidad para crecer mientras otros due?os de negocios hu¨ªan. As¨ª que compr¨® el local para su nuevo cabar¨¦, el Nuevo Eden. Sus clubes ten¨ªan espect¨¢cu?los con tragafuegos y strip-tease. Eden asegura que ¨¦l fue el primero en llevar un dj a Berl¨ªn, y tambi¨¦n a la primera dj en top less. Uno de los que se desnudaban en sus espec?t¨¢culos de variedades era un travesti. ¡°?Es un hombre!¡±, grita, entre risas, imitando la reacci¨®n que ten¨ªan los soldados estadounidenses. ¡°Es incre¨ªble que sea un hombre¡±.
El pasado febrero, en su fiesta de cumplea?os, Eden agarr¨® el micr¨®fono e interpret¨® un popurr¨ª de canciones cl¨¢sicas con una energ¨ªa sorprendente para un hombre de su edad. ¡°Dadme cinco minutos m¨¢s, solo cinco minutos¡±, cant¨®. Para cualquiera que le conozca, es evidente que no era verdad. Rolf Eden aprovecha cualquier minuto que puede y todav¨ªa quiere m¨¢s.
? 2012 New York Times News Service / Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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