Fiasco en Facebook
Los bancos de inversi¨®n sobrevaloraron el precio de salida a Bolsa y da?aron a miles de inversores
La salida a Bolsa de Facebook, el grupo de la red social, ha dejado de nuevo en evidencia la extrema debilidad institucional de las colocaciones burs¨¢tiles incluso en mercados te¨®ricamente tan vigilados como el estadounidense. Amparado por Morgan Stanley, Goldman Sachs y JPMorgan, Facebook lleg¨® a cotizar el primer d¨ªa de su estreno en el Nasdaq a 45 d¨®lares por acci¨®n, pero en las siguientes tres jornadas cay¨® a 30 d¨®lares. En t¨¦rminos rigurosos, la salida a Bolsa ha supuesto un fiasco para los inversores y un motivo de preocupaci¨®n para los reguladores. Muchos de ellos se han visto atrapados en la ca¨ªda y en el clima de desconfianza que ha vuelto a difundirse sobre la estabilidad y futuro financiero de los valores tecnol¨®gicos.
La pregunta, que por supuesto solo puede responder la justicia estadounidense, es si la salida a Bolsa de Facebook puede ser considerada, total o parcialmente, un fraude. Sin necesidad de entrar en esa cuesti¨®n, la operaci¨®n presenta todos los rasgos de una sobrevaloraci¨®n inducida en el precio de salida de la acci¨®n; sobrevaloraci¨®n corregida con un descenso de la cotizaci¨®n que ha fulminado una buena cantidad de dinero procedente de inversores grandes y peque?os. El principal incentivo, perverso en este caso, de la sobrevaloraci¨®n es la presi¨®n de los bancos colocadores, ansiosos de alcanzar precios altos en la salida de las acciones para percibir las comisiones correspondientes. La valoraci¨®n de partida (38 d¨®lares por acci¨®n) era superior en casi 100 veces a los ingresos de la compa?¨ªa en el primer trimestre del a?o.
Muchos inversores parecen haber sacado las consecuencias adecuadas de la quiebra de las puntocom a principios de siglo y rechazaron la valoraci¨®n de la empresa a ese precio. Facebook no tiene garantizada la cuota necesaria de publicidad, porque el mercado se desplaza hacia tel¨¦fonos y tabletas. Esa desconfianza, mal calculada o ignorada por los bancos que guiaron la colocaci¨®n, junto con otras decisiones paralelas, como el anuncio de General Motors de que dejar¨ªa de poner publicidad en el grupo, explican el fiasco burs¨¢til. Que no lo ha sido, evidentemente, para el bolsillo de Zuckerberg y las entidades colocadoras.
As¨ª pues, el caso Facebook, y aunque de naturaleza e impacto bien diferentes del de Bankia, ratifica que los reguladores de los mercados deben esforzarse en cambiar los incentivos perversos, que favorecen la sobrevaloraci¨®n de las acciones y, a la postre, las burbujas financieras.
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