El desapego

De nada sirve llenarse la boca con la palabra democracia si cuando te toca gobernar no te aplicas el cuento: los deberes democr¨¢ticos conciernen a todos, pero m¨¢s a¨²n a quien manda. Los ciudadanos espa?oles hemos entrado en una fase de descreimiento en la clase pol¨ªtica que puede degenerar, si alguna mente sensata no lo remedia, en un escepticismo total hacia el propio sistema. Cuando el presidente del Gobierno justifica que no haya una comisi¨®n de investigaci¨®n que revele qu¨¦ ocurri¨® en Bankia, porque no es el momento de hurgar en la herida del sistema financiero espa?ol, est¨¢ multiplicando la desconfianza de los espa?oles, est¨¢ agotando nuestra paciencia y provocando desesperanza. Est¨¢ visto que este Gobierno ha decidido dar cuentas a Europa, a Merkel o al Banco Central Europeo pero a los ciudadanos nos ha mandado al cuarto a dormir, como si fu¨¦ramos ni?os que no tuvi¨¦ramos edad para escuchar ciertas conversaciones y nuestra presencia s¨®lo sirviera para empeorar las cosas.

Nadie sabe c¨®mo acabar¨¢ todo esto, ni cu¨¢ndo, pero ya no cabe duda de que si la crisis se sigue gestionando como hasta ahora el coste ser¨¢ alto y el desapego del pueblo dif¨ªcil de remediar. En un sistema basado en la confianza, si ¨¦sta se agota porque las Instituciones no act¨²an con transparencia se acaba generando el anhelo de un salvapatrias populista que, al menos, se dirija al pueblo.

Por otro lado, se nos insta a la movilizaci¨®n, pero c¨®mo, de qu¨¦ manera. Mostramos nuestra indignaci¨®n en columnas, en pancartas, en manifestaciones, pero me temo que la ¨²nica salida ser¨ªa que hubiera gente joven, preparada, brillante, honrada y no contaminada por las malas artes de gran parte de la clase pol¨ªtica, dispuesta a hacer un ERE en el Congreso y a restituir la ilusi¨®n con la que este sistema naci¨®. Porque hubo un tiempo, y no tan lejano, en que cre¨ªmos en esto.