Recusaci¨®n a la paraguaya
No es un golpe de estado, pero la erosi¨®n democr¨¢tica debe ser condenada
Fernando Lugo, tras Manuel Zelaya en Honduras, se ha convertido en el segundo presidente latinoamericano desde 2005 en ser forzado a abandonar antes del t¨¦rmino de su mandato. Zelaya fue destituido por los militares. La regi¨®n, acertadamente, lo calific¨® de golpe, aunque su origen fue tambi¨¦n un conflicto entre un testarudo presidente y sus enemigos de legislatura, que frustraron los intentos exteriores de restaurar a Zelaya. Parte del problema en Honduras fue que la Constituci¨®n no contempla la recusaci¨®n. En Paraguay, es demasiado f¨¢cil. La recusaci¨®n expr¨¦s marca un peligroso precedente en una regi¨®n en la que la democracia a¨²n est¨¢ consolid¨¢ndose y donde los presidentes se enfrentan a menudo con la impopularidad y ausencia de mayor¨ªa en el parlamento.
Como reacci¨®n a la salida de Lugo, Brasil se ha unido a Argentina y a Uruguay para impedir la presencia de Franco en la reuni¨®n de Mercosur. Algunos hablan de suspender a Paraguay de Unasur e incluso de la OEA.
En lugar de penalizar a Paraguay, mejor har¨ªan los gobiernos de Am¨¦rica del sur en ayudar a recuperar las riendas negociando con Franco para asegurarse de que las presidenciales programadas para abril se celebren con libertad y justicia e incluso se adelanten. Y si lo que buscan es que sus protestas resulten m¨¢s convincentes, entonces deben ser m¨¢s consistentes. Brasil reclam¨® sanciones econ¨®micas para Honduras, donde no ten¨ªa intereses reales en ese momento, pero no ha hecho lo mismo respecto a Paraguay, donde decenas de miles de brasile?os poseen granjas y donde comparte con Brasil la planta hidroel¨¦ctrica Itaupu.
Los Gobiernos de centro izquierda se han apresurado a condenar las amenazas de la derecha contra presidentes electos, pero no las que provienen de su lado contra procedimientos democr¨¢ticos. En contra de la Constituci¨®n de Venezuela, Hugo Ch¨¢vez tom¨® el control de la judicatura y de las fuerzas armadas. El nicarag¨¹ense Daniel Ortega ama?¨® una elecci¨®n municipal en 2008. Pero ambos son bienvenidos en los foros regionales. Hasta que los gobiernos de Suram¨¦rica no se comprometan de manera imparcial contra los abusos de los procesos democr¨¢ticos sus piadosas protestas sonar¨¢n hip¨®critas.
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