Rubirosa, un pene con pedigr¨ª
Un pol¨¦mico campeonato de polo en California y una biograf¨ªa escabrosa en Reino Unido recuperan al mayor ¡®playboy¡¯ de todos los tiempos. ?Qu¨¦ secreto escond¨ªa su c¨¦lebre virilidad?
A los franceses les encanta la pimien??ta, y en sus mesas nunca falta un artefacto cil¨ªndrico para molerla y ali?ar los platos con el polvo as¨ª obtenido. Hubo un tiempo en el que a esos pimenteros se les llamaba rubirosas en los restaurantes chics de Par¨ªs; cada vez que un comensal los utilizaba para sazonar un filete, pensaba, sonriente, en lo que pensaba: en el descomunal tama?o de la verga de Porfirio Rubirosa.
Ahora vuelve la leyenda de Rubirosa, el mayor playboy de todos los tiempos. El Ministerio de Turismo de su tierra natal, la Rep¨²blica Dominicana, patrocin¨® el 10 de junio la primera Copa de Polo Embajador Rubirosa, celebrada en el Santa B¨¢rbara Polo Club de California. No falt¨® quien recordara los v¨ªnculos de Rubirosa con otro dominicano notorio, el tirano Rafael Le¨®nidas Trujillo, retratado magistralmente por Vargas Llosa en La fiesta del chivo. Magaly Toribio, viceministra dominicana de Turismo, zanj¨® la pol¨¦mica recordando que Rubirosa, am¨¦n de yerno del tirano, fue embajador de su pa¨ªs, campe¨®n mundial de polo e ¡°inspirador del personaje de James Bond¡±.
Esto ¨²ltimo ¨Cse non ¨¨ vero, ¨¨ ben trovato¨C es la tesis que sostiene Isabella Wall, actriz y productora dominicana residente en Hollywood, en la biograf¨ªa del gigol¨® que public¨® hace pocos a?os: Persiguiendo a Rubi. Wall fue la organizadora de la Copa de Polo Embajador Rubirosa en su calidad de representante en California del Ministerio de Turismo dominicano. ¡°Rubirosa¡±, dijo, ¡°es un icono dominicano o internacional¡±.
Icono o Pimentero, Rubirosa tambi¨¦n est¨¢ siendo noticia en el lado europeo del Atl¨¢ntico por la publicaci¨®n en Reino Unido de la biograf¨ªa The irresistible Mr. Wrong (The Robson Press), de Jeremy Scott. En una rese?a de ese libro en The Sunday Times, Lynn Barber arranca rememorando el que fuera el mayor atributo del dominicano. ¡°Era de la longitud de un palo de b¨¦isbol y de la anchura de una lata de cerveza¡±, escribe Barber. ¡°Las mujeres gritaban al ver su tama?o¡±.
Aseguran que las mujeres gritaban al ver su tama?o. Muri¨® con 56 a?os, sin dejar hijos: su virilidad era est¨¦ril.
Nacido en una familia de clase media de la Rep¨²blica Dominicana en 1909, Rubirosa comenz¨® su ascensi¨®n al convertirse en un joven y atractivo oficial de la guardia pretoriana de Trujillo. De ¨¦l se enamor¨® perdidamente Flor de Oro, la hija del dictador, y con ¨¦l la cas¨® su pap¨¢. Flor, de 17 a?os, fue la primera de las cinco esposas que tendr¨ªa Rubirosa.
Trujillo nombr¨® diplom¨¢tico a su yerno y le dio un puesto en Berl¨ªn, donde la ¡°principesca¡± pareja dominicana comparti¨® el palco de Hitler en los Juegos Ol¨ªmpicos de 1936. Luego lo mand¨® a Par¨ªs, y all¨ª, durante la II Guerra Mundial, Rubirosa se har¨ªa con un dinerito vendiendo visados dominicanos a los jud¨ªos que quer¨ªan escapar del Holocausto.
Rubirosa y Flor se divorciaron, pero Trujillo no hizo lo que sol¨ªa hacer con quien le contrariaba, matarlo, y sigui¨® protegiendo a su exyerno. Comenz¨® as¨ª la carrera de Rubirosa como el playboy internacional por antonomasia de los a?os cuarenta, cincuenta y sesenta del siglo XX. Su tercera y su cuarta esposa, las norteamericanas Doris Duke y Barbara Hutton, eran las mujeres m¨¢s ricas del planeta de aquel entonces, y, entre las celebridades que compartieron su lecho, la leyenda cita a Marilyn Monroe, Ava Gardner, Rita Hayworth, Joan Crawford, Kim Novak, Judy Garland, Eva Per¨®n, Tina Onassis y Zsa Zsa Gabor.
Rubi, como era conocido entre la jet-set internacional, ten¨ªa clase, adem¨¢s de verga. En entrevistas aqu¨ª y all¨¢ iba contando los secretos de su ¨¦xito como seductor. Lo primero, dec¨ªa, es ser educado. ?l siempre le abr¨ªa la puerta a su pareja, le encend¨ªa el cigarrillo, le buscaba una bebida, le piropeaba, le hac¨ªa sentirse como una reina. Y siempre iba hecho un pincel. Cultivaba un cuerpo atl¨¦tico, se hac¨ªa la manicura, suavizaba su epidermis con miel y usaba zapatos, camisas y trajes hechos a medida por los mejores sastres de Londres y Par¨ªs.
Una de las frases m¨¢s famosas de Rubi dice as¨ª: ¡°La mayor¨ªa de los hombres quieren ganar dinero, yo prefiero gastarlo¡±. Nunca dio palo al agua y a veces andaba mal de pasta, pero siempre era rumboso con las mujeres. Y s¨ª, era un gran deportista: campe¨®n internacional de polo y bueno en submarinismo, esqu¨ª y coches de carreras. Pero esto tambi¨¦n formaba parte de sus t¨¦cnicas de seducci¨®n: ten¨ªa claro que a ellas no les gustan los vientres fl¨¢cidos. Por ¨²ltimo, era excepcional en la cama. Flor Trujillo y Barbara Hutton, entre otras, no tuvieron el menor reparo en hablar del tama?o de su pene, de su capacidad de mantenerlo erecto una eternidad y del cuidado que ten¨ªa en que su pareja alcanzara el orgasmo.
De todo esto habla The irresistible Mr. Wrong. En los veinte a?os que siguieron al final de la II Guerra Mundial, no hab¨ªa fiesta de la jet-set que pudiera declararse perfecta en ausencia de Rubi, tambi¨¦n conocido como Toujours Pr¨ºt, siempre preparado, lo que hoy llamar¨ªamos Mr. Viagra. No obstante, sus esposas y amantes relataron que, fiel al mito machista del latin lover, tambi¨¦n pod¨ªa ser muy celoso, muy infiel y muy violento.
En 1961, Trujillo fue ejecutado por opositores dominicanos. Rubirosa le sobrevivi¨® cuatro a?os. A las siete de la madrugada del 5 de julio de 1965, tras haber pasado la noche celebrando una victoria de su equipo de polo, el gigol¨® caribe?o estrell¨® su Ferrari contra un ¨¢rbol del parisiense Bois de Boulogne. Ten¨ªa 56 a?os y no dejaba hijos: su virilidad era est¨¦ril.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.