Briatore ¡®pincha¡¯ en Marbella
La inauguraci¨®n del club Billionaire del magnate italiano no atrae a la constelaci¨®n de 'celebrities' esperada
En una Marbella acostumbrada a reinventarse, la inauguraci¨®n del club Billionaire, la ¨²ltima sucursal de la franquicia de discotecas para potentados de Flavio Briatore, estaba llamada a ser el acontecimiento del verano. Hab¨ªan corrido todo tipo de rumores acerca del evento: las celebrities que pod¨ªa llegar a atraer, del lujo estratosf¨¦rico de un local cuyo nombre predispon¨ªa a pensar hasta en un helipuerto para la visita imprevista de una estrella de Hollywood, de copas a 30 euros y mesas entre 1.000 y 20.000, del destronamiento de la que en los ¨²ltimos a?os ha sido la reina indiscutible de la noche marbell¨ª, Olivia Valere¡ Mucho ruido y pocas nueces. Al final la noche no dio para tanto.
A las ocho de la tarde, cuarenta periodistas acreditados para la rueda de prensa cruzaban las puertas del recinto que en su d¨ªa ocup¨® el restaurante La Leyenda, situado en plena Milla de Oro. El sol her¨ªa a¨²n los ojos al deslizarse sobre los sof¨¢s Luis XV de cuero blanco con remates dorados que amueblaban los reservados del patio exterior.
El principal estaba destinado a Briatore, que tard¨® 45 minutos en aparecer, rodeado de ocho agentes de seguridad tipo armario con sus respectivos pinganillos, y acompa?ado de su esposa, la modelo Elisabetta Gregoraci, de su socio, Juan Carlos Ferrero, y de su otro socio espa?ol, Alejandro Agag, el yern¨ªsimo de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, vestido de manera informal, con vaqueros, polo de manga larga y esos zapatos car¨ªsimos que parecen zapatillas de estar por casa en terciopelo azul marino.
Agag, sin gafas pero a¨²n con la mirada de asombro aparente caracter¨ªstica del miope reci¨¦n desgafado, intercambi¨® unas palabras con el magnate en italiano antes de recluirse junto a Gregoraci y al resto de VIPs de la comitiva en la jaima contigua a la habilitada para la rueda de prensa del magnate.
Briatore es famoso por su megaloman¨ªa, y no decepcion¨®. Sin micr¨®fonos, su voz y la del int¨¦rprete que traduc¨ªa su discurso en italiano apenas eran audibles. Cuando alg¨²n periodista requiri¨® que hablara m¨¢s alto, respondi¨®: ¡°ac¨¦rquense ustedes, yo no levanto la voz. ?ste (se?alando al int¨¦rprete) que grite si quiere¡±. Eludi¨® la pregunta acerca de los amigos que le acompa?ar¨ªan en la noche del estreno (obviamente dirigida a averiguar de antemano cu¨¢l de los famosos sobre los que se hab¨ªa especulado, desde los futbolistas Cristiano Ronaldo o Sergio Ramos hasta Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar estar¨ªa all¨ª), afirmando que ¡°todo el que entra aqu¨ª es VIP, y entra quien paga. Mis amigos son mis clientes¡±.
Prometi¨®, para alivio de la prensa del coraz¨®n, que, dado que ahora ten¨ªa negocio en Marbella, pasar¨ªa m¨¢s tiempo en la ciudad de la Costa del Sol (¡°Marbella va m¨¢s con mi estilo que Ibiza¡±), y avanz¨® que planeaba abrir una tienda de ropa de la firma Millionaire en Puerto Ban¨²s para el a?o siguiente. Pronostic¨® que Fernando Alonso, con el que a¨²n mantiene relaci¨®n profesional, ten¨ªa muchas papeletas para hacerse con el Mundial de F¨®rmula Uno este a?o y se retir¨®, previa foto de brindis (champ¨¢n con oro, por supuesto) con su socio Juan Carlos Ferrero, a una cena privada en La Meridiana, en espera de que dieran las once de la noche, hora prevista para la llegada de invitados.
Para los periodistas, c¨®ctel de cortes¨ªa y visita tur¨ªstica al club antes de ser cort¨¦smente expulsados, pues la fiesta estaba vetada a la prensa. Blanco y dorado en la decoraci¨®n del interior. Grandes candelabros colgando del techo, m¨¢s mesas, sillones y escabeles Luis XV, ba?os con lavabos dorados, una pantalla gigante escupiendo im¨¢genes de carreras de f¨®rmula 1¡ Los comentarios eran m¨¢s bien de decepci¨®n.
¡°Lo ¨²nico que han hecho es cambiar el mobiliario¡±, aseguraban quienes conoc¨ªan los locales anteriores. La finca antes alberg¨® restaurantes de la jet como La Leyenda o la discoteca Oh Marbella, pero en la ciudad se dice que est¨¢ gafado. En las comparaciones sal¨ªa a relucir constantemente la discoteca de Olivia Valere. ¡°Eso s¨ª que es lujo. A los ¨¢rabes no los sacan de all¨ª tan f¨¢cilmente¡±.
Es muy instructivo, cuando se va a estos sitios, colocarse cerca de los fot¨®grafos veteranos; los que hace 20 o 30 a?os ten¨ªan que perderse entre los pinares de La Milla de Oro para dar con las nuevas mansiones de jeques y estrellas de Hollywood. De sus comentarios se deduce que hay varias reglas para este tipo de eventos. Aqu¨ª sus conclusiones: Los invitados pagados llegan puntuales. Si a la hora de la inauguraci¨®n no comparece nadie, es que no se ha pagado. En efecto, a las once de la noche no hab¨ªa ni una cara conocida. Briatore ya hab¨ªa asegurado que no pagaba a nadie.
S¨ª empezaron a desfilar Ferraris, Rolls Royces, Bentleys y los ¨²ltimos modelos deportivos de Mercedes por decenas, y de ellos fueron bajando todo tipo de supuestos billonarios acompa?ados de un muestrario sin fin de mujeres hermosas. Las de m¨¢s de 50 hab¨ªan optado por modelos del tipo de los que luc¨ªa Liz Taylor en sus galas ben¨¦ficas: volantes, brillos y moar¨¦s. Las j¨®venes, trajes cortos y ce?idos. Ning¨²n tac¨®n bajaba de los 15 cent¨ªmetros. Los idiomas que se hablaban en la puerta (el comit¨¦ de recepci¨®n era casi tan numeroso como los invitados, de hecho una de las cosas de las que presume Briatore es de la ratio de un camarero por cada tres clientes) eran ingl¨¦s, italiano, espa?ol y ruso. A los ¨¢rabes, como hab¨ªan pronosticado los paparazis, no se les vio por all¨ª.
Y tampoco mucha cara conocida, aparte de la no tan conocida pero s¨ª muy influyente Kristina Szekely, reina del negocio inmobiliario en Marbella, siempre dispuesta a encontrar un millonario al que venderle una villa. Por lo dem¨¢s, no tard¨® mucho en desvanecerse la esperanza de que apareciera alguna celebrity. Veinte minutos antes de la medianoche apareci¨® Briatore con su escueta comitiva: novia, socio, novia del socio. Agag no iba con ellos, y de Sergio Ramos se sab¨ªa que estaba en Marbella con algunos amigos ¨ªntimos, pero tampoco se le vio el pelo.
¡°Si es que tanto misterio sobre la identidad de los invitados al final significa que no viene nadie¡±, dec¨ªa un paparazi, guardando la c¨¢mara para retirarse hastiado. Olivia Valere puede dormir tranquila. De momento, Briatore no le ha arrebatado el trono.
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