China quiere la Luna
La fuerza de la carrera espacial del gigante asi¨¢tico ha obligado a la NASA a replantearse el regreso a nuestro sat¨¦lite, m¨¢s de 40 a?os despu¨¦s de que el recientemente fallecido Neil A. Armstrong lo pisara por primera vez
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El Cielo y la Luna, como el Sol, siempre han conformado ricos imaginarios de culto y admiraci¨®n en todas las civilizaciones. Su influencia en aspectos esenciales de la existencia como el devenir agrario o la resignada aceptaci¨®n del poder en plaza han marcado la evoluci¨®n de una relaci¨®n que, ciertamente, se ha transmutado con el paso del tiempo, pero sin perder por ello el enorme hechizo que emana de un desafiante enigma cuya perduraci¨®n llega hasta nuestros d¨ªas. En la China de las dinast¨ªas, la fusi¨®n de ambos elementos tom¨® cuerpo, por ejemplo, en las ceremonias del Emperador, considerado el Hijo del Cielo, para implorar buenas cosechas, ofrendas que ten¨ªan en el Templo del Cielo una expresi¨®n inequ¨ªvoca y sublime del esplendor y atractivo de la divinidad. Tambi¨¦n es parte inseparable de su filosof¨ªa de la naturaleza y de los conceptos de esp¨ªritu y forma, equilibrio y armon¨ªa.
Y en el Cielo, es la Luna quien m¨¢s ilusiones siempre despert¨® entre los antepasados. El gran poeta Li Bai, en la dinast¨ªa Tang, escribi¨®: ¡°Cuando era peque?o, no conoc¨ªa la Luna y la llam¨¦ plato blanco de jade. Supon¨ªa que era el espejo de la diosa, colgado en el cielo¡±. A ojos de los chinos, en la Luna hay un palacio que se llama Guanghan (¡°fr¨ªo profundo¡±), donde vive la diosa Chang¡¯e. A ella alude el propio Mao en su poema Los inmortales, en el que describe el viaje al pa¨ªs de las divinidades de dos seres queridos que hab¨ªa perdido: su esposa Yang Kaihui y su amigo Liu Zhixun. La diosa s¨®lo est¨¢ acompa?ada del conejo, un animal m¨ªtico de jade, que en su tiempo libre suele elaborar medicinas. Como no pod¨ªa ser de otra forma, la primera sonda lunar dise?ada por China se bautiz¨® con el nombre de Chang¡¯e y fue enviada al espacio en 2007 iniciando as¨ª una nueva marcha c¨®smica que no deja de sorprender por su veloz traves¨ªa. Desde entonces, la tradici¨®n, las leyendas seculares y el programa espacial chino han quedado indisolublemente unidos.
El env¨ªo de aquella sonda lunar fue en realidad el tercer hito de la moderna tecnolog¨ªa espacial china tras los proyectos de sat¨¦lite (1970) y de nave espacial tripulada (2003). El sentido general de dicho programa remite a un af¨¢n que tiene mucho m¨¢s de reto tecnol¨®gico que po¨¦tico, claro est¨¢, y es fiel reflejo del aumento del poder general de China, tambi¨¦n conocida como la Gran Tierra por su enorme dimensi¨®n continental, y, en paralelo, nos muestra una importante faceta de la modernizaci¨®n de la defensa nacional. Hoy, China tiene en proceso de construcci¨®n su propia estaci¨®n espacial Tiangong, configurada a partir de un primer laboratorio ya en avanzado estado de gestaci¨®n, con el objeto de ultimarla en 2020 y tiene planes de enviar en el presente lustro un veh¨ªculo no tripulado a la superficie de la Luna, primer paso para que, m¨¢s adelante, sus taikonautas arriben al sat¨¦lite, probablemente en torno a 2020 o 2025.
Las dificultades del programa europeo Galileo contrastan con los avances del de Pek¨ªn, el Beidou
Tras el env¨ªo del primer astronauta al espacio, cabe se?alar que los ¨¦xitos han acompa?ado su estela con hitos como el primer paseo extra vehicular (2008), el acoplamiento de dos veh¨ªculos en ¨®rbita el a?o pasado o el primer acoplamiento espacial tripulado con la participaci¨®n de una mujer por primera vez el ¨²ltimo junio. Cierto que todo se halla a¨²n en fase preliminar, pero avanza a gran velocidad. La mezcla de voluntarismo, generosos recursos y eficacia est¨¢ produciendo resultados realmente impresionantes. En solo tres d¨¦cadas, China ha puesto en ¨®rbita un centenar de sat¨¦lites y, con cuatro bases de lanzamiento, su tecnolog¨ªa se encuentra entre las m¨¢s seguras del mercado. Con un presupuesto similar al de Francia o de Jap¨®n en este dominio y equivalente a la d¨¦cima parte del gestionado por la NASA ha logrado llevar a cabo casi 70 lanzamientos con solo dos fracasos conocidos. La fuerza de la impronta china ha obligado a la agencia estadounidense a replantearse el regreso a la Luna, lo que podr¨ªa verificarse a finales de la presente d¨¦cada. La carrera espacial, fiel exponente del pulso estelar entre las dos superpotencias de la guerra fr¨ªa, podr¨ªa volver por sus fueros, aunque ambas partes reniegan de ello por activa y por pasiva.
La desconfianza exterior respecto al proyecto espacial chino nos remite a la importancia del factor militar en el programa y al temor de que Beijing pueda alcanzar en este campo alg¨²n tipo de supremac¨ªa militar respecto a EE UU. Con tres Libros Blancos ya publicados sobre la actividad espacial, lo cierto es que poco trasciende m¨¢s all¨¢ de los contornos generales del fomento de una industria espacial basada en el desarrollo de las capacidades propias y en la innovaci¨®n nacional. Lo limitado de su colaboraci¨®n internacional, aunque cabe destacar la cooperaci¨®n de especialistas rusos, arroja tambi¨¦n poderosas sombras que se nutren de las contradicciones presentes en un discurso que parece disimular otras intenciones reales, disparando la especulaci¨®n.
La puesta en ¨®rbita de sat¨¦lites de comunicaci¨®n le aporta una rentabilidad econ¨®mica nada desde?able, se?alando otro espacio para la competencia. De hecho, representa un excelente negocio para China en el que va ganando cuota de mercado frente a otros competidores.
Por otra parte, cuenta ya con una cartograf¨ªa completa de la Luna, incluso en versi¨®n 3D desde 2009, y otra de gran precisi¨®n desde este a?o, recursos de gran utilidad para impulsar ese ensayo no tripulado que podr¨ªa coronar la emergencia china ante un mundo ensimismado con sus crisis. Las dificultades, no solo econ¨®micas, del programa europeo Galileo contrastan con los avances de su par chino, el Beidou, alternativo al GPS estadounidense.
No es fruto de la casualidad que cada misi¨®n se programe seg¨²n el calendario pol¨ªtico
De la Tierra al Cielo y la Luna, el ¨¦xito de las misiones de exploraci¨®n y la ambici¨®n del proyecto chino contribuyen a aumentar el patriotismo y consagran al Partido Comunista no solo como el gran activador del progreso cient¨ªfico sino como realizador de las m¨¢s alejadas utop¨ªas y el ¨²nico capaz por esta v¨ªa de dotar a China de todos los atributos de una gran potencia espacial, lo que refuerza definitivamente su nuevo status internacional. No es fruto de la casualidad que cada misi¨®n se programe en fechas adaptadas al calendario pol¨ªtico. Los ¨¦xitos logrados sirven para mostrar el nivel de excelencia alcanzado y reforzar la imagen de potencia, pero igualmente para reafirmar el liderazgo pol¨ªtico-partidario que, como anta?o, encuentra en el Cielo y la Luna una fuente a?adida de legitimidad.
No siempre China ha contado con los recursos necesarios. Pero tampoco con la voluntad. De hecho, el propio Deng Xiaoping, inspirador principal con su apertura del mayor cambio hist¨®rico registrado en el pa¨ªs, declaraba a comienzos de los a?os ochenta que ¡°China no necesita ir a la Luna para modernizarse¡±. El gran salto se producir¨ªa en la d¨¦cada siguiente, asociado a la recuperaci¨®n del prestigio, del patriotismo y de los objetivos econ¨®micos (especialmente en materia energ¨¦tica) y defensivos. La Luna podr¨ªa aportarle sustancias como el h¨¦lium-3 o recursos minerales como el titanio u otros necesarios para seguir afianzando su desarrollo.
Sea como fuere, parece l¨®gico que China figure entre los pa¨ªses que conforman la historia de las grandes exploraciones, de las que se hab¨ªa apeado por voluntad propia en el siglo XV, cuando las expediciones mar¨ªtimas del almirante Zhang He, gran precursor de Col¨®n, Vasco da Gama o Magallanes, dieron paso a un tiempo de aislamiento, el conocido como Gran Repliegue, que condicion¨® el signo de los siglos siguientes, de declive propio y dominio occidental. Esa motivaci¨®n constituye actualmente un poderoso aliciente ya que la expansi¨®n en el cosmos la rehabilita en el seno de las civilizaciones m¨¢s avanzadas entre las cuales se caracteriz¨® hist¨®ricamente por no desarrollar una pol¨ªtica de colonizaci¨®n. ?La desarrollar¨¢ en la Luna?
Xulio R¨ªos es director del Observatorio de la Pol¨ªtica China. Autor de China en 88 preguntas.
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