El gran ajuste
Rajoy cumple las exigencias europeas en busca de una oportunidad para la econom¨ªa espa?ola
El presidente del Gobierno anunci¨® ayer un ajuste de grandes proporciones con el que esquivar el rumbo al precipicio por el que se encaminaba Espa?a desde hace demasiados a?os y que los errores de pol¨ªtica econ¨®mica y la insuficiencia de las reformas financieras intentadas no hab¨ªan logrado evitar. Nadie puede asegurar que las amargas y necesarias medidas anunciadas por Mariano Rajoy sean capaces de evitar el desastre, pero s¨ª suponen un conjunto de iniciativas que, aunque tard¨ªas, configuran un verdadero plan cuyo ¨¦xito depende, en gran parte, de que el Ejecutivo sea capaz de pactar con la oposici¨®n.
La econom¨ªa espa?ola se estaba quedando sin posibilidades de financiarse ni de reducir el d¨¦ficit p¨²blico, lo cual condenaba al pa¨ªs a un grave deterioro econ¨®mico y social. El proyecto anunciado ayer supone la voluntad de abordar la devaluaci¨®n interna que los expertos creen indispensable ¡ªya que es imposible devaluar la moneda com¨²n¡ª, al precio de afectar la capacidad de compra y las retribuciones de millones de personas. A cambio de mejorar las perspectivas de estabilidad financieras, hay que contar tambi¨¦n con los efectos recesivos de las medidas enunciadas por el jefe del Gobierno.
Este plan tiene su origen en las exigencias europeas para abordar la soluci¨®n del principal problema de Espa?a, que es la deuda privada, que ha contaminado a la p¨²blica. Lo necesario y lo doloroso se hab¨ªan convertido en inevitable. Se trata de repartir la carga entre los contribuyentes y el sector financiero. A los primeros, ya castigados por un Presupuesto restrictivo, se les exige una fuerte contribuci¨®n impositiva en forma de tres puntos m¨¢s en la tarifa general del IVA (18% a 21%) y otros dos puntos en la reducida (8% a 10%), apenas compensada por una reducci¨®n de cotizaciones sociales; junto con recortes del gasto p¨²blico a base de reformas de la Administraci¨®n, reducci¨®n de empresas p¨²blicas, disminuci¨®n en la retribuci¨®n a los funcionarios, recorte del seguro de desempleo y un hachazo del 30% en el n¨²mero de concejales, entre otras medidas. Rajoy estima en 65.000 millones el monto del ajuste a conseguir en dos a?os y medio. Al tiempo que se carga ese fardo sobre las espaldas de la ciudadan¨ªa, se acomete una reforma financiera que pasa por apartar los activos t¨®xicos de los bancos y colocarlos en una estructura que deber¨ªa ser operativa en unos meses.
La rectificaci¨®n de Rajoy se produjo en el Congreso de los Diputados, lo cual representa otro cambio pol¨ªtico b¨¢sico. El Gobierno hab¨ªa ninguneado a la C¨¢mara en asuntos como el recorte de 10.000 millones de euros en sanidad y educaci¨®n, despachado en su d¨ªa con un debate de un par de horas. No hay que llamarse a enga?o: da toda la impresi¨®n de que el Gobierno acude al Congreso porque no le queda otro remedio. No solo por la tradicional comparecencia despu¨¦s de cada reuni¨®n del Consejo Europeo, sino para ampliar la legitimidad de la que dispone en la decisi¨®n y gesti¨®n de la catarata de medidas anunciadas, en general problem¨¢ticas para el nivel de vida de las clases media y trabajadora. Era de todo punto imposible llevarlas adelante con la simple exhibici¨®n de la mayor¨ªa absoluta, el m¨¦todo utilizado hasta ahora para justificar las actuaciones unilaterales.
M¨¢s all¨¢ de socializar algunos de los datos m¨¢s negativos de la econom¨ªa y de preparar el terreno al fuerte ajuste, no cabe duda de que Espa?a ha llegado a una situaci¨®n tal que no saldr¨¢ adelante sin ciertos consensos. Era de todo punto irregular, desde la defensa del sistema democr¨¢tico, que un Gobierno se empe?ara en bloquear a la representaci¨®n de los espa?oles, so pretexto de crisis econ¨®mica: el debate era obligado, precisamente a causa de ella. En la oposici¨®n, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba y Rosa D¨ªez aceptaron el guante. Primero, con actitudes m¨¢s moderadas de la que en su d¨ªa observ¨® el PP frente a las subidas de impuestos, recorte de retribuciones de funcionarios y congelaci¨®n de pensiones adoptadas por el anterior Gobierno socialista. Y despu¨¦s, insistiendo en la necesidad de un pacto. Consciente de la gravedad del momento, P¨¦rez Rubalcaba lo hizo no sin dejar claro que de entrada se opone a subir el IVA y sugiriendo un ataque m¨¢s decidido al fraude y la implantaci¨®n de un impuesto a las grandes fortunas. El PSOE y otros grupos se declaran tambi¨¦n contrarios a la rebaja de la prestaci¨®n por desempleo.
Rajoy no contest¨® a la oferta de Rubalcaba de abordar juntos un plan para 2013-2015, aunque en su intervenci¨®n inicial reconoci¨® que esto no lo puede resolver ¡°un gobierno en solitario¡±. El futuro de posibles consensos sigue en el aire, pero a corto plazo conviene que los dos apoyen la reforma del sistema bancario. Otra cuesti¨®n de calado es la reducci¨®n de la autonom¨ªa financiera de Espa?a y la transferencia de soberan¨ªa que, de hecho, se est¨¢ produciendo hacia ciertas instituciones europeas, a cambio de apoyo financiero y facilidades para el cumplimiento del objetivo de d¨¦ficit. Los bancos, como destinatarios del rescate aprobado por el Eurogrupo, y la pol¨ªtica econ¨®mica en general quedan sometidos a la estricta vigilancia de la troika (Comisi¨®n Europea, Banco Central Europeo, Fondo Monetario Internacional). Perder autonom¨ªa y transferir soberan¨ªa no es algo que deba decidir unilateralmente un Gobierno, porque compromete al conjunto del pa¨ªs.
La otra gran pregunta es cu¨¢les ser¨¢n las consecuencias en la sociedad espa?ola. Las reformas propuestas por Rajoy son contrarias a los compromisos electorales adquiridos en noviembre pasado. Pero la gesti¨®n de la crisis desarrollada hasta la fecha no ten¨ªa credibilidad, y de ah¨ª la desconfianza generada entre los inversores y las autoridades europeas. La combinaci¨®n de tan importantes factores le ha obligado a una rectificaci¨®n de sus prop¨®sitos. Deber¨ªa completarla con una evaluaci¨®n cr¨ªtica del desempe?o del titular del Ministerio de Hacienda y la designaci¨®n de una cabeza del Ejecutivo que coordine la dispersi¨®n de mensajes y pol¨ªticas: un vicepresidente econ¨®mico.
Todo esto supone un desgaste enorme para Mariano Rajoy. Pero la sociedad espa?ola necesita ahora que sus dirigentes, en el Gobierno y en la oposici¨®n, establezcan los consensos indispensables para restablecer la confianza, en el bien entendido de que no todo depende de ellos, sino de que exista un verdadero proyecto tras la dureza de trato aplicada por las autoridades de la zona euro. Que la rectificaci¨®n espa?ola sea tard¨ªa no implica que deba despreciarse, sino tratar de convertirla en una oportunidad.
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