Mario Balotelli, un futbolista esculpido a golpes
Su car¨¢cter indomable responde a una vida marcada por el rechazo y el af¨¢n de superaci¨®n Tras ejercer de estrella de la selecci¨®n italiana en la Eurocopa, disfruta de la fiesta ibicenca
Su sue?o era vestir la camiseta de la selecci¨®n italiana de f¨²tbol, pero el d¨ªa que, visti¨¦ndola, consigui¨® un triunfo que ni so?ado, se la quit¨®. Nadie sabe por qu¨¦ lo hizo, tal vez ni ¨¦l mismo, pero en ese gesto poderoso y provocador ¨Cquedarse desnudo y quieto como una estatua, a sabiendas de que recibir¨ªa una tarjeta amarilla¨C descansan todas las contradicciones de un africano llamado Mario Balotelli, de un italiano negro, de un tipo rebelde que, cuando los millones de espectadores de la Eurocopa esperaban alguna de sus locuras reales o fingidas, sali¨® corriendo hacia la grada para fundirse en un abrazo con su anciana madre blanca, una se?ora de Brescia que lo adopt¨® cuando apenas ten¨ªa dos a?os y era un ni?o escu¨¢lido y sin futuro.
La vida de Mario Balotelli, que a¨²n no ha cumplido los 22 a?os, ya da para tres pel¨ªculas. La primera tendr¨ªa el guion de una de esas teleseries con mensaje que programan en Navidad despu¨¦s del almuerzo. Hablar¨ªa de un beb¨¦ enfermo nacido en el sur de Italia, hijo de inmigrantes de Ghana¡ Pero no adelantemos acontecimientos. La segunda podr¨ªa ser de acci¨®n ¨Ccoches caros, trifulcas, vida al l¨ªmite¨C, se filmar¨ªa entre Mil¨¢n y Londres y a¨²n podr¨ªa emitirse para todos los p¨²blicos. La tercera ya no.
La tercera hablar¨ªa de fiestas subidas de tono, en Saint Tropez o Ibiza, y sus protagonistas ser¨ªan un gigant¨®n de 1,88 de altura y sus famosas acompa?antes sucesivas, desde una tal Paris Hilton hasta una modelo italiana llamada Raffaella Fico que al final se queda embarazada, presuntamente del protagonista. Todas las pel¨ªculas, eso s¨ª, estar¨ªan atravesadas por el f¨²tbol, porque esa es la loca pasi¨®n ¨Cnunca mejor dicho¡ª de Mario Balotelli. Y no faltar¨ªan, claro est¨¢, el bueno buen¨ªsimo y el malo mal¨ªsimo. El primer papel lo podr¨ªa interpretar Silvia Balotelli, la italiana que, adopt¨¢ndolo, le hizo la vida posible. El segundo lo bordar¨ªa quien se la hizo imposible. Todo un cl¨¢sico del g¨¦nero. Jos¨¦ Mourinho.
Pero empecemos por el principio. Mario Balotelli naci¨® en Palermo (Sicilia) el 12 de agosto de 1990. Sus j¨®venes padres, Thomas y Rose Barwuah, acababan de llegar de Ghana. Su situaci¨®n no pod¨ªa ser peor, de tal modo que, siendo Mario todav¨ªa un beb¨¦, decidieron emigrar de nuevo, esta vez al pr¨®spero norte de Italia. Se instalaron en Bagnolo Mella, en Brescia (Lombard¨ªa). El ni?o pas¨® sus dos primeros a?os en un hospital aquejado de una grave afecci¨®n intestinal. Los Barwuah, que viv¨ªan hacinados junto a otros inmigrantes, decidieron darlo en adopci¨®n.
Un d¨ªa de finales de 1992, los servicios sociales de Brescia llamaron a la casa de Francesco y Silvia Balotelli. Ten¨ªan tres hijos naturales ¨CCorrado, Giovanni y Cristina¨C y apoyaban a otros tantos de familias con dificultades. Hasta tal punto que en una ocasi¨®n la se?ora Balotelli telefone¨® a los servicios sociales: ¡°Os lo ruego, no nos llam¨¦is m¨¢s¡±. Pero lo volvieron a hacer. Lo recuerda ahora: ¡°Me llamaron para que viese a un ni?o de color de dos a?os, Mario Barwuah. Ya no estaba enfermo. Mi marido le llev¨® un cochecito y el ni?o cogi¨® a mi marido de la mano¡±. En 1993 pas¨® a ser Balotelli, un chaval negro en un barrio de blancos, un muchacho travieso que intuy¨® un futuro ligado al bal¨®n. ¡°Mientras sus hermanos jugaban a la PlayStation¡±, recuerda Silvia, ¡°¨¦l siempre estaba en el pasillo, que era su campo de f¨²tbol, y no se separaba de su pelota ni al irse a la cama. Jugaba partidos interminables contra rivales imaginarios¡¡±.
Un tit¨¢n victorioso
El mismo d¨ªa en que su exnovia, Raffaella Fico, le hab¨ªa anunciado que iban a ser padres, marc¨® los dos goles que dieron la victoria a la selecci¨®n italiana ante Alemania. Celebr¨® el segundo ofreciendo esta imagen, ya ic¨®nica, descamisado y plantado en mitad del campo.
No pas¨® mucho tiempo hasta que aquellos rivales imaginarios se fueron convirtiendo en reales. Su carrera deportiva tiene la velocidad de una de sus galopadas. Ya en su primer equipo bati¨® r¨¦cords de goles. Tras rechazar ofertas de grandes clubes, fich¨® por el Inter de Mil¨¢n. Jam¨¢s un futbolista de 16 a?os hab¨ªa firmado un contrato tan importante. Ahora juega en el Manchester City, donde gana cuatro millones de euros netos al a?o. Pero su sue?o siempre fue vestir la camiseta azul de la selecci¨®n italiana. De hecho, unos d¨ªas antes de cumplir los 17 recibi¨® una oferta para jugar con la selecci¨®n de Ghana frente a Senegal, pero dijo que no. Esperar¨ªa hasta cumplir los 18, obtendr¨ªa la nacionalidad italiana y aguardar¨ªa la llamada: ¡°Para m¨ª no hay camiseta m¨¢s fascinante que la de la selecci¨®n italiana¡¡±.
La secci¨®n de Deportes de EL PA?S ha ido contando desde hace a?os las danzas y andanzas de Balotelli, siempre al borde del fuera de juego, en lucha con sus adversarios y consigo mismo. Massimo Boninsegna, el entrenador del Lumezzane, su primer equipo, recuerda: ¡°El presidente del club lo subi¨® de categor¨ªa porque a los t¨¦cnicos del infantil les costaba domarlo. Yo le dec¨ªa que para ser l¨ªder no val¨ªa con la calidad, que ten¨ªa que ganarse a sus compa?eros¡±. Pero Balotelli era un rebelde. El propio jugador reconoce que la primera imagen que recuerda de su madre Silvia es grit¨¢ndole. ¡°Despu¨¦s de cada trastada yo le dec¨ªa: ¡®Mam¨¢, perdona, te prometo que esta ha sido la ¨²ltima¡±. Pero la volv¨ªa a liar. Y lo sigue haciendo. Y nunca faltan quienes siguen sosteniendo que el peor enemigo de Balotelli es su propio car¨¢cter, su comportamiento imprevisible. El entrenador Fabio Capello dice de Cassano y Balotelli: ¡°Italia tiene dos grandes talentos. Pero est¨¢n locos¡±.
Las locuras del bueno de Balotelli ya forman parte del mito. En Reino Unido existen programas radiof¨®nicos donde los oyentes cuentan las excentricidades del delantero. Dicen que la gr¨²a se llev¨® su coche en 30 ocasiones. Aunque su restaurante favorito est¨¢ a 100 metros de su mansi¨®n, ¨¦l siempre va en su Maserati y aparca en la puerta, sobre la acera. Se habla de que estuvo a punto de quemar su casa jugando con fuegos artificiales, que en cierta ocasi¨®n llen¨® el dep¨®sito a todos los conductores de una gasolinera, que regal¨® 1.000 libras a un vagabundo y que una vez entr¨® en la biblioteca de la universidad y pag¨® las multas de todos los estudiantes que no hab¨ªan devuelto a tiempo los libros. Todo vale con tal de agrandar la leyenda de un tipo que, dicho sea de paso, est¨¢ encantado de conocerse. En 2010, cuando gan¨® el Premio Golden Boy al mejor futbolista sub 21, dijo: ¡°Espero que este trofeo se transforme en el Bal¨®n de Oro. Solo hay uno que es un poco mejor que yo: Messi¡±.
Sus locuras ya forman parte del mito. Dicen que la gr¨²a se llev¨® su Maserati en 30 ocasiones y que a punto estuvo de quemar su casa jugando con fuegos artificiales
La pel¨ªcula de Balotelli ¨Ccualquiera de ellas¨C consta de un fotograma ineludible. El momento en que, tras marcar su segundo gol contra Alemania en la Eurocopa, se quita la camiseta y, seg¨²n la definici¨®n de Cayetano Ros, ¡°contrae los m¨²sculos del tren superior en un gesto que imita al Incre¨ªble Hulk, el superh¨¦roe del c¨®mic¡±. Aquella noche, dicen las cr¨®nicas, ¡°se constat¨® que no hay mejor ant¨ªdoto contra la arrogancia [de Alemania] que un tipo desacomplejado y genial como Balotelli¡±. Su actitud desafiante a veces le complica la existencia, pero otras se convierte en la soluci¨®n. De todas las frases que dijo Silvia Balotelli tras el partido de la Eurocopa, hubo una que retrata muy bien la vida de su hijo. Cont¨® que cuando el muchacho corri¨® hacia la grada y la abraz¨® y la bes¨® y le dijo cosas bellas al o¨ªdo, tambi¨¦n lo sinti¨® llorar. ¡°Es dif¨ªcil que Mario llore. Tal vez la ¨²ltima vez fue por Mourinho¡±.
Y aqu¨ª est¨¢, ya lleg¨®, el malo de la pel¨ªcula. El entrenador del Real Madrid tuvo a sus ¨®rdenes a Balotelli en el Inter. Al principio, el portugu¨¦s sinti¨® atracci¨®n por su car¨¢cter levantisco, pero no tard¨® en cansarse. Lo castig¨® en el banquillo, le ense?¨® la puerta de salida. Massimo Boninsegna retrat¨® el problema: ¡°A Mario hay que tratarlo como a un hijo. Mourinho deber¨ªa ser comprensivo¡±. No lo fue. Su falta de tacto ¨Cdej¨¦moslo ah¨ª¨C hizo pasar al jugador por momentos dif¨ªciles.
Las l¨¢grimas del subcampe¨®n
Solo una imagen rob¨® plano a los campeones de La Roja tras la final de la Eurocopa: el rostro de Balotelli ba?ado en el llanto. No quer¨ªa ni recoger su medalla. Sus compa?eros tuvieron que ir a sacarle del vestuario. En la foto, el delantero en el vest¨ªbulo del hotel Parco dei Principi, en Roma, al d¨ªa siguiente de su derrota.
Aunque no nos hayamos detenido demasiado en el asunto, Balotelli es negro, un italiano negro, y el racismo en Italia encuentra su caja de resonancia en los campos de f¨²tbol. Mourinho y el racismo se reunieron en el minuto 88 del partido que en enero de 2010 disput¨® el Inter en el campo del Chievo Verona. Un sector del p¨²blico se hab¨ªa pasado el partido coreando ¡°buuuu¡± cada vez que Balotelli cog¨ªa el bal¨®n. Mourinho pod¨ªa haber esperado dos minutos para que su jugador se retirara del campo arropado por los compa?eros. Pero prefiri¨® cambiarlo. El p¨²blico aprovech¨® y arreci¨® en su abucheo racista. El delantero, sin arredrarse, respondi¨® con aplausos de iron¨ªa. El juez deportivo lo mult¨® ¨Ca ¨¦l, no al p¨²blico¨C con 7.000 euros. Por provocar¡ Meses despu¨¦s, jugando contra Ruman¨ªa, el delantero volvi¨® a ser abucheado y tuvo que soportar la absurda letan¨ªa: ¡°No existen negros italianos¡±. Pero entonces en el banquillo estaba el seleccionador Cesare Prandelli, que tras el partido forj¨® una frase bella y sentida: ¡°Abrazaremos todos a Mario porque es mentira eso de que los insultos se van sin dejar huella¡±.
Dice su madre blanca que cuando se siente mal se encierra en el silencio. Ahora debe de estar fenomenal, porque desde todas las playas lujosas de Europa llegan fotos suyas en compa?¨ªa de muchachas bell¨ªsimas, unas famosas y otras en el empe?o, acompa?ado por Enock Barwuah, su hermano de sangre, y por sus amigos. Detr¨¢s va quedando una infancia enfermiza, una adolescencia de ni?o negro en barrio blanco, un sobresalto cuando, ya siendo futbolista, su madre biol¨®gica se le acerc¨® y ¨¦l no supo muy bien si buscaba el rastro de su cari?o o la huella de su dinero. Durante a?os, la se?ora Silvia fue educ¨¢ndolo como a uno m¨¢s de sus hijos. Le fue contando ¨Cy esta es la parte de la pel¨ªcula que siempre emociona¨C que hay que ser respetuoso, tolerante con los diferentes. Que muchos otros antes que ¨¦l sufrieron el acoso del racismo, del fascismo. La se?ora Silvia buscaba entonces un fajo de cartas escritas a mano, llenas de tachaduras de tinta azul, y le contaba una historia. Su madre ¨Cla abuela blanca de Mario¨C era una jud¨ªa alemana. Hab¨ªa nacido en Breslavia, una ciudad polaca de la Baja Silesia. Durante la II Guerra Mundial, la madre de la se?ora Silvia lleg¨® a Italia tras el amor de un piloto italiano, pero su familia no tuvo tanta suerte. Su hermana peque?a, de 19 a?os, y sus padres fueron confinados en campos de exterminio y all¨ª murieron. Las tachaduras azules de las cartas corresponden a la censura de los guardias nazis¡
Cuando Balotelli, junto a sus compa?eros de selecci¨®n, visit¨® Auschwitz, llevaba unos cascos puestos; pero no escuchaba m¨²sica, sino una grabaci¨®n sobre los horrores sufridos por prisioneros como su abuela. Tras salir del campo, conmovido, el delantero le cont¨® a su madre Silvia lo que hab¨ªa visto. Todas esas emociones est¨¢n contenidas en aquella fotograf¨ªa de Balotelli, desnudo y quieto ante el estadio, pero sobre todo en aquella otra donde madre e hijo se funden en un abrazo y hablan del se?or Francesco, que ya tiene 83 a?os, y de las onzas de chocolate blanco, su chucher¨ªa preferida, que de cr¨ªo le regalaba antes de cada partido. Tal vez Prandelli tenga raz¨®n. Los insultos no se van sin dejar huella. Tampoco los fracasos. Ni los ¨¦xitos. Ni tampoco los dolores de la infancia. Balotelli, desnudo frente a todos, est¨¢ esculpido a golpes. A golpes dur¨ªsimos de ¨¦xitos y de fracasos.
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